Erika POV
Pasaban los días y no perdí el ritmo para salir a correr. No iba a jugar pero aún así el partido era al día siguiente y estaba muy nerviosa. No sabía qué iban a pensar mis ex-compañeras al verme, que dirían de mi, ¿que diría Nadja? Pero sabía muy bien lo que tenía que hacer.
Tenía pensado en ir a correr con Marco, pero a última hora se me ocurrió hacer otra cosa. Posiblemente vendría vestido para ir a correr pero me daba igual, tenía que venir conmigo igualmente.
Sonó el timbre y bajé a abrir.
"¿Lista?" Su sonrisa fue borrandose a medida que bajaba su mirada hasta mis pies. "¿Qué haces así vestida?"
"He cambiado de planes." Le dije.
"Podías haber avisado antes."
"¿Tienes tiempo de llevarme a Gelsenkirchen?"
[...]
Le expliqué que quería visitar a mi madre antes del partido y así poder contarle todo lo ocurrido. Ella era la única que no sabía que iba a intentar volver a jugar al balonmano. Mi padre, Leon y Lea estaban muy contentos ante la noticia y aseguraron que iban a acompañarme. Marco también me prometió que iría a pesar de tener entrenamiento.
"¿Es aquí?" Preguntó Marco bajandose del coche.
"Creo que sí."
Nos acercamos a una pequeña casa que había en un barrio bastante apartado del centro de la ciudad. Toqué el timbre y esperamos unos segundos hasta que alguien abrió la puerta.
"¡Mamá!"
Me lancé a sus brazos y olí su aroma. La había echado muchísimo de menos y tenía unas ganas inmensas de volver a verla y poder darle un abrazo.
"Erika, cielo, ¿qué haces aquí?"
Estaba sorprendida al verme pero a la vez feliz.
"Quería hacerte una visita. Y contarte algo muy importante." Respondí. "Por cierto, el es Marco Reus, es el hijo de Manuela, la... novia de papá."
A mi madre no le importó quien fuese, ella era amable con todo el mundo. Le dio dos besos y nos invitó a pasar.
Era una casa bastante pequeña comparada con la mía. La cocina estaba integrada en el salón y justo al lado había un cuarto de baño. Eso fue lo único que logré ver, puesto que nada más entrar nos acomodamos en uno de los sillones.
Nos preparó un café mientras me preguntaba que tal me iba en el Master.
"Bueno, ¿cuál es esa gran noticia?" Me preguntó.
Marco y yo estábamos sentados en el mismo sofá mientras que mi madre estaba sentada justo en frente de nosotros.
"Voy a volver a jugar. O al menos intentarlo."
Mi madre dejó la taza en la mesa y me miró sorprendida.
"¿De verdad?"
Asentí con la cabeza y miré a Marco.
"Sí. Mañana hay un partido de mi antiguo equipo y quiero hablar con Julian."
Noté su cara de preocupación, y lo veía normal. Cuando me lesioné lo pasó bastante mal porque de repente cambié. No comía nada, no salía, practicamente me pasaba las horas muertas encerrada en mi habitación sin hablar con nadie. Ella era la única que había pasado aquel calvario conmigo.
"¿Estás segura de esto, cariño?"
"Sí. ¿Cuento con tu apoyo?"
Esta se inclinó hacia mí y cogió mis manos.
"Siempre contarás con mi apoyo. Solo quiero que tengas cuidado."
"Lo tendré." Escuché como Reus le daba un sorbo al café. "¿Vendrás a ver el partido?"
Titubeó y agachó la cabeza.
"Tengo trabajo...Pero en cuanto termines avisame, ¿sí?, quiero saber lo que te diga Julian."
No quise insistirle porque sabía que le entristecía no poder acompañarme. Así que cuando terminamos el café nos fuimos.
El trayecto de vuelta a Dortmund fue en silencio. Como a mi me gustaba.
Recordé todo lo que había hecho Marco por mi, y realmente se lo agradecía. Creía que era diferente, los futbolistas tenían muy mala fama, de ser unos mujeriegos y unos ingreídos, pero Reus era diferente, o al menos lo era conmigo.
[...]
El partido se celebraba en el complejo deportivo Westfalenhalle que tenía unas instalaciones perfectas. Vestuarios enormes, la pista en buen estado y era lo suficientemente grande para poder meter a todos los espectadores. Quitando el pequeño detalle que estaba a dos minutos del Signal Iduna Park.
Llegué al menos una hora antes de comenzar el partido, me despedí de mi padre, Manuela y Leon y entré en los vestuarios.
La primera en encontrarme fue a Romy Sprenger, era la portera del equipo, rápida, ágil, una auntentica máquina, a parte de una gran persona. También estaban a Abigail Baumeister, la otra central, y a Sabine Oppenheim, la lateral izquierdo, alta, con un brazo rápido y fuerte.
Sin duda teníamos un gran equipo.
Saludé a Romy y estuve hablando con ella un par de minutos, se alegró de mi regreso al igual que Abigail y Sabine. Me quedé observando el vestuario que tanto tiempo había visitado, los bancos, las taquillas... La nostalgia empezaba a dar sus frutos cuando de pronto escuché la puerta, me gire y vi a Nadja entrar.
"Erika..."
Su cara lo decía todo.
"Hola."
La saludé vacilante mientras se acercaba a mi lado y dejaba su mochila en el banco que se encontraba detrás de mi.
"¿Qué haces aquí?"
"Quiero hablar con Julian." Respondí con una sonrisa falsa. "He dicidido volver."
Se quedó callada esperando a que le dijese que era una broma o algo por el estilo. Pero se quedó con las ganas.
Terminé de saludar a todas mis antiguas compañeras mientras que Nadja no me quitaba el ojo de encima. Me levanté y salí del vestuario para poder hablar con Julian que aún era el entrenador del equipo.
En cuanto salí me lo encontré de frente, junto a mi segundo entrenador Max, Ingrid nuestra fisio y Joel, nuestro médico.
"¡Erika, hola!" Julian me dio un abrazo. "Cuanto tiempo, ¿qué te trae por aquí?"
"Quería hablar contigo sobre un asunto." Respondí.
Julian miró a Joel y a Ingrid pillando la indirecta, entraron en el vestuario dejandonos solos en el pasillo a Max, Julian y a mi.
"Bueno, cuéntame." Julian se cruzó de brazos y comencé a temblar.
"Bueno, eh... Esto es difícil para mí, pero he decidido que quiero volver a jugar." Dije. "Siempre me habíais dicho que yo tenía aquí un puesto y sé que las cosas han cambiado, y ahora tengo que ganarme un puesto, bueno... y ponerme en forma. Pero quiero que sepáis que pienso volver."
Max esbozó una sonrisa y miró a Julian.
"Nosotros ahora mismo somos quince jugadoras, sabes que lo permitido son dieciséis." Dijo este último. "Sí quieres volver y realmente estás preparada, te haremos un hueco."
Sonreí y noté que me ruborizaba.
No pude contenerlo y abracé a Julian.
"Gracias, muchas gracias."
Max abrió los brazos e imité el mismo gesto.
"Estaré viendo el partido. Mucha suerte."
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Vidas Cruzadas. « m.r »
Roman pour AdolescentsErika deduce lo que va a ocurrir con su familia. Lo que no sabrá es que conocerá a una persona que cambiará su vida. Adiós tranquilidad, bienvenida realidad.