Capítulo 3

135 7 0
                                    

Una melodía interrumpe mi sueño, y con pereza agarro el móvil, que está sonando. Sin mirar ni quién es, contesto bordemente.

- ¿Quién coño se atreve a despertarme?

- Qué buen humor tienes por la mañana, hija mía.

- ¡¿Mamá?! -mis ojos se abren como platos y me siento en la cama de golpe.

- ¿Tanto te duran a ti las borracheras? ¡Soy Denis, idiota!

- Joder, vaya susto...

- ¡Buenos días, fiestera! Vamos, a estas horas más bien debería decir "buenas tardes" ¿Cómo puedes dormir tanto?

- ¿Qué hora es?

- Las cinco y media de la tarde.

- ¿En serio? -empiezo a reírme, pero paro al instante- Qué dolor de cabeza, dios.

- Eso te pasa por beberte tres botellas de Beefeater, bestia.

- No seas exagerada, sólo fueron dos o tres vasos.

- ¿Dos o tres vasos multiplicados por cuánto? ¿Por tres? ¿Quizá diez?

- Que no, joder, que no fue tanto.

- Dime cinco cosas que recuerdes de ayer.

- Pues que fui contigo a una fiesta, que bebí, mmm... ¿baile? Sí, puede ser.

- (Tn), bailaste con quinientos chicos, te subiste a una mesa para continuar tus bailes, y acabé llevándote casi inconsciente a tu casa. Te parecerá bonito.

- Me cago en todo... ¿en serio zorreé?

- Siendo mi amiga, no me gusta decirte esa palabra, pero cualquiera que te viera pudo pensar que sí.

- Madre mía. ¿Si me suicido me echarás de menos?

- Solo lo necesario, tampoco mucho.

- Entonces me voy a tirar por la ventana. Hasta nunca, idiota.

- No digas ni hagas tonterías, anda. ¿Quieres que vaya a tu casa y pasamos la tarde juntas?

- No, me caes mal, te odio, bicho.

- Estoy allí en media hora.

- ¡Adiós, guapa!

Menuda resaca tengo... Y mañana tengo que ir al instituto. ¿Por qué, señor? Ahora me tomaré algo para ver si se me pasa y Denis me ayuda a hacer los deberes que tengo. Menos mal que es el principio de curso y tengo pocos, porque sino me suicidaba de verdad.

Me estirazo en la cama como si fuera un oso y, perezosamente, me levanto. Aún sigo con la misma ropa de anoche, maquillada, y con las lentillas. ¡Oh no, mis ojos! Corro al cuarto de baño y me asusto al mirarme al espejo.

Los ojos irritados e hinchados, el rimel y el eyeliner manchando de negro toda mi cara, el pelo... mejor no mencionarlo. No sabría decir con exactitud si seguía teniendo coleta o no, ahora tenía un nido de pájaros en la cabeza.

Sin otra alternativa que pase por mi mente, me decido a ducharme. Lo primero que hago es quitarme las lentillas y, con una toallita, intentar retirar gran parte del maquillaje. A continuación, me desnudo completamente y me doy una ducha rápida, calentita y relajante.

Cierro los ojos para perderme en mi mundo, dejar la mente en blanco... Cuando suena el timbre. Denis.

Salgo rápidamente de la ducha y me enrollo en una toalla. Corro hacia la puerta, tras los insistentes timbrados de Denis, y le abro la puerta con cara de pocos amigos.

El besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora