Capitulo 38 Atracó

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El rostro de Cristian revela primero sorpresa y luego miedo, su boca se curva y lo escucho gritar pero ya es demaciado tarde.

El estallido truena frente a mí y es cuando lo sé, el vidrio se a quebrado por completo; ahora el viento se desliza con fuerza desprendiendo la gorra de mi cabeza y provocando que mi cabello se aloque. Caigo en picada sin saber con exactitud sobre qué y ruego que no sea el suelo. Las gotas de lluvia mojan mi rostro mientras cierro mis ojos a espera de el golpe, no me relajo ni endurezco la verdad es que no tengo tiempo a penar ni ordenar a mi cuerpo nada. Mi espalda al fin toca un fondo que acuna mi cuerpo, algo tieso en los lados pero no lo suficiente duro como para causarme daño. Los cristales caen a mi alrededor realizando un suave tintineo y cuando al fin abro los ojos solo veo difuminada la única luz del callejón mientras las gotas de lluvia mojan mi cara.

Estiro mi mano golpeando la caja metálica en la que me encuentro; un contenedor de basura mientras una extraña alegría me recorre porque al parecer al fin creo que la suerte deseaba estar de mi lado.

Prendi mis manos al duro y frío metal impulsandome hacia afuera, mis piernas temblaron con el impulso que hice pero logré sacar mi cuerpo del contenedor al mismo tiempo que me dejaba caer recostandome en el frío y húmedo suelo del callejón. Sabía que debía  ponerme de pie antes de que la lluvia lograra mojarme por completo pero mi cuerpo pesaba y un nuevo dolor viajaba por mi espalda.

Mi vista encontró en el suelo, la gorra que el detective Jonathan me había obsequiado y estaba muy junto a mi, me la coloque al mismo tiempo luego la capucha de mi campera intermitentemente arrugando el rostro por el nuevo dolor en mi espalda.

- Mierda - Masculle de dolor, levantando la vista más allá del callejón y viendo luces azules parpadeantes - Doble mierda - me quejé mientras recordaba la pesada cosa que llevaba oculta en la parte tracera de mi pantalón y la saque de el rápidamente.
El arma plateada oscura brillaba en mis manos, solo le dedique un poco de interés y casi sin mirarla la empuje con velocidad bajo el húmedo y sucio contenedor.

- ¡Policía! - Advirtieron.

- No me digas - Me burle.

Un sujeto uniformado se acercó a mi y con dificultad me puse de pie recostando mi peso sobre el contenedor.

- Llevatela - Ordeno uno de ellos

- ¿Que, porque? - Pregunte algo desconcertada.

El policía que hablo apenas me miro bajo su capucha que lo protegía de la lluvia y el segundo de ellos me ordeno que me volteara pero no lo hice. Con frustración más por la lluvia que por mi actitud este me empujo contra el contenedor.

- Más cuidado, okey - Pedí en una amenaza.

El policía apenas me presto atención y cuando termino de colocarme las esposas me arrastro camino a la patrulla, yo apenas podía seguirle el paso y caminar con claridad debido al golpe que me había dejado algo atontada pero aún así podía quejarme.

- No tienen derecho a hacerme ésto. ¿Me escucharon? No-lo-tienen - Recalque enfurecida.

- Sube - Me ordeno el policía y me empujó dentro del auto mientras coloca su mano en mi cabeza para que la bajara.

- No va a leerme mis derechos official - Grite ya sentada en la parte trasera de la patrulla.

- Tienes derecho a permanecer en silencio. Cualquier cosa que diga puede y será utilizada en su contra; también tiene derecho a un abogado si no posee uno el gobierno le proveerá uno... - Así el  fue citando cada uno de mis derechos los cuales yo trate de memorizar uno por uno mientras veía al empañado y húmedo cristal junto a mi y sentía la inercia producto de el arranqué del automóvil.

SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora