Prólogo

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Sophie está corriendo en el patio, siguiendo a una mariposa, la cual evidentemente no quiere ser atrapada por ella. Para tener 4 años es una niña muy lista, nos ha sorprendido en distintos aspectos: hace un año ya había aprendido a leer, su impaciencia alimentaba su curiosidad. Nosotros nos limitábamos a darle una lección diaria del libro de "Aprende a Leer". Ella tomó el libro y comenzó a asociar las letras y palabras con las ilustraciones que este mostraba; cuando tenía alguna duda nos preguntaba, y así poco a poco fue aprendiendo cada vez más.

En un abrir y cerrar de ojos la pequeña Sophie Harper ya sabía leer.

Y aquí estoy, sentado en un taburete junto a la isla de la cocina, contemplando y admirando el producto de un amor maravilloso, sintiéndome orgulloso de ella, de Mary y de mí.

—James, ¿me ayudas, por favor, con las cebollas? —pide Mary, interrumpiendo mis pensamientos.

—Claro, amor. —Me dirijo hacia el mesón, me coloco justo a su lado y empiezo a picar las cebollas.

Mientras tanto me doy el placer de contemplar a mi esposa, tan llena de vida, trabajadora, radiante y con una energía de mujer embarazada, luciendo su fantástico vientre de 6 meses en ese camisón azul que le queda excelente.

La amo.

Me ama.

Nos amamos.

Me mira sonriendo, mientras levanta la vista ligeramente a la vez que sigue picando pimientos y posteriormente los tomates.

—¿Qué tanto miras? —me pregunta divertida.

Dejo lo que estoy haciendo y la tomo de la cintura con cuidado. La miro fijamente a los ojos.

—A ti —le digo, con una media sonrisa en mis labios.

Sin previo aviso, la acerco hacia mí para besarla, sentirla... 6 años de casados ya, otros 16 años desde que iniciamos este noviazgo. Uff, ¿cómo hemos logrado llegar a tanto?

Me mira y le devuelvo la mirada, le digo que será mejor que cocinemos o Sophie se pondrá histérica —es muy impaciente—; ella asiente, me da una nalgada y vuelve a picar sus pimientos. Le encanta nalguearme, como si yo tuviera demasiadas nalgas. No puedo evitar soltar una carcajada. Ella me mira y ríe pícaramente.

—¡Se escapó! —dice Sophie al entrar a la cocina, haciendo culminar nuestras risas.

—¿Qué pasó, bebé? —Me pongo de cuclillas para quedar a su altura.

—La mariposa escapó. —Cruza los brazos y hace puchero.

—Pronto lograrás atrapar una, princesa —le tomo sus brazos y los hago soltar—. Solo sé paciente, ¿sí? —Lo creo muy difícil. La beso en la frente y me devuelvo a seguir con la tarea de cortar las cebollas.

—Bueno, papi. —Da un corto suspiro y se dirige al patio otra vez, con su casa de muñecas.

Es maravilloso tener esta vista desde la cocina al patio; puedo contemplar a mi pequeña, mi bella hija, siendo ella, mientras espera emocionada la llegada de su nuevo hermano.

Tendrá alguien a quien cuidar.

Alguien con quien jugar.

Alguien al que enseñarle las pocas cosas que sabe.

Me brotan lágrimas, y la verdad no sé si es por la emoción mirarla o... las cebollas. Me río discretamente

—Estás muy chistosito hoy —me dice Mary mientras comienza a guisar la carne, y ríe conmigo.

—Pues sí. — Sonrío y le cedo las cebollas ya picadas.

Después del almuerzo lavo los platos y Sophie me ayuda. Está sentada en el mesón, junto al fregadero. Siento que me mira con sus grandes ojos curiosos me miran con curiosidad. La veo y se pasa la mano por su lisa cabellera castaña.

Es tan bella.

—Papi.

—Dime, hijita.

—¿Cómo conociste a mamá?

Su pregunta tan de repente me desconcierta un poco. ¿A tan corta edad ya quiere saber eso? ¿Cómo se lo contaré?

—¿En realidad quieres saber eso ahora, bebé? —le pregunto, sorprendido.

—Sí, papi. Quiero escuchar su historia de amor. —Abre los brazos, emocionada.

Bueno, recordar esto es demasiado fácil para mí, ¿cómo olvidar tan hermosas etapas de mi vida? Obviamente le omitiré algunos detalles, no está en edad para comprenderlos, pero sí, estoy de acuerdo en que debería contarle mi "historia de amor" con su madre.

Quizá lo olvide.

Tiene 4 años.

¿Lo recordará en un futuro?

¿Lo olvidara y tendré que contárselo nuevamente?

La verdad no me molestaría contársela una y otra vez, me ayudaría a que no la olvide yo.

Pero... ahora, en este preciso instante... No, no lo creo posible. Debo entrar a mi mente y rebuscar esos profundos recuerdos, y luego explicárselos a Sophie de un modo que lo comprenda.

—Bueno, querida. Debo repasar todo eso minuciosamente y mañana te lo contaré, ¿sí?

Ella suspira y me dice que está bien, después de confundirse quizá por no saber que significa "minuciosamente". La bajo del mesón y se dirige a su habitación a descansar.

Mary aparece detrás de mí, abrazándome hacia su cuerpo, pone sus manos sobre mi pecho... uff...

—Está emocionada porque se lo cuentes —me dice.

Termino con los platos, me doy la vuelta, y beso a mi mujer. Suspiro, y la tomo en mis brazos.

—También me emociona contárselo.

Ya es hora de hacer renacer mis más profundos recuerdos y hacer recuento de este amor.

Romance de 10 Cuerdas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora