Capítulo XXXI.

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Si bien Zayn entendía que Luton era una localidad pequeña, la cantidad de negocios abiertos después de las doce era insólita y aquellos lugares que estaban abiertos, eran cualquier cosa menos lo que él necesitaba.

Finalmente, cuando encontró un supermercado, este estaba inoportunamente vacío en inventario esencial y quedaban las sobras tras una fila de varios clientes en la última cola de espera antes de que cerrasen. Al beta no le quedó otra opción que acomodar su carrito de compras atiborrado de alimentos esenciales y básicos para la cocina, algunos de marcas que detestaba, pero es lo que había en ese momento. Como no tenía mucho tiempo porque tenía a los funcionarios de seguridad encima del supermercado, tuvo que echar casi todo lo que pudo al carro lo que terminó por incluir lo que consideraba esencial para ese día; las donas, un vino, abarrotes para cocinar en la semana como legumbres, carbohidratos, frutas y cecinas. Con al menos algo básico, finalmente terminó por formarse en una cola que era aún más larga de lo esperado para su espalda.

Aprovechando que todavía quedaban al menos cuatro personas para que le tocara pasar por la caja, comenzó a ordenar las cosas que pretendía comprar, apilándolas por prioridad para luego comenzar a rebuscar entre los bolsillos de su overol su billetera. Observó la hora en su reloj, nervioso, porque sabía que pronto su teléfono comenzaría a llenarse de llamadas y mensajes de Jazmín preguntándole cómo estaba, donde estaba y cómo había sido el día.

Estaba acostumbrado a lidiar con ello, normalmente el beta ya había adquirido una rutina eficiente para lidiar con sus múltiples vidas como prometido, como hijo, como trabajador, incluso como amigo mientras vivía su duelo por Louis, junto a ello, lo que fuera que tuviese con Liam.

No pudo evitar que su mente viajara al alfa cuando sostuvo un paquete de donas con distintos glaseados en alto para ponerlos encima del mostrador una vez que estuvo cerca de su turno. Rebuscó nuevamente en sus bolsillos y terminó por sacar su billetera para poder enfrentar a la cajera.

— Solo efectivo.

— ¿Qué?

— Lo siento, es casi media noche y no tenemos sistema. — Dijo la mujer mientras se encogía de hombros con la mirada perdida en el resto de gente que acompañaba a Zayn en la fila. — De todas formas, estamos cerrando.

El beta suspiró y revisó en nuevamente su billetera solo para comprobar que no le alcanzaba para todo así que era evidente que tendría que seleccionar lo más importante. Sus ojos se desviaron a las donas, al vino y al resto de comida perecible.

Del último grupo separó lo fundamental de lo accesorio y dejó atrás aquellas cosas que podría volver a conseguir luego, como las verduras, algunas conservas y pastas, entre otras cosas que tampoco clasificaron por innecesarias como otras golosinas barras de chocolate, papas fritas, galletas de diversos sabores.

Cuando terminó de descartar, finalmente pagó las pocas que apenas había podido lograr llevar y las metió a una bolsa. Salió del supermercado derrotado y cansado, con menos de la mitad de las cosas que esperaba llevarse. Caminó a paso rápido por el estacionamiento hasta alcanzar su auto, donde abrió la parte de atrás para dejar de forma torpe las bolsas dentro del maletero y cerrarlo rápidamente.

Mientras daba la vuelta para subirse y buscaba las llaves del auto entre los bolsillos del traje, la imagen de Liam le parpadeó en la mente como un fantasma que le hizo parar en seco antes de subirse al auto.

Decidió mirar para todos lados, buscando una mirada, cualquiera que fuese mínimamente sospechosa le hubiese bastado hace unos meses atrás, pero lo cierto era que las cosas habían cambiado. Del terror, se abrió paso en el beta un profundo sentimiento de cansancio, cuyo sentimiento se intensificó aún más cuando sacó su teléfono del bolsillo y se encontró con más mensajes de Olivia que estaba dispuesto a ignorar.

Adicto. | l.s (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora