Capítulo VIII.

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Quisiera agradecer nuevamente por el apoyo que ha tenido la historia, ya son más de seiscientas visitas y es mucho más de lo que esperaba. Escribo este capítulo desde la playa, ya que estoy de vacaciones, con mucho esfuerzo (me ha costado mucho escribirlo) pero con el corazón hinchado de cariño. Muchas gracias❤️. - Magda

...

Louis gritaba mientras Kyle lo arrastraba por el piso, tirando sus cabellos con fuerza. Sentía que no le quedaba voz, sin embargo, seguía gritando, desgarrándose la garganta por ser escuchado.

— ¡Harry! ¡Ayúdame! ¡Harry!

Harry no estaba por ningún lado. Quizás se había cansado de esperarlo y se había ido. Lo había abandonado. Louis gritó con más fuerza por eso y recibió un puñetazo en la cara.

— Eres una puta de mierda, ¿lo sabías? Perra escandalosa. — Kyle sonreía y Louis lloraba, sangraba y continuaba gritando. — Vas a morir.

Una patada, y otra más. Louis ya casi no sentía nada. Tenía el cuerpo entumecido y sentía el sabor de su sangre cayendo desde su boca. Llevaba tanto tiempo luchando y resistiéndose que la idea de morir ya casi resultaba tentadora. De pronto, Kyle lo apuntó con una pistola y lo último en lo que Louis pudo pensar antes de escuchar el disparo fue en los ojos verdes de Harry.

Despertó con la respiración agitada, pero aliviado de encontrarse en la habitación que Harry le había designado. Eran las ocho de la mañana y en la casa reinaba el silencio. Decidió  meterse en la ducha para calmar sus nervios y sacar la transpiración de su cuerpo.

Las imágenes borrosas de su pesadilla comenzaron a atormentarlo mientras se bañaba, mezclándose con aquellas tan encantadoramente felices de la noche anterior. En su pesadilla, Harry no estaba en ningún lado para ayudarlo, y esa fue una de las cosas que más le dio miedo. No por el hecho de que deseara ser rescatado, sino por el hecho de que se había cansado de él y lo había dejado a su suerte a pesar de haber jurado que Louis era especial. Le había mentido. Lo había dejado solo, absolutamente abandonado, como si fuera un omega más.

Negó con la cabeza. Harry no le haría eso. El alfa le había demostrado que era de confianza, había demostrado ser un buen alfa, sin segundas intenciones, honesto y leal. No lo presionaba, sabía que no debía presionar a Louis para que confiara en él porque a su debido tiempo, el omega lo haría. Y Louis quería hacerlo, quería confiar en él, y estaba prácticamente seguro de que ya lo hacía, incluso si se negaba a creerlo.

Se vistió y fue a la cocina. Era pésimo en la cocina, pero Harry merecía un descanso. Puso a calentar agua y metió el pan a la tostadora. Buscó desde su teléfono la receta para poder cocinar panqueques.

Fue un desastre, pero lo logró.

Louis estaba tan orgulloso de sus panqueques que no pudo evitar comerse unos tres antes de decidir que era hora de despertar a Harry. La verdad, estaban un poco quemados, pero lo ocultó hábilmente con las grandes porciones de manjar que puso encima.

Harry había demostrado ser bueno. Realmente, el desayuno era lo mínimo que podía hacer por él.

Dejó la mesa ordenada perfectamente y la miró una última vez antes de comenzar a caminar con una sonrisa ridículamente feliz en el rostro. El timbre sonó y Louis fue a abrir la puerta.

Había una mujer con un niño de tres años en los brazos. Era una omega y era preciosa. Era pálida, tenía el cabello hasta un poco más abajo de los hombros y era castaño, con unos labios delgados pero llamativos y los ojos grandes, llamativos y preciosos.

— ¿Quién eres tú? — La mujer arrimó al niño en un gesto protector.

— Yo...

Louis se había quedado sin palabras.

Adicto. | l.s (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora