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La chica en la bañera comenzó a toser repetidas veces recobrando el aliento, abrazó sus piernas y hundió su cabeza en el hueco que quedaba. Su pálido y tembloroso cuerpo se veía tan vulnerable. Shawn puso un mano sobre su espalda causando un brinquito por parte de Emma, acarició su columna de arriba hacia abajo y se alejó de ella lentamente.

—Solo tenías que decirlo, no era tan complicado.

Emma comenzó a sollozar y se lamentó por las incontables veces que Shawn se había mostrado peligroso.

—No era tan difícil —contestó el castaño para luego besar su frente, le lanzó una toalla y después le dió la espalda para salir del baño—. Arréglate, iremos por unas cosas a mi casa, de ahí tomaremos la carretera y...

Shawn se alejó y comenzó a hablar sin parar, para él no había ocurrido nada, tal vez una mínima discusión y era todo. El no había estado al borde de la muerte así que no era un gran problema.

Emma lo escuchaba, oía su voz alejarse más y más hasta llegar al balcón.

Salió de la tina cuidadosamente, cada ruido, cada gota estaba fría mente calculada. Tomó su bata y se la puso encima, a cada paso que daba dejaba un pequeño charco.

El joven castaño seguía hablando, apoyando sus brazos en el balcón, Emma con suma precaución cerró las puertas de cristal que los separaban para después poner el seguro. Aquel diminuto sonido captó la atención de Shawn y se dio cuenta de lo que había tratado de hacer, hicieron contacto visual por un par de segundos, Emma salió corriendo.

Cerró la puerta de su cuarto y bajó las escaleras con tanta rapidez que cayó en el último escalón, su tobillo se dobló y gracias al golpe y a la humedad el dolor no fue inevitable.

Podía escuchar a Shawn romper el vidrio con ira.

Tomó un cuchillo y comenzó a marcar al número de emergencias.

Shawn bajó de la misma manera los escalones y se tropezó gracias al agua que había dejado Emma detrás de ella.

—¡Emma! —gritó golpeando sus puños contra el suelo para después recobrar la postura y salir por la chica.

Llegó a la entrada y pudo ver la puerta abierta, rápidamente salió del departamento y justo cuando avanzó unos cuantos pasos la rubia le había cerrado esta.

Por fin alguien había sido más inteligente que él.

Shawn dio media vuelta y comenzó a tocar la puerta sin verse desesperado. Había cámaras de seguridad en cada pasillo y no quería parecer un psicopata tratando de evitar la huida de una chica a la cual había tratado de matar hacia apenas unos minutos atrás.

—Emma, abre la puerta.

—Aléjate de mi, por favor, por favor, solo aléjate de mi —suplicaba con su cuerpo recargado en la puerta.

—Amor, sabes que nunca te haría daño, por favor abre la puerta, Emma.

No contestó y sus dedos temblorosos volvieron a marcar los tres números tan básicos y tan simples que te podían salvar la vida.

—Por favor, lo resolveremos.

—Si no te vas llamaré a la policia.

Novecientos once, ¿cuál es su emergencia?

—Escúchame bien, niña estúpida, te juro que sí llamas a emergencias le diré a la prensa que tu padre tiene múltiples de mandas de abuso sexual incluida la de tu madre biológica, así que cuelga el maldito celular y ábreme la puerta.

¡Oh, amor! ;Shawn Mendes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora