Capítulo 22.

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Erika POV

Me desperté aferrada a la almohada y escuchando como alguien tocaba la puerta de mi dormitorio. Me levanté algo aturdida y abrí la puerta.

"Hola, Erika" Manuela se encontraba en el pasillo, sus ojos me transmitian tranquilidad, sabía que estaba pasando por un mal momento. "Te he hecho el desayuno, ¿bajas?"

Le dediqué una sonrisa y asentí con la cabeza.

"Me cambio de ropa y bajo."

Me guiñó el ojo y desapareció del pasillo.

Saqué la ropa del armario y decidí darme una ducha. Lo hice rápido ya que Manuela me estaba esperando en el salón. Me cambié de ropa y bajé.

En la mesa había dos platos llenos de tostadas, dos jarras con zumo y un plato con un poco de bollería. Me vino el olor a café recién echo y agradecí el gesto de Manuela.

Me senté justo en frente de ella.

"¿Mi hermano ha ido a clase?"

"No. Le he levantado hace un momento..." Se llevó la taza de café a la boca dando un sorbo. "Ahora bajará."

Unté mantequilla en la tostada cuando el teléfono comenzó a sonar. Dejé la tostada en el plato para ir a cogerlo pero mi hermano se adelantó. Descolgó y se asomó al salón con el teléfono en la mano.

"Es Erik" 

Me levanté de la silla y cogí el teléfono.

"¿Erika?"

"Sí, dime."

"Es que estoy en clases, te llamo desde el teléfono de la Universidad." Miré el reloj de la cocina, que se encontraba justo en frente del salón. Eran las diez y media. "¿Has hablado con Lea? Es que no ha venido a clase, y se me hace bastante raro."

"Hablé con ella pero..." Tragué saliva e instantaneamente cerré los ojos. "...está bien."

Escuché la respiración de Erik, no parecía haberselo tragado.

"¿Te importaría que fuesemos a dar una vuelta?" Me quedé callada. "Solo quiero hablar de Lea...por favor."

"Está bien."

"A las once nos vemos."

"Allí estaré."

[...]

Llevaba el pelo más ondulado de lo normal, no me lo había secado bien y ese era el resultado.

Erik, me esperaba sentado en un banco justo en frente de la Universidad. Removí mi pelo y me acerqué a él. 

No estaba demasiado cómoda con él, siempre que estabamos nosotros dos solos pasaba algo.

"¿Vamos?"

Asentí con la cabeza y comenzamos a caminar por las calles. Erik no tardó en contarme lo que sabía. Se había enterado al igual que yo. Veía el programa junto a su hermana cuando salieron las fotos.

"Me siento responsable de esto." Miré a Erik extrañada. "Fue en mi cumpleaños cuando se conocieron."

"No tienes que sentirse así." Respondí. "No elegimos de quién nos enamoramos. Fue casualidad."

"¿Crees que realmente está enamorada?"

"Eso creo. Lo que no sé es si Mats lo está de ella."

"Lo dudo, y más sabiendo que estaba comprometido."

Abrí los ojos más de lo normal y me giré hacia Erik.

"¿Comprometido?"

"No... ¿no lo sabías?" Se tocó la nuca y tragó saliva. "Creí..."

"Da igual." Otro secreto más. "Erik, quiero volver a casa."

"Te acompaño."

No me negué porque creí que no me vendría bien estar sola. Caminamos en silencio sin decirnos nada.

Cuando llegamos a la puerta me dio un abrazo. Un abrazo de confidente, de esos que me daba cuando estaba mal y él estaba ahí. 

"Adiós."

"Hasta luego."

[...]

Marco POV

Después del entrenamiento decidí acercarme a la casa de mi madre y saber como estaba Erika.

La tarde no había sido una de las mejores. Se notaba la tensión y Mats apenas había abierto la boca en todo el entrenamiento. Nadie conocía personalmente a Lea, pero algunos si se acordaban de haberla visto en el cumpleaños de Erik y en el mío.

Aquello no me hacía mucha gracia. A pesar de que la conocía de hacía muy poco Lea era una chica muy simpática y me caía bastante bien. Me alegraba saber que Erika contaba con ella. Aunque después de todo lo que estaba pasando no sabía como iban a terminar las cosas.

Fue una sorpresa cuando llegué y Leon me abrió la puerta de la casa. Mi madre y su padre no habían llegado de trabajar, pensé en subir para hablar con Erika, pero Leon me contó que se había encerrado en su habitación y que llevaba mala cara. Decidí que lo mejor era dejarla sola.

Me iba a dar la vuelta en medio del pasillo cuando alguien tocó la puerta.

Me acerqué a abrirla y vi a Lea.

"Hola." Su voz sonaba tan serena como si nada hubiese pasado. "¿Puedo pasar?"

No contesté y alcé el brazo para dejarla pasar.

"Me gustaría hablar con Erika."

Subimos las escaleras y ambos nos plantamos en la puerta de su dormitorio. 

Lea y yo intercambiamos miradas y llamé. 

"¡Erika! Soy Marco." Nadie contestó, pero sabíamos que estaba allí. "Tienes visita. Es Lea."

Nos quedamos unos segundos callados. No iba a salir.

"Erika." Lea se colocó frente a la puerta y alzó la voz. "No salgas si no quieres, pero escuchame."

Retrocedí pensando que no tenía que escuchar aquello pero Lea agarró mi mano. Me giré y me dedicó una sonrisa.

"Perdoname por lo que te dije." Siguió hablando. "No quería ser tan dura, y no tuve en cuenta tus sentimientos cuando dije eso. Lo siento mucho. Siento no habertelo contado..." Su voz comenzaba a perder fuerza. "...pero eso no significa que no me importes. Sabes que no soy capaz de..." Agachó la cabeza y vi como derramaba una lágrima. "...Tenía mucho miedo a tu reacción, pero que tu siempre me lo contases todo me alegraba mucho. Me sentía bien conmigo misma de saber que te estaba ayudando. "Levanto la cabeza y sonrió. "Eres mi mejor amiga y te quiero mucho."

Hubo un silencio y Lea volvió a agachar la cabeza. Comenzó a caminar por el pasillo cuando la puerta del dormitorio se abrió.

"Lea..."

Erika salió de su habitación con los ojos rojos y la cara húmeda.

Lea se dio la vuelta e inclinó la cabeza.

"Lo siento m..."

Pero antes de que pudiese disculparse otra vez Erika se echó a sus brazos.

"No importa."

Las dos se quedaron un rato abrazadas y sonreí al ver la escena.

La amistad vale demasiada como para romperla por algo así.

Vidas Cruzadas. « m.r »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora