Todo me daba vueltas

919 72 11
                                    

Yo la miré y ella una vez mas esquivó mi mirada. Había actuado de una forma demasiado extraña esas semanas. Ni siquiera nos habíamos visto una sola de esas noches, y yo tenía un bajón de Amaia, la necesitaba casi como al aire, y su actitud me estaba desconcertando. Suspiré recostándome en el asiento del avión y carraspeé. Amaia miraba por la ventanilla y a penas me había dicho dos palabras. Yo supuse que era por querer disimular delante de nuestros compañeros; Regina, aunque esta ya lo sabia, y Oscar, el sustituto de Érica, que misteriosamente terminó fuera del proyecto. Eso me hizo sonreír a medias. Pero al recordar lo distante que estaba Amaia conmigo mis tripas se revolvieron pensando en que si llegaba a perderla mi corazón no iba a soportarlo.

-Entonces...¿crees que podamos conseguir esa nota?.-Dije intentando hablar de algo, quería preguntarle por que estaba tan fría conmigo pero preferí no hacerlo en ese lugar ni en ese momento.

Ella giró un poco la cabeza.

-Supongo que si, tenemos el mejor equipo.-Yo asentí sin saber que mas decir. Estaba a punto de soltar un "¿Por qué me huyes?", pero me revolví en el asiento cogiendo el periódico que ella había estado leyendo hacía unos segundos.

-Vaya manera de arruinarse la vida de este tío ¿no?, toda una carrera política por delante y lo arruina.-Le dije refiriéndome a una noticia que estaba en la primera plana. Ella me miró enseguida y vi como su mirada se ponía fría.

-Me parece que un bebé no es algo que arruine nada, además, él se lo buscó ¿no?, le fue infiel a su esposa.

-No digo que el bebé le arruine todo, pero tienes que aceptar que cambia mucho las cosas.

-Si...supongo que si.-Miró de nuevo hacia la ventana y yo me pregunté por que demonios rehusaba mirarme.-Supongo que enterarte de que vas a ser padre te cambia todo.

-Claro, es mucha responsabilidad, ni siquiera sabes cuando estarás listo.

-No, no lo sabes.- Seguía mirando a través de la ventanilla y verla allí, sentir el olor de aquel perfume que me encantaba, y sentirla tan cerca me hizo un hueco en el estomago, la necesitaba, necesitaba de sus besos que me tenían como esclavo, necesitaba de su voz, necesitaba de Amaia.

-Amaia...-Susurré recostándome en el asiento y acercando mi cabeza a ella para que nadie nos viera ni nos escuchara. Ella giró la vista también recostándose y me miró. Sus ojos me hicieron sonreír a medias, aunque luego me di cuenta que estaban tristes.-¿Qué pasa?.

-¿Qué pasa de que?.-Me susurró.

-¿Por qué hace unas semanas que no te veo?.

-Claro que me has visto.

-Solo en la oficina.

Ella miró al frente.

-Sabes que estuve liada con el proyecto y todo ese rollo.

-Te extraño.-Le susurré tomándola le mano pero ella se soltó de inmediato y no me miró, sino que giró la vista hacia la ventana de nuevo.

-No podemos hablar de esto aquí.

-¿Y donde quieres que lo hagamos?, me has esquivado toda la semana.

-Ya te lo dije, estaba liada y...

-Y no te creo.-Dije, pero ella seguía sin mirarme.

-Pues no me creas.-Se encogió de hombros.

-¿Hice algo, dije algo?, pensé que estábamos bien...pensé que lo que teníamos...

-Alfred, te dije que aquí no.-Cuando giró la cabeza vi que tenía los ojos humedecidos.

-¿Estás bien?.

-Tengo sueño.-Dijo mirando al frente y recostando la cabeza.- Así que si me disculpas voy a dormir hasta que lleguemos.

Yo estaba bastante desconcertado por su actitud, antes había llegado a pensar que Amaia sentía algo bastante cercano al amor por mi, pero ahora si que estaba confundido.

Suspiré mirando también al frente y traté de concentrarme en otra cosa, pero ¿Cómo hacerlo cuando el olor de ella a mi lado hacía que mi corazón latiera dentro de mi pecho como si estuviera saltando de emoción?.

-¿Quieres terminar con todo?.-Aquello me dolió como nada, pero tenia que preguntarlo, era algo que me estaba matando. Sentir a Amaia tan distante teniéndola tan cerca, era aún peor que no tenerla.

Ella abrió los ojos y apretó la mandíbula sin responderme durante varios segundos.

-Me voy, Alfred.-Yo la miré enseguida.

-¿Te vas?.

-Me voy a Madrid.

-¿Qué...como que...como que te vas?, ¿Por qué?.

-Me ofrecieron un estupendo trabajo y...ya acepté.

-Pero...¿Por qué no me habías dicho nada?.

-Acepté ayer.

Yo sentía que todo me daba vueltas y no precisamente porque estuviésemos a cientos de metros de altura.

-Pero...joder.-Dije anonadado.

-Así que imagino que esto tiene que acabarse ¿no?, no nos veremos nunca así que...

Yo no sabia que decir, solo tenía el Me voy, Alfred en la cabeza, se repetía una y otra vez, y se juntaba con las palabras que mi cabeza intentaba juntar para poder responderle a Amaia, y las palabras que mi corazón desesperadamente disparaba a mi mente para detenerla, para decirle que la amaba.

-Debiste decírmelo antes...

-No veo el porque, creo que siempre dejamos claro que lo nuestro no iba mas allá del sexo ¿no?.-Murmuró muy bajito y sentí que sus palabras me dolían.

-No puedes irte, no ahora.

-Es algo que ya decidí.

-Pero el proyecto...-Dije inútilmente.

-Bueno, aquí estamos ¿no?, cuando terminemos hablaré con Jiménez.

-¿Y Regina?, ¿no es tu mejor amiga?.

-Si, pero Regi me entiende.

-¿Y yo?.-Ella me miró y nuestras miradas parecieron agonizar.

-Tu estarás perfectamente sin mí. Estoy segura de que conseguirás todo lo que quieras Alfred, eres de los mejores periodistas que he conocido y...-Bajó la vista.-Eres un tío estupendo.

¿Qué estaría perfectamente sin ella? ¡Pero si me costaba respirar de solo pensar que no la tendría!.

-Pero...

-Además, antes de irme tenía planeado promoverte, te lo mereces.- Sonrió a medias.-Espero que no me hagas quedar mal.

Genial, sería promovido...pero no tendría a la mujer de mi vida.

-Amaia, escúchame, tengo que decirte...

-No te preocupes, Alfred, mira, sé que encontrarás a alguien para reemplazarme...

-¿Reemplazarte?, no...

-Ahora eres solo mio.- Sonrió, aunque noté que le costaba.-Pero pronto serás de alguien más, y te aseguro que es lo mas normal del mundo. Solo sé feliz y recuérdame.

¿Recordarla? ¡La amaba!.

-Amaia yo...

Y en ese momento nos avisaron que íbamos a aterrizar, por lo que Amaia dio por terminada la conversación mientras yo sentía que mi mundo se caía en pequeños pedacitos.

Esclavo de sus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora