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Las luces rojas y azules alumbraban el callejón por donde solía pasar Ave. Bajó del taxi murmurando un gracias y se apresuró a entrar al lobby de su edificio. Pronto su vista cayó en un policía conversando con una de su vecinas, caminó hacia las escaleras tratando de no ser vista y mientras subía recordaba la noche en la que ella y Shawn habían cargado con el Señor Barone.

Al llegar a su piso y empujar la puerta del pasillo observó su mano temblar. El pánico la consumía y el cansancio no ayudaba en nada. Se aproximó a su apartamento y vio la puerta semi abierta.

—¡Ave!, ¿dónde has estado? No tienes ni idea de lo preocupada que estaba por ti —dijo Katherine tomando a la chica para abrazarla y dejar un beso en su frente. Will tomó de su bolso y lo dejó en uno de los sillones.

—La policía estuvo aquí, ¿dónde estuviste tú? —preguntó Will tomando asiento en una de las sillas del comedor.

—Fui al supermercado, con Tyler.

—No sabía que hoy tenías doble turno.

—Es que no lo tengo —respondió rápidamente, debía ser honesta, o al menos aparentar serlo, no quería que los policías se enteraran y de alguna forma u otra hicieran suposiciones sobre el abandono de su empleo—. Renuncie, apenas hace unos días, no estaba muy cómoda.

—Oh, hija, no lo sabía, es una pena, pero más te vale conseguir uno pronto que no estamos en condiciones de mantenerte.

Ave volteó los ojos y sorbo su nariz. Claro que si, era obvio que no estaban en condiciones de mantenerla, si era ella quien lo hacía.

—Katherine, deja a la niña en paz, tenemos muchas más cosas que hacer, o pensar. Hay un puto policía indagando en cada metro del edificio —dijo Will y apagó su cigarrillo en el cenicero.

—Vi lo qué pasó, es una pena.

—Fue el maldito vagabundo— apuntó a Ave con su nuevo cigarrillo—. Yo lo sé, ¿recuerdas la vez del disparo? Fue el, estoy seguro.

Las lágrimas querían salir, querían ser libres y correr por el rostro de la chica, pero se contuvo, solo permaneció parada a la mitad del apartamento con la mirada en el piso.

—Siempre me dió mala espina, tarde o temprano iba a cometer una locura como el loco que es.

—Hasta pena me da, ¿qué tan jodido tienes que estar para asesinar a alguien?

—Demasiado —respondió la rubia.

—De seguro, habrán policías rondando por aquí en lo que resta de la semana, ¿alguno se acercó contigo, Ave?

Y ahora solo se imagina el que haría cuando el momento llegara. Tal vez hoy o tal vez mañana pero le harían preguntas y ella estaría ahí para responderlas. Nunca había sido buena en los exámenes, siempre se ponía nerviosa y tronaba sus dedos debajo del mesabanco, pero esta vez tendría que ser buena, tendría que sacar esa nota perfecta que nunca pudo.

—¿Ave?

—No, no lo sé.

—¿Cómo es que no lo sabes?

—No, o sea, no me han preguntado nada, solo vi a uno de ellos abajo, hablando con una señora, solo eso.

—De acuerdo, probablemente es muy tarde para que pasen de apartamento a apartamento, tal vez vengan mañana.

—¿Escuchaste, Ave? Para que no salgas de aquí, no quiero que piensen que huyes y que nos involucren en algo.

—¿Por qué huiría? —preguntó alarmada.

¡Oh, amor! ;Shawn Mendes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora