Mis rizos

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Regi entornó los ojos sonriendo, Javi nos trajo un par de cocteles, los que siempre solíamos beber. Hacía mucho que no me tomaba una copa con  mi amiga y ese día en particular la necesitaba como nada. Estaba demasiado alterada con lo ocurrido en la reunión, y Regi me conocía lo suficiente como para invitarme a nuestro bar favorito.

-¿Sabes que?, te veo muy feliz últimamente.-Escuché que me decía mientras yo tomaba por la pajita del coctel y sentía que el sabor inundaba mi boca.

-¿A mi?.-Reí.-No creo, estoy igual que siempre.

-Si claro.-Me dijo ella.-Disculpa, pero no sabía que desaparecías siempre los fines de semana.-Yo hice un esfuerzo para no reír y ella lo notó.-Venga, confiesa. Es el del bar ¿verdad?.

-No sé de que hablas.

-Amaia, con un par de cocteles más te sacaré la información de igual forma, así que es mejor que empieces a hablar ahora, quizás luego me des mas información aún.-Yo reí porque en realidad tenía razón.-Somos amigas de toda la vida y siempre nos hemos contado todo...y si esto no quieres contármelo es porque hay detalles muy sucios.- Sonrió y yo aparté la vista también riendo.

-Si, es el del bar...-Dije con media sonrisa.

-Vale...pero quiero detalles.

-Nos fuimos a una cabaña de un amigo suyo...

-¿Todo el fin de semana?.-Yo asentí.-¿Y que estuvieron haciendo todo un fin de semana en medio de la nada?.-Preguntó medio incrédula. Por mi cara paso una mueca divertida.-Ya, no me digas.-Rió bebiendo de su coctel.-Pues vaya me dejas...es que nunca lo hubiese pensado. ¿Y que tal?.

-Estupendo.

-¿Si?.

-Magnifico, tía.- Reí de nuevo.

Regí carcajeó.

-Vaya por dios, a ver cuando me toca algo así a mi ¿eh?. ¿Y como se llama?, ¿Cuándo lo volviste a ver?.-Yo aparté la vista nerviosa al tener que contestar eso, aunque Regi fuese mi mejor amiga no sabía si estaba bien que incluso ella se enterara que era Alfred. Pero antes de que pudiese contestarle, mi móvil, que estaba sobre la barra, comenzó a vibrar y en la pantalla apareció la foto de Alex.

Yo fruncí el ceño cortando la llamada y cuando levanté la vista vi a Regi mirándome interrogante.

-Terminamos.-Le dije y apuré mi coctel hasta que la copa quedo vacía.

-Lo siento.-Me dijo con pena.-¿Estás bien?.-Yo sonreí y le pedí otra copa a Javi.

-¿Qué si estoy bien?, créeme, nunca estuve mejor.- Regi soltó una risita.

-Es que te veo hasta cambiada, antes no sonreías tan seguido.

-Nunca me había sentido así, es algo fuera de este mundo.

-Hombre, ¿tan bueno es?.-Rió.

-Te digo que es magnifico.-Dije suspirando en un tono que hasta a mi me pareció extraño.

Regi levantó las cejas.

-Amaia...¿te enamoraste de este hombre misterioso?.-Preguntó incrédula.

Yo que estaba bebiendo de mi copa al escuchar aquello casi me ahogo.

-¿Qué?.-Mi tono se escuchó ahogado.-¿Estás loca?.Yo no me he enamorado de nadie en mi vida, simplemente porque el amor no existe.

Ella puso los ojos en blanco.

-Si, el mismo cuento de siempre. Pues tuviste que haberte visto hace unos segundos..."Te digo que es magnifico".-Me imitó.-Nunca vi tus ojos brillar así, tía, estás feliz y se te nota.

-¿Qué tonterías...que ojos...?.-Yo meneé la cabeza.-Siempre fuiste igual de romántica.-Dije divertida.-No seas tonta, Regi, con este tío no hay nada mas que el mejor sexo del mundo.-Me encogí de hombros.-No puedes culparme por decir que es la cosa mas magnifica del mundo.

-Sabes perfectamente que no es eso, sino que nunca me hablaste de Alex de esta forma, es que tía...-Rió.-Enserio, tienes que verte la cara.

-¿Qué tiene?.

-Estás sonriendo.-Yo reí.

-Lo sé, ¿y?, antes también sonreía.

-Pero no tan seguido, y por supuesto no cuando me hablabas de Alex.

-Es que vamos a ver, Alex no tiene nada que ver con esto, te digo que es algo de otro mundo, es estupendo cuando hacemos el amor es... es...

-Amor.-Dijo Regi con media sonrisa.

-Venga ya.

-Pronto te darás cuenta.

Yo miré al cielo y luego me giré un poco en la silla apoyándome en la barra. La verdad es que aunque no lo aceptara estaba comenzando a pensar que Regi tenía razón y eso me asustaba...

-Lo que tú digas.-Murmuré pero ella no me escuchó.

-Ah, mira quienes llegaron...-Dijo en un tono divertido. Yo me giré y vi entrar a un grupo de tres chicos y dos chicas, todos trabajaban en el periódico. Y por supuesto entre ellos estaban mis rizos, esos rizos que me enloquecían.

Nuestras miradas se cruzaron y fue como si estuviésemos hablando a través de nuestros ojos. Sus ojos se entornaron y yo sonreí a medias. Él sonrió y luego uno de los chicos llamó su atención haciendo que girara la vista. Yo regresé a mi posición mirando al frente y apoyándome en la barra y sentí como mi espalda se erizaba.

Cuando miré a un lado Regi me miraba alucinada.

-¿Qué?.-Pregunté bebiendo luego de la pajita.

-¿Qué fue eso?.

-¿El que?.-Dije inocente.

-Lo que...oh.- Abrió los ojos como platos.-¡Es Alfred!.-Exclamó y casi se cae de la silla. Yo me alarmé pero verle la cara a Regi me hizo tanta gracia que no pude evitar reír.

-¿Podrías hablar más bajo?.-Le dije aún riendo.

-Pero es que es muy fuerte...¿es él?.-Yo no le respondí y seguí bebiendo de la pajita. Una mueca divertida cruzó mi rostro y ella que me conocía mejor que yo misma, tomó eso como una afirmación.-Dios mío. Y yo que había pensado en acercarme un poco a él porque me parecía guapísimo...-Carcajeó.-¿Por eso no quería contarme?.

Yo asentí.

-Nadie puede saberlo.-Susurré.

-No, ya lo sé.-Se puso una mano en el pecho.-¿Pero como es que...?, ¿él sabía que tú...?.

-No, todo pasó antes de que supiésemos que trabajaríamos en el mismo lugar y que yo era su jefa, te digo que ni siquiera sabíamos nuestros nombres.

-Pues vaya intensidad que tienen ¿eh?, me han dejado colgada con esas miradas.-Yo reí.-Ay mira que mono es.-Dijo mirándolo.-Te envidio, Amaia.

-No es nada serio...

-Ya, pero tienes ese cuerpecito solo para ti.

Yo miré hacia donde estaba Alfred sonriendo, pero mi sonrisa se borró cuando vi quien estaba a su lado, ¿es que esta tía estaba tan desesperada?. Érica lo invitaba a bailar mientras Alfred negaba riendo.

-O quizás no solo para ti...-Murmuró Regi apoyándose en la barra.

Yo apreté la mandíbula sintiendo que las tres copas que ya tenía encima se me subían a la cabeza. Como esa tía no le quitara las manos de encima a mis rizos...

Esclavo de sus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora