Tienes miedo

962 82 6
                                        

Volví a reír por las ocurrencias de Alfred. Era increíble como en un día me había reído el doble que en toda mi vida. Yo estaba recostada sobre su brazo mientras los dos estábamos protegiéndonos del frio de la noche que empezaba a caer. Nuestros cuerpos desnudos estaban juntos, intercambiando el calor, y yo no podía estar más a gusto. Habíamos comido todo el pastel y estábamos más que satisfechos. Yo sentía mi cuerpo como una partícula liviana, nunca había sentido tanto placer en toda mi vida, y eso me hacia sonreír. Sin embargo, lo que le pasaba a mi corazón cuando Alfred me miraba o cuando escuchaba el sonido de su risa realmente me preocupaba.

-Te tengo otra...-Me dijo aún riendo, los dos mirábamos el techo de madera.-¿Café con o sin leche...?.

Yo sonreí a medias.

-Depende, si estoy muy mal esa mañana, sin...sino con.-Lo sentí reír.

-¿Sabes que decía mi madre?.

-¿Qué?.

-Que un día iba a encontrar una mujer que me volvería loco, que acabaría con todos mis sentidos.

-¿Y por que decía eso?.-Pregunté entre divertida y curiosa.

-Porque nunca le he presentado una novia...

Yo enarqué una ceja.

-Pensé que creías en el amor...-Dije irónica.

-Oh si, si que creo, pero es que no había llegado aún.

Aquel "había" no pasó desapercibido para mi, pero soy tan cobarde que no quise preguntar.

-Entonces ¿nunca tuviste novia?.

-Al menos formal no...-Casi lo pude ver sonriendo.

-Es un poco irónico.-Reí.-Yo que no creo en el amor he tenido un par de novios...

-¿Alguno igual de guapo que yo?.

Yo puse los ojos en blanco.

-Por dios, no quiero regresar.-Dije con voz de niña abrazándome a Alfred. Su pecho era como estar en el cielo.

-Mmm...¿y si desaparecemos y nos cambiamos los nombre?, tu puedes llamarte Conchita López y yo el Rafita.- Solté una carcajada sin separarme del calor de su cuerpo y levanté la vista mirándolo.

-Me gusta la idea.- Sonreí.

Él también me sonrió y se apoyó en un codo, yo me recosté en la almohada y mi piel se erizó por la intensidad de su mirada.

-Amaia, escapémonos para siempre...quédate conmigo.-Aquella proposición me tomó tan por sorpresa que al principio pensé que estaba bromeando, así que solté una risita, pero al verlo serio fruncí el ceño.

-¿Es enserio?.

-Totalmente, creo que esto, lo que tenemos es algo especial...

Su mano acarició mi pelo mientras yo procesaba lo que acababa de decirme.

-No...no creo que sea una buena idea.

-¿Por qué no?.

-Porque tú y yo...

-¿Qué?.

Suspiré.

-Alfred, ¿no te das cuenta?, esto no es mas que atracción, estamos bien juntos, tenemos el mejor sexo de la historia pero nada más...

-Amaia...

-No, Alfred. No puedo hacer semejante locura, y menos ahora que tengo el puesto que tanto quise en el periódico.

-¿Por qué todo tiene que ser perfecto?, dale un poco de emoción a tu vida...

-La perfección es la única manera que tengo de controlar mi vida.-Dije seria.-Necito tener un balance...

-Ya, el balance.-Dijo en un tono irónico.-¿Sabes que creo?, que tienes miedo, tienes miedo de cualquier cosa que tú no puedas controlar, por eso le tienes miedo al amor...porque es algo que nace sin que te des cuenta.

Yo fruncí aún más el ceño.

-¿Eres psicólogo ahora?.

-No hay que serlo para darse cuenta.

-Te dejé las cosas claras desde un principio, Alfred. Esto ya es una completa locura, cuando regresemos todo tiene que volver a la normalidad de siempre...

-¿De verdad piensas que podamos regresar a la normalidad?.

-Es lo que espero.

Él volvió a dejarse caer en la almohada.

-Me harás sufrir.

-Quizás deba trasladarte a otro departamento.

-Ni se te ocurra.

-Seria más fácil...

-No, Amaia.-Suspiró.-Siento atormentarte con todo esto...es solo que no quiero...-Se calló.-Nada, olvídalo.

-¿No quieres que?, dímelo.

-No quiero perderte, pero no puedo perderte porque nunca te tuve ¿no es así?.

-Creo que esto nos está confundiendo bastante...

-Si...-Hubo un silencio antes de que él hablara de nuevo.-¿Regresarás con él?.

-No lo sé.-La verdad era que ni siquiera quería pensar en eso.

-Si no eres feliz con él, sal de allí, Amaia, vive tu vida...sé lo que tú quieras ser.

Yo sonreí.

-Soy lo que quiero ser, solo que suelo ser bastante controladora ¿verdad?.

-No, que va.-Dijo irónico y yo reí pegándole en el pecho.

-Abrázame.-Le susurré y él me obedeció envolviéndome con sus brazos.

Yo me coloqué sobre él dándole besos sin parar, sus labios eran tan suaves que yo quería besarlo para siempre.

-Me vas a matar, jefa...-Lo escuché murmurar cuando mis labios besaban su cuello. Yo reí entre dientes y lo besé dulcemente en el oído.

-¿Sabes que vi hace rato?, unas fotos de hace unos años...-Levanté la cabeza mirándolo.-Me gustaban los pelos largos.-Dije divertida y él me sonrió.

-Puedo dejarlos crecer para ti.

Yo negué.

-Estos me parecen más sexys.

-¿Sabes que me parece sexy?, este pequeño lunar...-Dijo tocando mi mejilla derecha.-¿Te han dicho que es precioso?.

Yo reí entre dientes.

-Creo que hasta ahora nadie lo había mencionado.

-Pues a mi me vuelve loco.

-¿Ah si?.

-Completamente...

-Como si no estuvieses loco igualmente...

-¿Quieres hablar de locura ahora?.

Yo reí.

-Besame.-Le dije y mis labios volvieron a besarlo.

Mi corazón comenzó a palpitar sin parar y supe que Alfred tenía razón, tenía miedo, pero ¿cómo luchar contra un sentimiento que ni siquiera notas que está creciendo en tu interior?, para mi pesar, fue imposible.

Esclavo de sus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora