Capítulo 28

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  A la mañana siguiente Siwon se despertó con una sonrisa en los labios. Tenía la placentera sensación de estar emergiendo de la neblina de un sueño erótico.
Cuando los últimos jirones de niebla se disiparon, recordó lo ocurrido la noche anterior.
Se había acostado con _______ Tremont.

Nunca había sentido una conexión tan intensa practicando el sexo.
La cama se movió bajo su peso cuando se puso de costado y se apoyó en un codo.
______ tenía los ojos cerrados, pero era obvio que se estaba despertando.
Su melena negra como la noche estaba desparramada sobre la almohada, y sus largas pestañas parecían tinta china sobre la suavidad lechosa de su piel. Tenía los labios entreabiertos, hinchados, suaves y apetecibles.

Él rememoró escenas de la noche anterior. Recordó con cuánta pasión le había devuelto sus besos y la destreza con la que había utilizado su boca... Empezó a sentirse excitado.
______ se movió y apoyó la pierna contra la de él.
Un momento después, sus ojos se abrieron.

-Buenos días -dijo él.
-Eh... hola.
-Estaba contemplando cómo te despertabas.
-¿Eso hacías? -sus ojos se ensancharon.
-Lo de anoche fue... -buscó en su mente una palabra que pudiera hacerle justicia, pero tuvo que conformarse con una que no estaba a la altura- fantástico.

Deslizó la mano por su pierna con una caricia lenta. En ese momento le gustaría repetir lo ocurrido la noche anterior. Miró su boca y pensó que, de hecho, no se le ocurría ninguna manera mejor de pasar la mañana.
Se inclinó para besarla, pero justo cuando iba a tocarla, ella apartó la sábana y salió de la cama de un salto.

-¿Adónde vas? -preguntó él, divertido.

Al mismo tiempo, no podía evitar disfrutar de la vista. Tenía un cuerpo fantástico. Recordó la foto que había visto numerosas veces en el despacho de Marcus: ______ adolescente, vestida con su traje de ballet y haciendo una pirueta.
______ recogió el sujetador y las braguitas del suelo y echó un vistazo al despertador que había en la mesilla.

-Es sábado. Tengo... tengo que trabajar. Esta noche hay una función en el MOMA.
-Estaré allí.
-No estás invitado.
-Tengo mis contactos -bromeó él-. Y el más importante es una conocida planificadora de fiestas.

Ella no contestó. En vez de eso se puso las bragas sin dedicarle una mirada.
La sonrisa que curvaba los labios de él se desvaneció. Empezaba a tener la clara impresión de que ella pretendía librarse de él y no le gustaba nada la idea.

«Eres mi aventura de consolación». Recordó sus palabras, que había escuchado difuminadas tras una neblina de deseo.

«Ni en sueños», pensó.

Después de lo que habían compartido, no estaba dispuesto a permitir que ella lo dejara de lado como si fuera cualquier cosa. Apartó las sábanas de su lado y se puso en pie.
Ella se ponía el sujetador cuando llegó a su lado.

-¿Vas a marcharte tan pronto? -preguntó.
-Tengo... tengo que encontrar los zapatos -dijo ella, mirando por el suelo.

Cuando se agachó para buscarlos, él agarró su antebrazo y la detuvo.

-No voy a dejar que huyas de esto.
-No sé a qué te refieres -ella se enderezó, echándose el pelo hacia atrás.
-Me refiero a que tienes miedo y estás huyendo, ________.
-¿Miedo de qué? ¿De ti? -preguntó ella con desdén-. No soy Caperucita Roja, ni tú el Lobo Feroz.
-Es una lástima, porque estoy hambriento de ti.  

Scandal in the office *TERMINADA*Where stories live. Discover now