Capitulo 39 Huyendo

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Cuando bajó de la patrulla policial y aun en el pasilo de la comisaría una oficial comienza a hacerme preguntas. Ella es muy blanca con unos ojos azules oscuros el cabello pelirrojo recogido en una media coleta y tenía en su mano una libreta sostenida sobre una carpeta más amplia de bajo.

- Conozco mis derechos y se que no pueden hacerme un interrogatorio ni ninguna pregunta sin la presencia de un abogado - Le dije inspeccionandola fijamente para saber si en realidad estaba en lo correcto, por el silencio más el cambio de seriedad de su rostro note entonces que si lo estaba y solo continue - Y como no tengo uno se que el gobierno puede concedermelo, así que hágalo venir por favor - Pedí e informe como si de verdad yo supiera a la perfección lo que decía y es que el tiempo en la patrulla me había permitido practicar aquel discurso. Aunque fuera en su gran mayoría solo repetíciones de lo visto en las series detectivescas de televisión o lo poco que habia escuchado en las clases de introducción al derecho público.

La oficial solo me miró conteniendo la indignación y sonrío muy falsamente, demasiado para mi gusto por lo que yo adrede también lo hice ampliando mi sonrisa en una un poco más cínica.

*******

Minutos después estába frente a la misma oficial en un rebuscado interrogatorio. Me habían metido en un cuarto de paredes enladrilladas y pintadas de un color gris oscuro, solo iluminado por una luz blanquecina y con una puerta negra a mi izquierda.

Cuando había llegado al cuarto y tomado asiento el mismo policía que colocó mis esposas me las me retiró. Llevaba desde entonces acariciando mis muñecas sobre la mesa y ellas ya no dolian pero aún sostenian en ellas esas feas marcas rojas.

- Siento mucho que te hayan tratado de mala manera - Se disculpo el otro oficial junto a la mujer mientras se acomodaba en la segunda silla frente a mí.

A mi lado también estába mi supuesto abogado provisto por el gobierno. Un viejo de unos casi sesenta años y de apariencia deplorable, el mismo parecia que se caeria muerto junto a mi en cualquier momento y no exageraba.

«¿Alguien como el no debería de estar jubilado?» me pregunté ya que también esa había sido mi primera impresión cuando solo lo vi entrar a la habitación, tosiendo y respirando con gran dificultad, el era de seguro uno de esos hombres que había tomado el vicio del cigarrillo en su vida y yo lo habia notado por la carrienta tos y sus amarillentos dientes cuando me sonrío; abría también notado las marcas de nicotina en sus dedos pero no me encontraba de ánimos para más observaciónes.

- Y bien. Puedes empezar con decirnos que hacías en el bar - Pidió la oficial frente a mí. Yo levante mi mirada de las marcas en mis muñecas y la diriji a mi supuesto abogado quién también me veía expectante.

- Solo si quieres puedes contestar - Me dijo con su voz suave y con un leve asentimiento.

En realidad tampoco confíaba en aquel ancianos a pesar de haber sido yo quien lo habia pedido venir.

No confíaba en nadie allí, la policía se había convertido en unas de mis mas frecuentes pesadillas y ese día se comenzaba a hacer realidad para mí.
Tenia miedo que aquel abogado tambien fuera cómplice de ellos o solo talvez por esa razón me habían brindaron a uno defectuoso a propósito.

- Bueno entonces no quiero - Les respondí lo más odiosamente que pude mientras acomodaba mi espalda al incómodo respaldo de la silla - y también me gustaría saber de qué se me acusa y con qué derecho me están reteniendo aquí. - Pedi sin mirar a ninguno de ellos en particular.

- Por irrupción en propiedad privada y posible cómplice en un asesinato.

La palabra cómplice me dejo una pizca de curiosidad.

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