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—Ha pasado más de una semana sin saber nada del señor Barone, y la verdad es que yo tampoco he sabido algo de él —respondió Will ante la cuestión planteada por su esposa mientras cenaban un miércoles por la noche.

Ave no sabía si sudaba de los nervios o del calor que hacía en la ciudad.

Todas las noches desde "el gran acto", la rubia contaba con pesadillas rondando por su cabeza. No era de sangre fría, no era una asesina experimentada, era solo una chica, una víctima de la historia y su conciencia no la dejaba escapar. Sabía bien que no murió en sus manos, más ayudó a ejecutar aquel gran escondite del cual ahora se arrepentía.

¿Cuánto más tardarán en abrir el contenedor?

Esa preguntaba la carcomía. En una parte de su ser, muy profunda, deseaba que encontraran el cuerpo junto con el de la mujer. Deseaba saber las consecuencias y enfrentarse ante ellas. Quería enfrentarse a un tribunal y aceptar un sentencia a ver si así podía descansar, descansar en una celda, pues sabía bien cuál era su fin.

Sabía que "el gran acto" era solo un estupido momento de su vida, un tropiezo hacia un hoyo sin fin. Quería caer en el hoyo. Quería acabar con el miedo que la seguía, los pensamientos hundiéndola y el constante cosquilleo en su espalda. Podía jurar sentir las manos del señor Barone toquetear su espalda, su aliento en el cuello y un llamado de "cariño" en el aire.

—Es una lástima, me agradaba mucho —dijo Katherine captando la atención de su hija.

—Era un depredador —murmuró Ave inconsciente de sus palabras.

—¿Quién?, ¿el señor Barone? —preguntó Will carcajeándose por dicha suposición.

Ave se enfureció mucho, de alguna u otra forma le afectaba el tono burlesco de Will, no era como si a él lo hubiesen tratado de violar, no, claro que no, el señor Barone era el gran señor Barone, un hombre de poder y un gran amigo de Will y Katherine, no era un depredador, era una buena persona.

—Estarías demasiado borracho como para darte cuenta.

—¡Ave!, no tienes porqué ser tan agresiva, y espero con toda mi alma que el Señor Barone se encuentre bien, es un hombre bueno con alma buena —le regaño Katherine a la rubia quien solo la miró comer otra bocado de su platillo instantáneo.

—Tengo que irme.

Ave salió de su edificio a toda prisa, destinada al único lugar donde sabría que sería escuchada, o al menos eso esperaba.

Entró por la puerta atrapando la atención del único guardia capaz de tomar turnos extras a tales horas de la noche.

—¡Ave!, pensé que te habías ido, me alegra muchísimo verte, solo han pasado unos cuantos días pero de verdad extrañaba tu linda cara amarga... —fue interrumpido por un abrazo, era un grito de ayuda.

La rubia se aferró al cuerpo de su amigo y comenzó a respirar entrecortadamente, su corazón latía de forma tan rápida que tenía que saliera de su lugar correspondiente.

—He hecho algo muy malo, y no puedo arreglarlo, no puedo.

—Oye, oye, tranquila, todo tiene solución, dímelo a mi, soy un lío de problemas y siempre me salgo con la mía, eh —trató de bromear Tyler separándola un poco.

¡Oh, amor! ;Shawn Mendes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora