Nuestro primer beso

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Narra Daiki

El mejor día de mi vida. Sin duda.

Al final, Kioko y yo hemos pasado toda la tarde del sábado juntos en el parque de atracciones.

Ha sido como una cita. Nos hemos montado en bastantes atracciones, hemos comido algodón de azúcar y le he conseguido un oso de peluche, que según ella se parece a uno que sale en un yaoi... Junjou... Creo...

Ahora la estoy acompañando a su casa. Típico, lo sé.

—¿Qué habrá sido de Hiro y Kou?

—El lunes lo descubriremos.

—Sí, tienes razón.

Va agarrando su peluche con las dos manos. Esto me impide agarralas. Pero tengo intención de hacer algo antes de dejarla en su casa. El problema es que no sé ni qué, ni cuándo, ni cómo.

—Daiki, ¿te lo has pasado bien?

—Genial. ¿Tu?

—Yo también. Me alegro de que Kou haya venido. Si no hubiera sido así... No habría podido pasar la tarde contigo.

Eso me ha sorprendido mucho. Mucho. Eso significa que tengo posibilidades, ¿no?

—Hahaha... Te has sonrojado hasta las orejas. Baaaaka.

—Es que... No me lo esperaba. Y yo también me alegro de que hayamos estado solos.

Agarra el peluche con una sola mano y me extiende la otra. Tomo su mano con cuidado.

Ahora mismo, no me importaría morir, moriría feliz. Muy feliz. Creo que al maquillador de la morgue le haría gracia ver mi cara. No creo que vea muchas caras así...

—Hemos llegado. Gracias por la tarde de hoy Daiki.

—Gracias a ti.

Me sonríe y rápidamente entra en casa...

Espera...

¿¡Ya está?! Me esperaba algo más... No sé... Una despedida algo mas dramática, tal vez.

¿Acaso ella no siente un terremoto dentro de su estómago? ¿Soy el único? ¿Soy el único que todavía no quiere irse a casa?

Pues aquí me quedo. Me siento en la puerta de su casa. No hace mucho frío así que estaré bien. En algún momento me verá, saldrá y... ¡Haré algo!

Vale, definitivamente, soy estúpido.

—Daiki, ¿por qué sigues aquí?

—¿Sinceramente?

—Sí.

—Porque todavía no quiero despedirme de ti.

—No eres el único... Si me he despedido rápido, ha sido porque si alargara la despedida me costaría mas entrar en casa.

—¿En serio? Pensaba que era el único que se sentía así...

—¡Baka!

Da un paso hacia delante. Me toma la cara con sus dos suaves manos y antes de que yo pueda reaccionar, sus labios se acercan a una distancia peligrosa de los míos y susurra.

—Baka...

Justo después la distancia que separaba nuestro labios ha desaparecido. Ella me ha robado mi primer beso.

Cuando abro los ojos sus labios ya no están. Me dice adiós con la mano y dejandome medio o enteramente tonto, entra en su casa.

Me tiembla el pulso y el corazón me va a mil. Ha sido ella. La dueña de mi corazón y mi alma ahora también es la ladrona de mi primer beso.

Enamorado de una FujoshiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora