Capítulo: 21 Matar

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La habitación contenía un aroma a vainillas y café. Permanecí en silencio, acostada con las manos recogidas sobre mi pecho, solemnemente. Llevaba más de dos minutos admirando la luz amarillenta y blanquecina que se filtraba por el velador frente a mí, aquella luz era la única que evitaba que quedará en penumbras y por alguna razón provocaba una embriagadora sensación de calidez me hacía sentir completamente abrigada sobre aquel acogedor sillón blanco. Reconocí el lugar inmediatamente; era la casa de Scott sin duda.

Unos pasos se escucharon y Scott apareció en la habitación con una taza de café entre las manos. Me observó detenidamente y luego hablo.

- ¿Cómo estás?

Lo miré mientras colocaba la taza de café en la pequeña mesa ratona de vidrio.

Me sente sobre el sillón algo mareada por tanto calor e inmediatamente la sábana encima de mi se escurrió de mi cuerpo y cayo al suelo para dejarme notar que llevaba puesta una camisa a cuadros roja con botones negros que hasta donde yo recordaba no era mía.

Estiré mi mano tome la sábana del suelo mientras le dedicaba mi mayor mirada de interrogación a Scott.

- ¿Que hiciste con mi ropa? - Pregunté con voz ronca.

- Supongo que eso es un si. - Dijo el - Tu buzo se está secando - Informó con tranquilidad.

Mis mejillas se sonrojaron de solo imaginar a Scott quitándome la ropa mientras yo me encontraba inconsciente.

- ¿Porque hiciste eso?

El me miró comprendiendo todo lo que yo pensaba y más. Simplemente no podía controlar mi vergüenza.

- Porque estabas mojada y mojarías mi sillón.

- ¿Y por tu preciado sillón crees que te da derecho a quitarme la ropa? - Pregunté completamente indignada.

- Talvez también me preocupo que no pezcaras una hipotermia - Dijo y me lanzó una almohada pequeña que tomó del otro sillón en el cual se sento. - Solo te quite el buzo y juro que apenas te mire. - Dijo levantando su mano a su pecho en señal de juramento.

Lo mire finamente.

- Más te vale - Amenaze.

Scott me sonrió y me extendió la taza de café. La tomé, por Dios todo se sentía tan caliente y cálido con el. Sin pensarlo bebí unos cuantos sorbos de aquel café que olía explendido.

- ¿Y de que es tu mancha de nacimiento? - Pregunto. El café que estába en mi boca casi pasó a mi nariz.

Comenze a toser como una foca alocada y creía que el café saldría hasta por mis orejas si no paraba a tiempo. Por otro lado Scott no paraba solo de reírse de mi.

- ¡Eres un estúpido! - Brame cuando logre recuperar el aliento pero él no dejo de reír. Tragué duro con un increíble gusto a café en mi boca. - ¿Te crees muy gracioso? - Pregunté.

- Cuidado con el café, vas a manchar el tapis - Dijo el como si nada

- Voy a hacer más que manchar tu tapiz - Le dije amenazando con tirar el café sobre el sillón blanco. ¿A quién diablos más que a Scott se le ocurre tener un sillón blanco?

SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora