Capítulo 30

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 Noah cerró la regadera de la ducha, se quitó el exceso de humedad en su pelaje al sacudir su cuerpo ligeramente y salió de la ducha poco después. Agarró la toalla que estaba colgada cerca y terminó de secarse el pelaje aunque éste al final, siguiera un poco mojado. Luego, amarró la toalla a su cintura mientras se miraba en el espejo durante un rato, en busca de algún rastro del color azul que solía dominar en su pelaje, sin embargo confirmó con seguridad que había recuperado por completo, su tono blanco como la nieve. Aquello le incomodó un poco, llevándose una pata al hocico para sobárselo, como si tuviera algún moretón que por supuesto, no tenía. Fue entonces cuando recordó a Kouno y sonrió al espejo, verificó que todo estuviera en orden para después dejar el baño sin deshacer la sonrisa.

Apenas salió al pasillo su nariz olfateó por instinto al captar un delicioso olor que provenía de la cocina. También pudo escuchar la voz de Kouno al cerrar la puerta del baño.

—Cielo, ya casi está listo.

—¡Voy enseguida! Déjame vestirme —respondió con ánimo y entró a la habitación después de escuchar la afirmativa de su amado lobo.

Ya dentro de la recámara fijó su atención en la ropa que estaba tendida de forma ordenada sobre la cama, justo como la había dejado antes de ir a ducharse. Era la misma ropa con la que había ido al departamento de Kouno en aquella de noche de tormenta y, la misma conque planeaba irse. No había regresado a su propia casa desde entonces, prefirió quedarse en el departamento y pasar más tiempo con Kouno realizando todo tipo de actividades. Un día, por ejemplo, estaban sentados en el sofá, Noah apoyaba la cabeza sobre el regazo de Kouno y mientras veían televisión e intentaban encontrar algo interesante qué ver, se encontraron por casualidad con un canal de música que llamó la atención de ambos al ver cómo una pareja bailaba con vigor, moviéndose al ritmo de la música, abrazados, sonriendo y girando de vez en cuando. Noah se sintió animado por la repentina idea que tuvo, levantándose del sofá rápidamente e invitando a Kouno a bailar. Al principio, el lobo gris se resistió a aceptar la propuesta, alegando que era terrible bailando y lo más probable era que terminara pisándole las patas o hasta tropezar y caer ambos al suelo, pero el entusiasmo de Noah le convenció con rapidez, al ver cómo le sonreía mientras le tomaba de las patas, invitándole a levantarse, le fue imposible negarse. Así fue como bailaron toda una tarde, con Noah enseñándole a Kouno, los mismos pasos que una vez le enseñó su padre.

Otro día, la consola de videojuegos junto al televisor fueron sus grandes aliados para pasar una gran noche, jugando videojuegos y viendo películas mientras comían bocadillos de vez en cuando y una vez el sueño empezó a cerrarles los ojos, decidieron recostarse sobre el sofá, abrazados, manteniéndose el uno cerca del otro y valiéndose de sábanas y almohadas para asegurar su comodidad; durmieron maravillosamente ese día. Dieron un paseo por el parque cercano, que había sufrido un gran cambio desde la última vez que lo habían visitado, con la inmensa cantidad de nieve que se podía observar hasta muy lejos y los árboles con sus troncos oscuros echando de menos sus hojas, hacía querer volver a ver su primoroso verdor, pero todavía faltaban meses para eso. Sin embargo, la actividad dentro del parque no cambió en lo absoluto, porque había una cantidad considerable de animales, corriendo y jugando, dándole vida al parque nevado, incluso se podía ver cómo algunos celebraban divertidas guerras de nieve. Kouno caminaba sonriendo al ver a todos ellos divirtiéndose, completamente ignorante del inminente peligro que le aguardaba, hasta que una fría bola de nieve le impactó en la cabeza, deteniéndose al instante sin saber exactamente qué había pasado, pero luego al voltearse pudo ver a Noah riendo a carcajadas. Ese día, tuvieron una memorable y muy divertida guerra de nieve. Cuando regresaron a casa y terminaron de cenar, se encontraron sentados en el sofá, en donde unos besos lentos y cariñosos se convirtieron en pequeñas mordidas y lamidas en el cuello, la temperatura aumentó y la ropa sobró, ambos hicieron el amor como sabían hacerlo, cómo les encantaba hacerlo. Al pasar los días, la Sra. Caster por supuesto, notó la ausencia de su querido cachorro y no dudó en llamarle. Noah tuvo que explicarle e informarle que quería pasar unos días con Kouno, ella estuvo de acuerdo, pero no sin antes hacerle prometer a Kouno que cuidaría muy bien de él.

Lykos [Furry/Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora