Capítulo 21

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- Eloy, vamos a dormir.

- ¿Pero tienes sueño?

- Claro, y tú también deberías.

Una vez cerrada la puerta de la habitación de Eloy, me dispongo a retirar las sábanas para entrar en la cama. Aunque parece que mi chico no tiene muchas ganas de dormir. De repente, siento cómo me empujan desde atrás y caigo a la cama medio deshecha.

- ¡Se puede saber qué haces! - grito en un susurro. Debo decir que se me hace difícil contenerme la risa.

- Eres muy manejable.

- Y tú un cretino.

- ¡Oye! Que yo no te he insultado. Por cierto, ¿cómo piensas dormir?

- Generalmente, lo hago tumbada.

- Ja, ja. Muy graciosa. No pensarás dormir desnuda en mi cama en nuestra primera noche, ¿cierto?

- Para tu mala suerte, no. Dame una camiseta.

- ¿Cómo? Osea, te cuelas en mi habitación dispuesta a ocupar mi cama, ¿y sólo se te ocurre dar órdenes?

- Has sido tú el que me ha dicho que duerma contigo. Sé que te mueres de ganas, grandullón.

- ¿Prefieres dormir en el sofá-cama? - dice mientras se acerca a mí, lentamente.

- Te propongo algo. Qué te parece si me prestas una camiseta.

- Ahá - da un paso más hacia mí.

- Yo duermo sobre el lado derecho de la cama.

- Ahá - otro paso más.

- Y tú duermes a los pies de la cama como mi perrito guardián. Vigilando la puerta - veo como una risa intenta salir de sus labios, pero se contiene.

- Ahora te propondré yo lo siguiente. ¿Estás blandita?

- ¿Perdón?

- ¡Esta noche serás mi almohada!

Se abalanza sobre mí dejando caer todo su peso sobre mi cuerpo. Intenta acomodarse apoyando su cabeza sobre la mía, mientras yo no puedo contener la risa. Todos mis intentos por echar a un lado a Eloy se ven fracasados.

- ¡Vaya almohada más ruidosa e inquieta! Me pregunto dónde la habrá comprado Mike.

- ¡Eloy, me ahogo!

Entonces, unos sonoros golpes suenan en la pared. Eloy tapa mi boca con su mano haciendo que mi risa se silencie.

- ¡Dejad de hacer ruido! ¡La señora ha dicho que es hora de dormir!

Se oye al otro lado de la pared a Shawn, acompañado de risas. Parece que su habitación está pegada a la de Eloy.

- ¡Silencio! ¡No me dejáis disfrutar del masaje que me está dando Dai! - se oye en la pared paralela. Las tres habitaciones están en línea - ¡Auch!

- ¡Cállate, Mike! ¡Es un mentiroso, no le hagáis caso!

Las risas vuelven a inundar el apartamento de los chicos. Miro el reloj y compruebo que son las seis y media de la mañana. Todos vuelven a estar en silencio, por fin. Eloy sigue encima mía, pero esta vez ha echado su peso en un lateral para no asfixiarme. Finalmente, destapa mi boca. En ese gesto observo cómo su mirada apunta directamente a mis labios. Se relame.

- Creo que ahora sí es hora de ir a dormir, gordinflón.

- ¿Me acabas de llamar gordo?

- ¿Acaso no eres consciente de que casi muero por asfixia?

- (Tn).

- ¿Qué?

- Todo me da vueltas.

Su comentario hace que de nuevo aparezca mi risa, pero esta vez en un tono más suave. Dejo que se coloque en la cama mientras investigo dentro de su armario. Le cojo una camiseta negra con el símbolo de Nike que encuentro en uno de los cajones.

- ¿Me la prestas?

- Ven aquí, anda. Tengo frío.

- Está bien. ¡Pero no mires!

Veo cómo se tapa la cara con las manos. Procedo a quitarme el vestido y los tacones, quedando en ropa interior. Cuando consigo sacar la cabeza por el agujero de la camiseta, me doy cuenta de que Eloy ha dejado unas pequeñas ranuras entre sus dedos, observando así toda la escena.

- ¡Pero serás descarado!

Mientras se ríe como un niño pequeño, corro hasta la cama y me tapo con las sábanas. Me doy la vuelta dándole la espalda y apago la luz de la mesita de noche.

- No te enfades, ratona. ¿No me vas a dar un beso de buenas noches? Vamos, por mi cumpleaños.

- Ya no te vale esa excusa. Dejó de ser tu cumpleaños a media noche.

- Aunque sea un beso como amigos - susurra en mi oído.

Me pongo bocarriba, teniendo a Eloy sobre su costado mirándome fijamente. Su mano reposa sobre mi estómago haciendo pequeñas caricias sobre éste. La poca luz que entra por la ventana hace que su rostro se vea aún más bonito que de día. Si es que eso es posible.

- Me ha gustado mucho el día, ¿sabes?

- Y yo me alegro de haber sido parte de él.

- No sabes el papel tan importante que has jugado hoy para mí. Hacía mucho que no me lo pasaba tan bien.

- Me gusta saber eso, Eloy - le paso la mano por la mejilla creando pequeños círculos. - Te estás ganando mi confianza en poco tiempo. ¿Me estoy equivocando al dártela?

- Creo que no - se ríe haciendo que me contagie.

- Más te vale que no me equivoque. No sabes de lo que soy capaz.

- Uh, qué miedo.

Con una sonrisa en sus labios se vuelve a instalar el silencio en la habitación. Un silencio nada incómodo. Su mano pasa de mi estómago a mi mejilla, acariciandome con su dedo pulgar. Recorre mis labios despacio, haciendo que mi boca se abra por inercia. Sus ojos de desvían hacia su dedo pulgar. Los dos sabemos lo que va a pasar, a la par que sabemos que ambos lo deseamos con la misma intensidad. Pero algo dentro de mí me detiene.

- Necesito tiempo -digo, cogiendo su mano con delicadeza.

Su expresión cambia de repente a sorpresa. ¿O tal vez es decepción?

- Quiero que salga bien. No quiero ir tan deprisa.

- Saldrá bien, confía en mí.

- Por favor, Eloy.

Con un suspiro, veo cómo asiente con la cabeza sin cesar sus caricias. Vuelvo a darme la vuelta y esta vez mi espalda choca con su pecho. Abrazados.

- Gracias por entenderme.

- Buenas noches, ratona - susurra regalándome un beso en el oído.

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