¿Celos?

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Mi mente aún estaba en aquel lugar, en aquella boca, en aquella piel suave y en aquel dulce olor de un perfume seguramente muy caro. Juro que nunca había actuado de una forma tan impulsiva, pero Amaia me hacia perder la razón, y a decir verdad, la sensación de poder dominarla de alguna forma me encantaba. Ella era la jefa en la oficina, pero mis manos sabían como hacerle olvidar aquello. Estaba seguro que empezaba a jugar con fuego, pero el calor al acercarme a ese fuego era tan placentero que prefería no alejarme.

-Insisto en que estás muy flaco, hijo.-La voz de mi madre me sacó de mis pensamientos.

Xus mi madre, era una mujer que muchos calificarían como luchadora, pero para mi, era mi héroe personal. Criar a mi hermana mayor y a mi, sola no fue nada fácil, pero fue algo que logró y yo estaba orgulloso de ser su hijo.

Sonreí cuando se sentó a mi lado en el sofá, había estado investigando que había en la cocina y se había quejado de que no hubiésemos hecho la compra aún.

-Te digo que estoy bien, mamá.-Reí.-Es que Pablo no ha podido hacer la compra pero no me estoy muriendo de hambre ni nada.

-Yo es que no me fio de vosotros.-Dijo rezongona.

-Que no, que no te preocupes.-Me besó dulcemente la cabeza.

-Sé que no te gusta que venga de sorpresa pero vine a comprar unas cosas a la ciudad y no pude evitarlo...

-Que dices, sabes que eres bienvenida cuando quieras.

-No sabes cuanto me alegra que consiguieras ese trabajo, cielo. Es que no puedo estar más orgullosa...

-Ya mamá, que me sonrojo.

-Nada, nada, que además las chicas te deben perseguir. ¿Cuándo me presentas una novia?.

Yo puse los ojos en blanco.

-Ya llegará el momento, mamá.

-Pues que llegue rápido, quiero nietos, y boda...-Yo carcajeé.

-Venga mamá, vas muy rápido.-Le besé la mejilla.-Ya veremos.

-¿No hay nadie por ahí?.

-No.

-No te creo.

Yo volví a reír.

-De verdad, no hay nadie, además casi ni tengo tiempo ahora con este trabajo, me consume todo el día.

-Hijo, no nací ayer, algo debes tener por ahí.-Dijo picara.-Eres un chico muy guapo, así que no me vengas con eso.

-Vale si, pero nada formal es lo que quiero decir.

Ella levantó las cejas.

-Te estas cuidando ¿no?.

-Si, mamá.

-Ya sabes que...

-Mamá, no me apetece hablar de esto ahora, mejor cuéntame que tal estás tú.

-Yo genial, tu hermana me envió una postal desde Inglaterra, te envió muchos recuerdos, dice que pronto vendrá a visitarnos.

-Espero que le esté yendo genial.

-Seguro que si, ya sabes que con eso de la fotografía viaja mucho, y a ella le encanta.

-Si, lo sé.

-Eh, pero si es la mujer más guapa del mundo.-Levantamos la vista y Pablo entraba con la camiseta sudada, muy normal pues a esa hora solía hacer jogging.

Se acercó abrazando a mi madre efusivamente y dándole un par de besos. La verdad es que mi madre siempre lo había tratado casi como a un hijo.

-Mira tú también estás muy flaco ¿eh?.-Comenzó a regañarlo ella, yo sonreí y miré al frente de nuevo.

Esclavo de sus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora