Nunca había sido de la clase de tíos que se acuesta con alguien sin si quiera conocer su nombre, es decir, siempre me había parecido que el sexo es algo sumamente fundamental, pero esa noche en particular fue especial, fue más que sexo, fue el mejor polvo de mi vida. Lo mejor no fue como había comenzando todo, sino, como había terminado.
Es de esa clase de historias que cuando la ves en perspectiva, desde otro ángulo o al menos intentas pensar que a ti no te ocurrió, puede parecerte graciosa, pero al final terminas enrollado.
-Eh Alfred, ¿Qué tal te fue?.-Ese día tenía una felicidad monumental.
Me había graduado de la facultad de periodismo hacía ya varios años, sin embargo, no había conseguido un mejor trabajo que documentar anuncios de bodas y ese tipo de cosas en un periódico local. Era sumamente frustrante querer avanzar y ver como con cada minuto que pasas sentado frente a un ordenador algo cutre y pasado de moda, tus esperanzas se evaporan.
Pero todo cambio ese día, la verdad es que ahora que lo pienso, tengo que decir que ese día cambio mi vida por completo.
Entré con paso jovial al piso que compartía con Pablo, mi mejor amigo y colega, y lo vi sentado en el sofá mientras pasaba los canales de la televisión perezosamente con una lata de cerveza en la mano. En otra situación, me hubiese cabreado muchísimo al verlo sin hacer nada, solo viendo el canal de deportes y comiendo chatarra. Pero ese día no.
Sonreí aunque él no me estuviese viendo por tener los ojos pegados al aparatejo que nunca entendí porque a la gente le gustaba tanto si por ejemplo, leer, era mucho más interesante que la televisión. Pero eso no viene al caso ahora.
Me quité la cazadora y me senté a su lado quitándole la cerveza de la mano y dando un gran trago. Él me miró encarnando una ceja.
-¿Eso que significa?.
-Me dieron el trabajo.-Pablo levantó las cejas y soltó una gran carcajada cargada de alegría.
Nos abrazamos y yo lo empujé cuando él me atusó los rizos.
-Enhorabuena, chaval. ¿Y que tal?, ¿Qué tienes que hacer?, ¿viste las oficinas? ¿Hay tías buenas?.
Yo reí mirando al cielo, si le abrieras la cabeza a Pablo seguramente tendría dos neuronas teniendo sexo dentro. Aquel pensamiento me hizo apretar los labios.
-Una pregunta a la vez ¿no?.
-Bueno, venga.
-Voy a empezar escribiendo notas relevantes sobre el ayuntamiento y esas cosas, luego quizás me envíen a cubrir noticias mas importantes.-Dije feliz.-Las oficinas están muy bien, mucho más grandes y los ordenadores te aseguro que son de ultima tecnología. Con respecto a las tías, no lo sé, no me dio tiempo.-Reí.-Seguramente habrá alguna.
-Pues ya sabes, puedes presentarle alguna a tu amigo ¿eh?.
-Si mi amigo no consigue curro pronto terminará fuera del piso.-Dije entrecerrando los ojos.
Él resopló.
-Ya sabes que estoy en eso, además, no te he quedado mal con la renta.
-Ya, porque tus padres te pagan todo.-Él se encogió de hombros.
-¿Entonces de que te quejas?.
-Pablo, no puedes depender de ellos con veintisiete años, por dios, crece un poco.
-Ya viene el abuelete a hablar.-Tomó el control remoto subiéndole volumen a la televisión para no escucharme.
Yo meneé la cabeza dándome completamente por vencido, Pablo era imposible.