-¿Ross? - la voz de Sophia sonaba del otro lado del teléfono. ¿Por qué llamaba a la madrugada? ¿Acaso algo malo había pasado con Julie? Dios quiera que no, los llamados a la madrugada jamás son buenos. -...Ross, ¿estás ahí?
- Sí, aquí estoy.
- La paciente despertó.
- ¿Segura?
- Sí, acaba de pasar el doctor Marcus diciendo que necesitaban las proteínas necesarias para la paciente.
- Iré a verla enseguida.
- No, mejor ahora no. Su familia está aquí. Te recomiendo que pases luego de la escuela para su visita, haré lo posible por hacer que los Edwards... Sí señora, no se preocupe solo se bajó su presión, aliméntese como corresponde... Uf, eso estuvo cerca, muy cerca. Haré lo posible para que no te encuentren aquí, descansa y ponte feliz.
- Infinitamente gracias Sophie, te debo un gran favor.
- Mi amor, aquí estás, despierta, ¿cómo te sientes cariño? Felices tres meses de noviazgo. - extendí las rosas hacia ella.
- Ross, no sé qué decir, no recuerdo bien que me pasó. Solo recuerdo que mi casa era un gran lío y solo quise correr a tus brazos, por favor cariño, jamás me dejes, te amo con la vida.
- No es bueno que recuerdes cielo, lo mejor es que seas feliz y es lo único que quiero y que tengo como meta. Quiero que seas feliz. - estaba por darle un primer beso durante meses pero Sophia nos interrumpió diciendo que los Edwards estaban aquí y debía correr. Deposité un beso en su frente y salí de allí. En el pasillo me encontré a sus padres.
- Señor y señora Edwards, ¿qué hacen por aquí?
- Eso a tí no te importa, será mejor que desaparezcas, no quiero verte la cara maldito imbécil, tú y tu familia no sirven para el mundo.
-Está bien señor, no se enoje.