Scandal in the office *TERMINADA*

Capítulo 11

  No dijo más, pero ella captó las implicaciones. Si Donghae no tenía dinero y además la engañaba con otra, eso apuntaba a la única razón por la que iba a casarse con ella.
Odió llegar a la conclusión de que su padre había tenido razón. Si bien Donghae había sugerido la posibilidad de redactar un contrato prenupcial de separación de bienes, había parecido muy aliviado cuando ella, estúpida romántica, había dicho que era innecesario. Y, hubiera o no acuerdo prenupcial, Donghae habría disfrutado del estilo de vida que ella podía permitirse gracias a sus ingresos y a su asignación de fideicomiso.
Por si eso no fuera suficiente, se sintió, por segunda vez, beneficiaría de la equívoca galantería de Siwon. Pretendía impedir que viera las pruebas más sórdidas de la infidelidad de Donghae.

-¿Intentas protegerme, Siwon? -lo retó-. ¿No te parece que es un poco tarde para eso?
-No actúas como una mujer que acaba de descubrir que su amor la engaña -dijo él, impasible.
-¿Estás cuestionando la fuerza de mis sentimientos por Donghae?

El la miró fríamente.

-Eres increíble, ¿sabes? Primero, haces que investiguen a mi prometido, después cuestionas mis sentimientos. ¿Tanto te gusta echar sal en las heridas?
-Me limito a expresar los hechos.
-¿Esperabas que me echara a llorar delante de ti? -espetó ella.
-Supongo que las lágrimas llegarán cuando se te pase el enfado.

Eso fue la gota que colmó el vaso. Dio un paso adelante e intentó quitarle el sobre, pero él fue más rápido. Apartó el sobre y ella chocó contra él.
Saltó para quitárselo, pero él era más alto y más fuerte.

-¡Maldito seas! -masculló entre dientes. Las lágrimas le quemaban los ojos. Por lo visto, su destino era que los hombres le amargaran la vida.
-Maldito soy -replicó él, con voz gélida.
-Nunca has sentido el aguijón del rechazo, ¿verdad? Oh, noooo, claro que no. Tú eres don Perfecto. Don Arregla todo.
-No tienes ni idea de nada.
-Claro, me olvidaba -dijo ella, limpiándose una lágrima-, Eres un hombre. Tú no tienes que preocuparte de tu reloj biológico, ni de que tu madre tuviera menopausia prematura, ni de haber cumplido los treinta y acercarte a los treinta y cinco sabiendo que tu fertilidad puede acabar antes de lo que desearías.

Mientras le escupía eso a la cara, se dio cuenta de que él se había puesto rígido como una roca, helado.

-Ya nunca tendré un bebé.

Entonces, para su vergüenza, las lágrimas afloraron a sus ojos y empezaron a surcar sus mejillas.
Siwon dejó el sobre en la mesa y agarró sus brazos, mientras ella sollozaba con desconsuelo.
Posó la boca en la suya y la apoyó contra la pared.

Atónita, ella se quedó inmóvil.

El asaltó su boca y ella se perdió en la sensación. Su cuerpo duro y fuerte se apretaba contra ella, y captó el aroma a jabón de su piel. La ira y la frustración fluyeron fuera de su cuerpo y le devolvió el beso.
Fue un beso brutal, una batalla de voluntades. Ella emitía sonidos que era una mezcla de gemidos de placer y gruñidos de frustración airada.

Siwon había invadido su casa, despojándola de toda coraza de protección, exponiendo su vulnerabilidad, para luego tener el descaro de besarla.
Intentó liberarse, pero él la sujetó con su cuerpo y alzó la mano para sujetar su cabeza e impedir que la moviera.
Su boca ardiente la devoraba y ella sintió que toda su piel chisporroteaba como puro fuego.
Finalmente, consiguió reunir los últimos retazos de pensamiento racional y apartó la boca de un tirón. Lo empujó con las manos y se libró de él.
Los sollozos de antes habían dado paso a una intensa ira. Todo lo que sentía en contra de su padre y de Donghae se concentró en Siwon.
Confusa e inquieta por el beso, dijo lo primero que se le ocurrió para herirlo.

-¿Creías que estaría madura para caer en tus manos ahora que Donghae ha demostrado ser infiel? -preguntó, temblorosa-. ¿Qué estaría tan devastada como para...?

No terminó la frase. «Tan devastada como para plantearse aceptarlo a él».

-Créeme -masculló Siwon con expresión gélida-. «Devastada» es la última palabra que utilizaría para definirte.

Antes de que ella pudiera replicar, se dio la vuelta, fue hacia la puerta y salió. Se cerró a su espalda con un portazo.
Ella corrió a la ventana y lo vio salir y subir a su Porsche descapotable.
En ese momento se dio cuenta de que tenía dos dedos puestos en los labios... esos labios que aún sentían el impacto del beso de Siwon.