SILENCIO

Capítulo: 20 Quiero ser Libre

Mis manos estaban manchadas de sangre de las agujas de los abetos afilados, pero me sentía aún algo ajena al dolor; y así permanecería almenos hasta sentir algo de calor. Podía persibir en mi pálida piel aquel color tan rojo de mi propia sangre que preferi desvíar mi vista hacia otro sector.

Frente a mi se formaba la carretera y comenze a caminar por ella, el negro pavimento estaba reluciente brillante y humedo a causa de la lluvia recién caída. Oía ahora el chapoteo del agua bajo mis pies, intentando no perder por completo la compostura.

De pronto me pregunté si sería capaz de seguir adelante con todo aquello, si en algún momento nuevamente recaeria. Mi vida se había tornado oscura una vez mas. Ahora pense en el sujeto que apuñale con un destornillador. La sangre en la pared los ojos del sujeto. Tan sorprendidos y asustados, tan negros tan brumoso tan absolutamente vacíos tal vez enojados y viendo a la nada en el suelo.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Pero continúe con mi postura. No me importaría si tenia que hacerlo de nuevo. No moriría. No me rendiría. No dejaría que Damián ganara nunca más.

El era mi enemigo y acabaría con el antes que el lo hiciera conmigo. Una palabra nueva nació en mi mente una palabra de la cual nunca antes me habría pensado aferrar, pero Damián me estaba empujando a ella una y otra vez desde el día en que nos habíamos conocimos y esa palabra era la: "Venganza". Si la justicia ya no tenía un sentido para mí encontraría una nueva y la aria dueña de mi así como Scott y Cristian y la mía sería la venganza. Por Peter, por Emilie y por mí.

Levante mi mirada a un brillo peculiar. Una luz a lo lejos me lleno de esperanza y mi pecho dio un brincó. No me queria llenar de falsas esperanzas pero si alguien estaba en esa casa podría ayudarme o podría simplemente ocultarme y recuperar en ella y recuperar un poco de calor corporal.

Camine lo mas rápido que mis heladas piernas me lo permitieron subiendo una colina mientras se largaba a llover nuevamente.

Llegue al porche golpee la puerta. Nadie abrió, nadie contestaba. Retrocedí un paso y volví a intentarlo aun mas ansiosa que antes. Mis puños zumbaron y me dolieron. Nadie contesto nadie estaba en casa nadie me ayudaría. Lagrimas se acumularon tras mis ojos. Pero las retuve. Me senté en el porche junto a la ventana abrazando mis piernas. Tenía demasiado frío pero si me quedaba quieta sería aún peor.

Una camioneta paso a gran velocidad por la carretera. Levante mi vista de el rincon en el que estaba y me heche a correr colina abajo baje solo dos pasos, los pinos y abetos por fin parecieron abrirse camino y acuñar mi cuerpo a la perfección dejándome pasar hasta la carretera.

- ¡Alto! Por favor detengase - Pedí y grité, pero una saliente raíz o talvez una simple rama caida me estorbo el paso y me desplomé sobre la humeda carretera de rodillas las cuales me ardíeron dolorosamente cuando tocaron en frío y humedo suelo rasgando mi ropa y piel con el impacto. Mi voz perdió poder debilitadose al gritar a la camioneta que frenará.

Cuando me puse de pie sobre la carretera ya era demasiado tarde. Le hice señas a la camioneta para que me viera. Levante las manos y las sacudí con fuerza medio saltando, medió brincando pero fue inútil.

Intente correr mojándome nuevamente pero por el dolor en mis rodillas solo camine junto a la carretera. Pensaba que algún auto pasaría por allí. No importaba quien tal vez si aun tenia algo de suerte vería el Jeep de Scott a lo lejos y lloraría de alegría. Pero eso no ocurría.

El viento sacudía mi ropa y azotaba las zonas de piel que no había conseguido tapar, pero casi me sentía
agradecida por ello: el frío me
mantenia despierta.

Además, si Damián y sus hombres salían a buscarme, el potente silbido del viento, les impediría oír mis movimientos.

Animada por estos pensamientos, me
arropé más con mi buso, me protegí la cara y casi ojos de la ventisca y empecé a caminar casi a ciegas solo firme y derecho.