Padre (1 pate)

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cursiva-pasado

Capítulo 10 ..... "Padre"

Caminaba a paso lento por el muro, le gustaba mucho apreciar la dualidad del lugar. Ese enorme muro hecho de madera, piedra, acero y cemento marcaba una gran diferencia. En su interior se encontraba una pequeña ciudad, de construcciones modernas, luz eléctrica, agua potable y gente devota a la iglesia, llena de vida y esperanza. Y fuera de él... la antigua ciudad de Berck, devastada por guerras, desastres naturales, enfermedades y demás calamidades, llena de edificios viejos y casas abandonadas, cubiertas de maleza y polvo.

El muro era una clara división entre la vida y la muerte, entre el pasado y el presente.

Mientras caminaba se preguntaba, ¿él se encontraba en el centro de esta dualidad?, ¿o era él quien la provocaba?

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Ya era de noche cuando el padre llego al vaticano, cuna del poder y fe en su orden, El hombre fue alojado en una casa a dos cuadras de la capilla Sixtina, la humilde choza tenía más de treinta habitaciones y una gran cantidad de sirvientes, listos para atenderle.

Molesto aventó la maleta a la cama, ¡no tendría por qué estar ahí!, ¡ese no era su lugar!, se despojó de su sotana, quedando con un pantalón de mezclilla y una camisa blanca, no necesitaba nada más. Decidió cenar y acostarse temprano, algo le decía que el día de mañana sería muy problemático.

La cena no fue de su agrado, todo le resulto seco e insípido, y la compañía (tres templarios acudieron a cenar con él) peor, por horas escucho las grandes proezas de sus viejos conocidos, eran las cuatro de la madrugada cuando finalmente logro retirarse a descansar. Se tumbó en su cama mirando su mano, una sonrisa sincera se formó en su rostro, cerró los ojos recordando el momento...como deseaba volver a hacerlo, tocar todos los días esas finas hebras de cabello cobrizo, pero, por desgracia...no podía hacerlo.

Cansado se hecho a dormir, su sueño no fue nada placentero, el miedo y la incertidumbre le consumían, solo suplicaba que el menor hiciera caso de sus advertencias.

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La guardia era monótona, caminar en círculo todos los días, sin nada más que hacer, aburría a sus compañeros...pero a él no, le fascinaba el silencio y la paz que reinaba, prefería mil veces eso a tener que cumplir con... "su deber", un deber al que su familia fue condenada por uno de sus antepasados.

Continúo su recorrido...solo, sus compañeros se habían marchado a dar una vuelta por la ciudad, él no se negó a suplirlos, prometió llamar de ser necesario. Las estrellas brillaban y el silencio era abrumador, pero eso no importaba, la calma era muy apreciada para ese templario...por desgracia no duro.

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La Capilla Sixtina era una de las estructuras más hermosas en toda la tierra, miles deseaban conocerla, y millones vivir bajo su muro protector...pero el padre Tomas lo único que deseaba era alejarse de ahí.

El hombre caminaba, a paso lento, por un enorme pasillo, adornado con pinturas renacentistas y jarrones de porcelana, escoltado por dos jóvenes templarios. Llego a una enorme puerta de roble blanco (adornada con el relieve de un ángel femenino), los jóvenes le abrieron la puerta y él ingreso con paso firme.

Era una sala inmensa, bellamente decorada, con un hermoso candelabro de cristal cortado, esculturas de los siete arcángeles por toda la sala, plantas exóticas y unos incensarios de oro que desparramaban un aroma muy sutil. Una enorme mesa de cristal y madera blanca se encontraba en el centro, rodeada por 183 cardenales, vestidos de purpura y rojo, de distintas edades y razas. El ojigris soltó un suspiro molesto, todo el conclave estaba reunido ahí.

ReencarnacionWhere stories live. Discover now