Capítulo 11

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Empecé a toser muy rápido, por suerte la pimienta no me entro a mis ojos o acabaría igual que el mesero del restaurant italiano.
-Mi número es... Xxxxxxx, me tengo que ir urgente. Adiós. - dijo caminando a la puerta.
Guardé su número en mi celular lo más rápido posible para no olvidarlo.
-Te veo lue...-cerró la puerta -... go.
Quería estar con ella, acompañarla o o pedirle un taxi pero poco o nada puedo hacer con un pie hinchado, sería más una carga.
Desbloqué otra vez mi celular y fui directo a mi WhatsApp, busqué su nombre y vi la pequeña foto que tenía de perfil. Era ella con una chaqueta oversize rojita o media naranja un top negro y un short de jean. Un outfit perfecto pero creo que con un par de lentes en la cabeza se vería mejor, pero pese a todo, no podia olvidar su rostro de preocupación al irse, era como si algo muy grave hubiera pasado.
La verdad es que sé muy poco de ella:
¬ Tiene 20 años aunque parezca de menos.
¬Cumple en Halloween.
¬Ama la lasagna.
¬Su peli favorita es Serendipity.
¬Tiene una hermana.
¬ Sabe jugar golf.
¬Cuando llora sus ojos se ven más oscuros.
¬Cuando está ansiosa o preocupada se razca la cara.
¬Es amable y graciosa.
¬Es una mezcla rara entre sexy y tierna.
Simplemente es Poché y no puedo hacer nada para ayudarla.
-Bendito tráfico, ¡2 horas en comprar un pinshe esparadrapo! - dijo Paula entrando estrepitosamente. - ¡Acaso la gente decidió sacar su auto justo hoy para molestarme!
Paró su monólogo y se volteó a verme.
-¿Qué pasó? - dijo mirandome con un poco de preocupación.
-Nada- respondí tratando de sonar sincera.
-Calle, te conozco desde hace mucho y tienes una carita de perro triste. - se acercó más a mí.
-No te preocupes por mí.
-Soy tu entrenadora pero más que eso soy tu amiga y no me gusta verte así- se sentó a mi lado y me abrazó.
Alguna vez han tenido una conexión tan especial que siente que pueden sentir lo que la otra persona siente, pues en ese momento solo quería llorar pero yo no lo hice primero sino que fue Paula la que inició.
Ambas lloramos abrazadas hasta que Pau se separo.
-Bueno, ya es hora de que te ponga la bendita venda, no por las puras me he tragado horrible tráfico. - dijo dandome un pequeño empujoncito con el codo.
Me puso cuidadosamente la venda.
-Por cierto, si tu padre descubre esto estamos fritas. Así que dejaremos de entrenar un tiempo hasta que tu pie se recupere, sin embargo, tengo que cancelar la sesión de fotos con ProviOne.
-No lo hagas- mi voz salió más fuerte de lo normal- por favor.
-Dani, estás muy mal del pie.
-Por favor- susurré.
-Ay, está bien pero con unas cuantas condiciones: la primera, nada de tiros largos, esos implican más fuerza y estabilidad por lo que forzarías mucho tu pie; la segunda, nada de correr, camina lento y trataré de alquilar un carrito para que evites hacerlo, y la última pero no menos importante, no te metas en problemas.
-Sí madame- e hice un ademán de un soldado, colocando mi mano en la frente.
-Sonsa, como sea, pensé que Poché se quedaría más tiempo.
-Tenía cosas que hacer. - respondí algo nerviosa.
-Ni modo, ¿dónde estarán esas muletas?
-Creo que están en el cuarto de lavandería.
-Vale, iré por ellas.
Mientras Pau se iba, cogí mi celular, busqué a Poché y traté de escribirle algo.
Intento 1: Soy Dani, quiero saber cómo estás.
Borré todo.
Intento 2: hola, soy Dani... Cómo andas?
Y así seguí hasta que regresó Paula.
-Bueno señorita despegate del celular y ayúdame.
Me paré y empece a saltar/caminar hacia mi cuarto.
Ya estaba tan acostumbrada a las muletas que en menos de 5 minutos ya había llegado a mi habitación y echado en mi cama.
-Bueno señorita Daniela, la dejo descansar. Cuidate y espero que te mejores super pronto.
Debido a que había dormido en la tarde, no me dio ganas de volver ha hacerlo por lo que me acurruqué en la cama y me puse a ver partidos de golf de las altas ligas, la cual me llamó mucho la atención uno que decía : Proeza del golf Germán Calle.
En este pude ver lo lejos que avanzaba la bola por el campo con un solo golpe, sin hacer movimientos inecesarios y con una concentración que parecía que no escuchara todos los aplausos y comentarios de la gente y locutores que se encontraban en la zona. Sin duda mi padre es un gran deportista, si tan solo tuviera la pasión que el tiene al jugar.
No debo sentirme así, menos ahora que sé que estoy mal del pie.
Sin necesidad de verlo sabía que se veía muy mal, pero valió la pena, si no fuera por ese accidente ahora no hubiera tenido el número de Poché.
Así que antes de dormirme, cogí mi celular para tratar de mandarle un mensaje a Poché.
Intento 10: Buenas noches Poché , soy Dani. Espero que estés bien.
Lo mandé y me dormí.

Esa misma tarde después de ese mensaje de texto.

Me subí al primer taxi que encontré para llegar lo antes posible a mi casa.
¿Qué habrá querido decir mi papá y por qué necesitaba que llegara rápido a la casa?
No paraba de mover el pie y molestarme la cara todo el recorrido.
Pagué al señor, y me dirigí a la puerta. Pude escuchar unos pequeños murmullos, al parecer mi padre conversaba con alguien.
Entré a la habitación y vi a un señor con una pinta de ejecutivo y un gran folder amarillo apoyado en la mesa.
Valentina, quien sujetaba la mano de mi papá, buscó mis ojos y me hizo sentar a su lado.
-Como verá señor Garzón, por más que no quisiera cobrarle el financiamiento para que siga pagando el tratamiento de su esposa, las políticas del banco no me permiten hacerlo. Tiene una deuda con nosotros y tenemos su firma en este contrato donde hipoteca la casa; es más, me han informado que pronto le llegará una carta de desalojo. - dijo el hombre de traje de una manera calmada y seria.
-¿Cuándo será el desalojo? - dijo Valentina al ver que mi padre no podía expresar palabra alguna.
- Estaría llegando la carta en 10 días hábiles y usualmente se le da de 60 a 90 días para desalogar la vivienda.
-¿Cuál sería la otra solución que nos podría dar? - dije tratando de buscar otra alternativa para no quedarnos sin casa.
- Sería que paguen toda la deuda antes de los siguientes 60 días pero dado los intereses ganados por el préstamo, la nueva deuda a pagar sería de 259000 dólares.
Las lágrimas de mi padre empezaron a brotar y se acurrucó en mi hermana.
-Bueno, ya sin más que decir me retiro, que tengan buena noche.- y se fue dejando unos papeles sobre la mesa.
Los tres nos abrazamos y no hicimos más que llorar por casi 30 minutos en el sofá.
Luego, cada uno fue a su cuarto a dormir o a pensar en qué hacer para poder vivir cuando no tuviéramos casa.
Repasé todo lo que esto podría implicar en mi vida:
¬Dejar el golf ya que es un deporte muy caro,por lo que supongo que este será mi última competencia.
¬Buscar un trabajo normal y aburrido para ayudar con las cuentas a papá, podría ser digitalizadora, suelo escribir muy rápido en la computadora aunque no puedo ser muy exquisita con lo que me pague ya que usualmente no se gana mucho o podría trabajar en un restaurante para poder tener almuerzo gratis y traerme un poco de eso a mi familia.
Ya mañana a primera hora me encargaré de hacer mi currículo y ver lo que la suerte me depare, dije para tratar de tranquilizarme y dejar de recordar la cara de angustia de mi padre y hermana.
Di vueltas en mi cama por horas, no podía conciliar el sueño, no pude más y empecé a hacer un pequeño CV. Hice un pequeño borrador de este y me volví a meter a la cama, otra vez el insomnio se apoderó de mí.
A las 12:30 am un pip sonó.
Mensaje de un número desconocido.
Sorreí al verlo, me sorprendió que me escribiera hoy, su mensaje me hizo recordar los buenos momentos que he tenido últimamente desde que la conocí, el baile, la fuga, la comida en el restaurante, las gomitas feas, etc. Con estos en mente escribí un pequeño mensaje y pude conciliar el sueño.

La Copa - Caché Donde viven las historias. Descúbrelo ahora