Capítulo 29: "Sin título"

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RYAN POV

Me puse una chaqueta abrigada y llegué a la recepción del internado. Allí estaba Carmen hablando con el portero. Hacía bastante que no la veía, estaba casi como siempre, vestida con el uniforme que hacía de su figura un poco más voluptuosa de lo que realmente era, y tenía el cabello atado en una colita alta, pero ahora era pelirrojo. No le quedaba mal, pero tampoco hacía maravillas en ella.

Dejó de hablar con el portero cuando me vio acercarme, me miró de arriba abajo y luego miró hacia otro lado. Tal vez se sentía un poco incómoda ya que se había acostado conmigo, por suerte no sabía que Addy y Laureen nos habían filmado.

-Hola a todos, y adiós a todos –dije sacudiendo una vez la mano hacia los dos. Los pasé y seguí de largo, pero la voz de Carmen hizo detenerme.

-Señor Whitley, no se puede salir así como así del internado cuando uno quiere –exclamó haciéndose la seria. Di media vuelta y la miré aburrido.

-¿Desde cuándo es eso? –pregunté.

-Desde siempre, de hecho –dijo como si fuera obvio, mirando con desdén al portero.

El pobre portero era un viejo que estaba en el internado desde siempre. El pobre hombre nunca hablaba con nadie de los alumnos, sólo se sentaba en su silla y leía, comía o dormía, por lo tanto, nunca se enteraba de quién salía o quién se quedaba. Bueno, sí, se supone que un portero está para abrir y cerrar la puerta y para ver quién entra y quién sale, y también se supone que nadie sale sin autorización… se supone.

-No es culpa de… –dije chasqueando los dedos para que alguien me diga el nombre del señor con el que nunca había cruzado palabras.

-Fred –completó Carmen rodando los ojos.

-…Fred –dije con una sonrisa mirando hacia él, tenía escaso cabello canoso y estaba todo arrugado. –Como decía, no es su culpa, éste internado tiene cámaras por todos lados, intentan hacerse los exigentes, pero de hecho… no les sale. Para nada. Ahí hay una cámara, por ejemplo, filmando directamente la puerta y la silla de Fred, donde él está siempre, ¿Cómo no se dieron cuenta que el hombre lo único que hace es sentarse ahí y no prestar atención alguna a la puerta o a los alumnos? –pregunté alzando las cejas.

-Bueno, desde hoy, no se puede salir así como así, quiero la autorización de tus padres aunque sea fin de semana –exclamó Carmen cruzándose de brazos y omitiendo mis palabras por completo.

-De acuerdo. Como digas. –dije con una sonrisa irónica.

Saqué el celular, llamé a mi padre y lo puse sobre mi oreja. Carmen me hizo señas para que ponga altavoz. Rodé los ojos e hice lo que me pidió.

-Hijo, ¿Qué sucede ahora? –me preguntó apenas atendió, como si siempre lo llamara para pedirle algo.

-Bueno, sucede que no me dejan salir del internado a menos que me autorices, así que… ¿Me autorizas a salir de la cárcel? –le pregunté rascándome la barbilla.

-Seh –respondió distraídamente. Corté rápidamente el celular y lo guardé en mi bolsillo trasero.

-Bien, estoy autorizado por mi papi, ahora, ¿Puedo salir? –le pregunté angelicalmente a Carmen.

-De acuerdo. Por cierto, tus amigas me comentaron acerca del video… –comenzó a decir incómodamente. Alcé las cejas hasta el cielo. Así que ella sabía.

-Oh… bueno, tranquila, por el momento no se lo mostrarán a nadie –dije encogiéndome de hombros.

-Qué suerte, Ry, la verdad es que me siento mucho más segura ahora que me lo dices. Menos mal que no se lo mostrarán a sus padres… Idiota. No pienso dejar que ese video siga en manos de alguien. Quiero que lo eliminen de la faz de la tierra, tus palabras no valen nada –dijo levantando la barbilla. Fred nos miró confundido, luego se encogió de hombros y se fue a comer pan a su silla.

Guerra de gemelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora