Capítulo 32

322 46 31
                                    

Había una profunda soledad llena de total oscuridad, envuelto de pensamientos, sombras y oscuras neblinas que iban y venían, no había principio ni final en aquel lugar tan pequeño como interminable. Kouno se encontraba allí en el centro de todas las tinieblas, durmiendo en calma y tranquilidad, ignorando por completo las sombras que le rodeaban hasta que estas se desvanecieron igual como una leve brisa dispersa la arena y pudo despertar. Se encontró en mitad de un espeso bosque, con árboles enormes alzando sus troncos y ramas hacia las alturas mientras lucían sus verdes hojas al moverse siguiendo las corrientes de aire. El viento le peinaba el pelaje del rostro y después pudo notar que estaba corriendo a una velocidad considerable, pero no hacía solo correr sin rumbo por el bosque. Notó que seguía un rastro, un olor que su nariz captaba y lo hacía con tanta eficiencia que se sentía como ver una cuerda, blanca y borrosa, que flotaba en el aire y guiaba sus acelerados pasos. Estaba cazando.

Continuó así, escuchando como respiraba rápidamente debido al esfuerzo ejercido, sin embargo, aunque debiera sentirse cansado no era así, al contrario, se sentía capaz de mantener el mismo ritmo por mucho más tiempo. A medida que atravesaba el bosque, sin saber realmente porqué tenía tanta prisa o qué cazaba exactamente, los árboles fueron disminuyendo en tamaño y volviéndose cada vez más dispersos, pero ahora su alrededor se le hacía conocido y por algún motivo sintió miedo; el suelo estaba repleto de césped, había senderos hechos de concreto y decorados con rocas, faros de luz y algunas tiendas pequeñas que estaban repartidas por toda la zona, todas permanecían cerradas y el lugar estaba totalmente desierto.

El olor se tornó más fuerte y esta vez pudo reconocerlo, en ese momento supo qué estaba cazando, o siendo más específicos, a quién. Hizo grandes esfuerzos por detenerse, intentó parar de correr, tropezar o caerse a propósito, algo que lograse pararle, pero su cuerpo ignoró por completo sus desesperadas demandas. Kouno parecía ser solo un mero espectador y cuando se sintió incapaz de hacer cualquier cosa para evitarlo, el miedo se apoderó de él lo cual le provocó una inmensa desesperación y de sus ojos comenzaron a brotar lágrimas.

Su temor ocasionó un violento y drástico cambio en el clima. Un poderoso ciclón se manifestó golpeando toda la superficie, sacudiendo todo con una asombrosa rabia, amenazando con arrancar los árboles de raíz y echarlos a volar, no obstante, a pesar de toda esa repentina tempestad, increíblemente Kouno seguía avanzando sin verse afectado en lo más mínimo por su tormentoso alrededor, corriendo en contra de su voluntad. Un lago se hizo visible en la distancia, a pocos metros junto a él, se erguía un imponente y frondoso árbol que, a diferencia de todos los demás, permanecía en absoluta tranquilidad, ignorando por completo aquellos vientos enfurecidos; el lago seguía su ejemplo manteniendo sus aguas en calma, sin notarse en ellas ni la más leve perturbación. Finalmente, Kouno le vio. Sentado y con la espalda apoyada sobre el tronco del árbol, dormía sin ninguna preocupación, un lobo de pelaje blanco. La distancia que los separaba se vio reducida muy pronto, y Kouno víctima del profundo miedo que sentía, cerró los ojos cuando su cuerpo se abalanzó en contra de aquel lobo blanco, exactamente igual como en los tiempos antiguos los salvajes depredadores se abalanzaban sobre sus presas...

Afortunadamente todo había sido una pesadilla, una terrible pesadilla. Cuando Kouno abrió los ojos de golpe al regresar de su profundo y tortuoso sueño, Eric fue el primero con quien se encontró. Estaba sudando y jadeaba bastante, como si acabara de correr un largo tramo, ciertamente, se sentía muy cansado. Una gota salada recorrió su sien y le cayó en la lengua que colgaba de su hocico, agitado y confundido balbuceaba incoherencias mientras su amigo le tomaba de los hombros e intentaba calmarle, lo cual logró después de unos extensos minutos. Luego de eso ambos guardaron silencio. Lo único que podía escucharse en la habitación eran sus respectivas respiraciones y el sonido que producía el gélido viento cuando intentaba, sin éxito, colarse por la ventana cerrada. Kouno la miró y pudo notar que ya había anochecido, en su mente se interrogaba con impaciencia: «¿Cuánto tiempo he estado dormido? No, en primer lugar ¿por qué estoy en casa? ¿Por qué demonios estaba durmiendo?» Intentó recordar todo lo que podía. Pudo revivir, con claridad y detalle, todo lo sucedido esa misma mañana, pero luego, cuando avanzó hasta la zona comercial y en sus planes de reencontrarse con Noah, recordó muy vagamente haber escuchado un grito, haber caminado hacia un callejón y después de eso, nada. Hizo un esfuerzo, tratando de concentrarse, pero lo único que venían a él eran imágenes borrosas y confusas, que le provocaban un dolor de cabeza.

Lykos [Furry/Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora