La chica perfecta

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Aspiré hondo cuando entramos en la ciudad, la verdad es que no estaba tan tranquilo como aparentaba.

Detuve el auto y miré a Amaia de reojo.

Ella me miró interrogante.

-Si quieres puedo quedarme aquí, cojo un bus y...

-No seas tonto, Alfred. Venga, vamos rápido al hospital.

-No quiero molestarte, Amaia, sé que tienes cosas que hacer, lo de la reunión...

-A la mierda la reunión, venga, conduce o lo hago yo.-Me dijo seria  y yo no pude evitar sonreír a medias.

-Gracias.

-Venga, tonto.

Cuando entré en la habitación vi a mi madre y a mi hermana teniendo una pequeña "discusión", me acerqué enseguida y abracé a mi hermana, ella rió entre dientes y me dio un golpecito.

-Venga, Alfred, estoy perfecta.-Yo me separé mirándola mientras ella me sonreía.

-¿Qué pasó?.

-Pasó que mamá es una exagerada, ya la conoces...-Yo miré a mi madre quien miraba a Marta indignada.

-No soy exagerada, dile, dile lo que te pasó...

Marta puso los ojos en blanco.

-Estaba tomando unas fotos en aquella montaña a la que solíamos ir ¿recuerdas?.

Yo me puse tenso recordando que yo también había estado en esa montaña hacia unas horas y no precisamente solo...miré a un lado y vi a Amaia mirándonos con una expresión que casi no reconocía, como si extrañara algo, pero cuando sus ojos se cruzaron con los míos entendió cual era esa montaña y apretó los labios para no reír.

-Si, lo recuerdo...

-Pues me caí de un pequeño risco y los chicos se asustaron y llamaron a mamá, en consecuencia todo se salió de control.-Suspiró.-Al final lo único que tengo es una pierna rota y unos cuantos moratones.-Rió.-De verdad, estoy bien, mamá no debió llamarte.

-Me alegro que lo hiciera, tengo meses sin verte además, ¿Cómo es posible que para verte tengas que caerte de un risco?.-Bromeé pellizcándole las mejillas y dándole besos.

-Acabo de llegar de Inglaterra, os iba a visitar pero bueno...pasó esto primero.

-Ya...-Miré a mi madre.-¿Estás bien, mamá?.

Ella me miró con cara de circunstancia.

-Si, luego del susto que me ha pegado tu hermana supongo que de un infarto ya no me voy a morir.-Dijo en un tono dramático tocándose el pecho.

-Mamá, eres una exagerada...-Comenzaron a discutir de nuevo y yo reí adorando tenerlas a las dos juntas.

Levanté la vista y vi a Amaia sonriendo a medias por aquella "escena familiar".

-Alfred, ¿esta chica tan guapa ha llegado contigo?.-Al escuchar la voz de mi madre Amaia me miró y sus ojos se agrandaron.

-Eh, si...-Dije yo nervioso, sin saber que hacer.

-Bueno vega, no seas maleducado, preséntala.-Dijo ella encantadora.

Amaia se acercó un poco confundida y yo reí por lo bajo.

-No hagas caso a ningún comentario, por favor.-Le susurré cuando pasó a mi lado.-Mamá, ella es Amaia Romero, mi jefa.-Hice énfasis en las dos ultimas palabras y vi como mi madre la detallaba, seguramente ya estaba pensando en como serian sus nietos, si tendrían el pelo de ella, o el mío, si tendrían los mismos ojos de Amaia...

Esclavo de sus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora