Capítulo 15: "Las aventuras de la habitación privada"

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 RYAN POV

Di vueltas en la cama hasta que acepté que no dormiría. Eso de tener a Chase tan enojado conmigo me tenía muy inquieto, y no saber por qué, más todavía. Me levanté y miré el reloj, eran las 23:00, Chase no había vuelto. Me pasé una mano por el cabello, frustrado, para luego vestirme rápido y salir de mi habitación. Me asomé y vi a un “guardia” que estaba durmiendo en una silla en el medio del pasillo. Cerré la puerta intentando no hacer ruido, y comencé a correr hacia el lado opuesto del guardia. Pero claro, nunca en mi vida algo me iba a salir completamente bien, ¿No? De ahí el ying yang. Alguien se chocó contra mí en el pasillo.

No cualquier alguien, era Adeline. Estaba con su cabello que caía como una cascada por su espalda, llevaba puesta una remera ajustada de tirantes y unos shorts de tela que dejaba a la vista sus largas piernas de infarto. Puse los ojos en blanco, ¿En serio me iba a topar con esta mujer ardiente en cada momento de mi vida? Antes de que pudiera seguir pensando en lo insoportable que era que fuera tan provocativa, recordé que había un guardia, y que seguro había escuchado que habíamos chocado.

-¿QUIÉN ESTÁ AHÍ? –preguntó una voz autoritaria. El pasillo era como una L, si el guardia caminaba y doblaba a la derecha podía descubrirnos. Le tapé la boca con la mano a Adeline antes de que pudiera hablar y la llevé hacia una puerta que decía “No entrar, solo personal autorizado”, Adeline comenzó a forcejear, ¿Era estúpida? No la estaba raptando, la estaba salvando. La agarré por la cintura y nos metí rápidamente en aquel lugar.

Cuando entramos cerré la puerta a mis espaldas y luego coloqué una silla para bloquear el acceso del guardia. La habitación era pequeña, tenía un escritorio atrás de todo con papeles, carpetas y lapiceras arriba, una luz encendida con una bombilla azul que hacía que la habitación se viese extraña y oscura. Cuando miré hacia Adeline me miró frunciendo el ceño.

-¿Qué crees que haces? –preguntó cruzándose de brazos y alzando un poco la voz.

-¿Salvar tu vida, tal vez? –pregunté alzando las cejas.

-Podía caminar hasta aquí… y no deberías habernos metido aquí, ¿Cómo vamos a salir? –preguntó frustrada.

-Por la puerta –repliqué con una sonrisa irónica.

-¿En serio? Pensé que un huracán nos atraparía y nos llevaría a la ciudad Esmeralda, ingenua de mí –dijo sarcásticamente, haciendo referencia a la historia del Mago de Oz.

-Muy graciosa. ¿Qué hacías rondando por los pasillos? ¿En busca de mí, de nuevo? –pregunté arrogante mientras apoyaba mi cadera contra la pared y cruzaba mis brazos.

-Claro que no estaba en busca de ti, estúpido –dijo en un tono chillón.

-¿QUIÉN RAYOS ESTÁ AHÍ? –volvió a preguntar el guardia, pero esta vez lo sentía más cerca. Esto parecía una película de miedo.

-Deja de mentir, siempre estás en busca de mí –musité procurando que mi voz no llegara hacia el pasillo.

-Eres tan… -comenzó a decir Adeline demasiado fuerte. Rápidamente la estampé contra la pared sin demasiada fuerza para no hacerle daño, y puse un dedo sobre su boca para que se callara. Hubo un cambio de miradas en ese momento, primero la miraba a los ojos, luego a los labios, y cuando miraba sus labios Adeline se los humedeció, haciendo que sacara mi dedo de su boca, pero nuestros cuerpos seguían juntos sin ninguna razón. Lo único que se escuchaban eran nuestras erráticas respiraciones.

-¿Por qué siempre tienes que hablar en el momento incorrecto…? –le susurré al oído, dejando que mis labios rozaran su lóbulo. Adeline se estremeció.

Guerra de gemelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora