1-. Moody

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______ Haakosson

Haakosson, un gran apellido, solo porque era el de mi difunta madre. No la culpo por irse de este mundo, con un padre como el mio, igual lo haría.

  —¡_____, cariño, ven!— llamo mi padre, desde fuera de nuestro hogar, si es que se le podía llamar hogar.

Busque mi hacha y fui a fuera, lo vi caminando a la distancia, comencé a correr y me ubique a su lado, esperando a que me dirigiera la mirada o alguna palabra.

  —Hija, algún día, tomarás mi lugar y debo estar seguro que sabrás llevarlo tan bien como yo—dijo sin mirarme, claro, nunca lo hacía.

  —Papá...te he dicho un montón de veces...— fui interrumpida.

  —¿No te das cuenta?, este es un gran trabajo, digno de alguien valiente, fuerte y determinado

  —¿De qué nos sirve matar dragones? ¿En que nos beneficia eso?, solo estamos acabando con sus vidas, ¿No crees que es mejor dejarlos en paz?— Dije deliberadamente.

  —Qué me estas diciendo?—se volteo a mirarme luego de mucho tiempo —Matar dragones lo es todo, son una plaga. ¿En qué nos benefician?, tenemos más poder, dominaremos sobre nuestros enemigos por nuestras hazañas.

  —¿Llamas "hazañas" al hecho de matar dragones?— lo mire desafiante —¿No entiendes que yo no quiero esto?. Claro, ¿por qué te importaría lo que tu hija quiere?, a Grimmel solo le importa asesinar dragones. 

   —No es lo que TÚ quieras, debes ver el bienestar de los demás y para lograr eso, acaba con las plagas.

No me servía de nada seguir discutiendo con él, es muy terco, no cambiará de opinión.

  —Claro papá...iré a ver a los dragones— estaba a punto de irme.

  —Sí, necesito que veas cuál puede ser mi próxima víctima.

Asentí y me dirigí a la prisión de los dragones, si tan solo pudiera liberarlos.

Camine entre la gente hasta dar con el lugar que suelo frecuentar.

  —¿El jefe te mando?—me dijo uno de los guardias, lo mire mal y se hizo a un lado para dejarme pasar a las jaulas de los dragones. Me abrió la puerta y cuando entré, él la cerró.

Camine entre las jaulas, acariciaba a algunos dragones y les sonreía.

Llegué a mis destino.

  —¡Moody!— le sonreí, abrí la jaula y fui a acariciar al dragón negro con toques amarillos —¿Cómo has estado? ¿Tienes hambre?

 Acaricie la cabeza de el dragón, nombrado por mi como Moody. Había perdido un ojo cuando mi padre, y sus hombres lograron cazarlo y traerlo aquí. 

  —Parece que tu ojo esta mejor, amigo— acaricie al dragón y este se acomodo a mi lado. —Algún día te sacaré a ti y al resto de aquí, no son malos como mi padre cree.




Desde que te conocí [Hiccup y tú] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora