Capítulo I.

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Despertó alrededor de las diez de la noche con un dolor general por todo el cuerpo. Se movió lentamente, tratando de no hacer tantos esfuerzos y tratando de evitar el dolor.

Difícil, muy difícil.

Debía moverse rápido y conseguir droga lo más pronto posible para mantener tranquilo a Kyle. No estaba dispuesto a aguantar otra golpiza, sentía que su cuerpo tenía un incendio en cada herida provocada por los golpes.

Así que, con dificultad, caminó hasta la estantería donde apenas habían unos libros sueltos y abrió su viejo ejemplar de "Romeo y Julieta" donde tenía algunos billetes que le habían quedado de su último sueldo.

Suspiró. Tendría que pedirle otro adelanto a Zayn, tendría que inventar otra excusa que él beta fingiría tragarse, como siempre lo hace.

Se abrigó y salió a la calle. Con paso lento, el frío ya había congelado la nariz de Louis cuando ya llevaba al menos una cuadra de caminata.

Mientras sus piernas se movían, la cabeza de Louis reproducía la secuencia de sucesos de violencia con Kyle. Muchas veces, Louis confundía episodios similares entre fechas y ya le costaba distinguir cuál había sido más antiguo o más reciente, o si en verdad habían pasado. La verdad, muchas veces le restaba importancia.

Siempre le restaba importancia.

Era por esa misma razón que llevaba dos años en la misma condición, porque Louis era incapaz de ver la realidad y estaba cegado por la idea que tenía sobre el amor. Louis amaba a Kyle. Él era la razón por la que estaba en esa situación, por la cual había abandonado a su familia sin pensárselo mucho, la razón por la cual había abandonado el trono de oro en el que la familia Tomlinson siempre lo había tenido sentado, la razón por la cual había decidido tirarlo todo por la borda y saltar al profundo océano sin siquiera saber si sabía nadar muy bien. Claramente, Louis se ahogaba y todos lo notaban, menos él.

Pero Louis era así, no había mucho que hacer con él. Era un apasionado, un enamorado de la idea de amar y ser amado, un omega que veía en ese alfa brusco y violento todo lo que siempre había leído en las novelas románticas que su madre le regalaba en su cumpleaños.

Louis era incondicional y por eso aguantaba, aguantaba y seguía aguantando y lo seguiría haciendo hasta que algo lo detuviera, quizás un golpe demasiado fuerte en la cabeza o quizás una persona que decidiera saltar al profundo océano con él y rescatarlo.

Apenas se dio cuenta cuando tenía a las grandes letras de color verde neón dándole la bienvenida. Ya estaba entrando a Enigma, aquel club nocturno que siempre tenía a alfas o betas dispuestos a vender drogas. El ambiente era pesado y la música era ruidosa.

Tras superar varios controles de seguridad de alfas apestosos y grandes que habían asustado un poco a Louis, logró entrar definitivamente al club. Era grande y estaba lleno. Había un escenario con una pasarela y un tubo donde omegas preciosas, bonitas, de piernas largas y labios gruesos daban sensuales bailes frente a alfas babosos que tenían el lugar inundado de feromonas.

Louis se aguantó el golpe a su autoestima cuando vio a las omegas y el apestoso olor de los alfas.

Se acomodó en un rincón, tratando de mantener su olor a miedo dentro de su cuerpo. Claramente, estaba fallando. Se dedicó a observar a la lejanía a alguien que diera la apariencia de vender drogas y fue así, cuando se acercó a un beta delgado vestido de traje que bebía un trago tranquilamente pero que no había dejado de recibir gente en la barra desde que Louis había puesto sus ojos encima de él.

— ¿Tienes éxtasis?

Sin duda, una droga poderosa. Louis agradecía el momento en que el éxtasis abandonaba el cuerpo de Kyle y este se quedaba dormido por al menos unas cinco horas. Cinco horas de paz.

Adicto. | l.s (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora