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De alguna forma u otra, Ave había juntado el valor para encarar a Shawn, todo su miedo había sido guardado, así logrando una ¿exitosa? confrontación contra el ya mencionado chico.

—No te quiero cerca de mi —dijo Ave dando media vuelta.

—Eso será imposible mientras sigas en mi mente.

—No, no vendo drogas, si, aún vivió con mi madre y no, no pienso volver contigo, ¿es suficiente para que te vayas? —preguntó en su último intento de alejarlo.

—Es suficiente para que me quede —respondió con una última sonrisa, seguido de desaparecer entre la oscuridad en las calles.





Ave entró a su apartamento con el olor a limpio estrellando contra su cara. Se alarmó por un segundo, esto no solía pasar. Caminó hasta llegar a la cocina y vió a su madre acomodar trastes en la mesa, los cuales eran pocos ya que Will tanto como ella compraban desechables, mientras que Ave comía en la calle.

—Ay, Avie, ¿dónde estuviste toda la noche, eh? —preguntó su madre.

—Trabajando —respondió dejando su bolso en una de las sillas, seguido se sentó en otra y la observó fijamente.

Traía un nuevo vestido, de lejos se podía distinguir lo suave que era, y las flores que lo decoraban hacían lucir a su madre mas hermosa de lo que ya era. Estaba limpia.

—¿Tan tarde? Hablaré con el gerente, no tiene derecho a...

—Mamá, recuerda que tomé turnos extras, ya casi junto para que nos vayamos.

—Ay, ya vas a empezar con tus cosas, Ave, ya te dije que no me quiero ir, la vida con Will es lo que me mantiene estable.

—Tu no tienes una vida —respondió con molestia la chica.

—No me hables en ese tono, jovencita —dijo su madre altamente ofendida.

—Tu no me cuidas, yo te cuido a ti, y eso me da derecho a hablarte con la verdad. Aparte, creí que yo era la que te mantenía estable, no el inútil de Will.

—¡No le digas inútil! —levantó el tono de voz—. De no ser por el...

—Si, si, estaríamos en la calle. Claro que no mamá, de no ser por... —fue interrumpida.

—¿Por quien? Siempre echándome la culpa, fue tu padre quien lo echó a perder todo, Will nos ayudó a salir de eso, y deberías estar más agradecida.

—Mi padre no tiene la culpa de que seas una drogadicta —se paró de la mesa y escuchó el abrir de la puerta principal.

—¡Ya llegue! No saben lo que traje, hace mucho tiempo que... —Will se topo con Ave frente a frente y le dió un amplio abrazo— ¡Conseguí un empleo permanente! —gritó efusivo.

Ave rodó los ojos sin corresponderle. "A ver cuánto te dura" pensó.

—Ves, Ave. Hoy es una noche especial, deberías comportarte y alegrarte un poco por Will, el solo quiere lo mejor para nosotras —dijo Katherine, la madre de Ave, haciendo un nuevo intento por defender a su esposo.

—Hace unos días me gritabas para quitarme mi paga, no me vengas con abrazos de familia feliz —Ave alejó al hombre empujándolo ligeramente.

—Pensé que habías tomado el dinero de la luz, ya te había pedido perdón, no estaba en mis cinco sentidos.

"Pero si nunca lo estás."

—Ajá, y yo me chupo el dedo. Coman ustedes, yo no tengo hambre —dijo por último y se marcho a su habitación.

Ave repitió sus acciones, abrió la puerta, se quitó las botas y salió por la ventana para leer un poco en las escaleras de incendios.

Minutos después, había caído rendida ante el cansancio, el sol alumbraba su pálido rostro y el libro contra su pecho se caía lentamente mientras que sus manos habían olvidado el sujetarlo.

Will la observaba desde el marco de su puerta, se adentró a su habitación y se sentó en su cama donde dejó una caja envuelta en un listón rojo. El rechinado que hizo ante el movimiento despertó a la chica.

—Supongo que quieres jugar a la casita de nuevo —habló aún sentada dándole la espalda.

—El hombre que viste aquella vez me ha estado ayudando en algunos asuntos, el fue quien me dio el empleo de jefe de mantenimiento, se que no es mucho pero es algo.

—Cada seis meses llegas a casa celebrando un nuevo empleo, pasan unas cuantas semanas y tú mal humor regresa, resulta que tu jefe es un idiota por equis razón y decidiste renunciar, maldices una y mil cosas mas, sales del apartamento, te vas al bar y dejas a mi madre con una recaída —lo miró a los ojos— ¿No estás cansado, Will? Yo si, y la verdad es que yo deje de caer en las mismas ilusiones hace tiempo.

—Creo que esta vez va enserio, puedo buscar ayuda, no solo para mi, también para tu mamá.

Ave entró al cuarto y se sentó frente a él.

—Ya te he escuchado decir eso.

—Te traje un regalo, ábrelo, anda —trató de animar el asunto y le acercó la caja con el listón.

La chica deshizo el nudo y levantó la tapa de esta. Un libro con el título "100 años de soledad" sobre la pasta capta la atención de la chica, pero no era todo, dentro de este tenía unas cuantas flores silvestres. Él lo había recordado.

Ave, desde una corta edad había preferido las flores silvestres ante cualquier otro tipo existente, su argumento era el que nadie le daba la misma importancia a diferencia de las demás, y que muy pocos tenían la capacidad de admirar su belleza.

—Aún tienes el potencial de ser un buen padre —dijo como forma de agradecimiento.

—Desde que te vi entrar por esa puerta supe que eras demasiado para poder darte lo que merecías. Lo lamento, niña.

—¿Fuiste al grupo de apoyo? —preguntó con cierta esperanza.

—No, pero prometo que iré la semana que viene —se paró de la cama para encaminarse a la salida—. Por cierto, he visto a un chico merodear por el edificio. Ayer lo vi desde el bar, tenia intenciones de entrar pero después de un rato se fue. Me recuerda mucho a tu novio el niño rico, deberías checar si regresó a la ciudad o algo. Nunca me dio buena espina.

—A mi tampoco —respondió viendo a través de la ventana. Suspiró.

Shawn la vigilaba.

¡Oh, amor! ;Shawn Mendes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora