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—¿Arreglaste tu cosas? —pregunta Emma mientras guarda sus última pertenecías.

—Te he dicho que si —responde de forma exasperante, tal como si estuviera harto de ella, pues en efecto, lo estaba.

—Oh, perdón, no recordaba que te había preguntado antes.

—Niña tonta —murmuró el joven castaño levantándose de la cama de su novia.

Emma lo escucho claramente y prefiero no decir nada. En cierto punto le daba miedo, pero era más grande su amor y poca autoestima para dejarlo pasar.

—Diablos, Emma, solo eran vacaciones de verano, no es como si te hubieses mudado de vuelta a tu departamento de mierda en el pueblo.

—Cariño... —contestó la chica herida por sus palabras.

El departamento donde se estaba quedando era de la familia, muy querido y cálido, en perfectas condiciones y amplió, digno de una señorita como Emma, por eso mismo no entendió el arrebato de Shawn.

—¿Cómo me llamaste?

—Cariño.

—Bien, no lo vuelvas a hacer, última vez que lo dices, solo cállate y arma tus maletas, pero rápido Emma, no tengo todo tu maldito tiempo.

—Oye, te estás pasando —habló la rubia con decisión por primera vez. Se levantó de la cama.

—¿Ah sí? —Shawn se aproximó peligrosamente acorralándola en una esquina—. ¿Y qué harás al respecto?

—No soy tonta —murmuró Emma muy cerca de los labios del contrario.

—Pues demuestras lo contrario —dijo Shawn con tono retador.

—Yo demuestro lo que quiero, cariño.

Shawn presionó su cuerpo contra el de ella casi dejándola sin aire. En el fondo el temía, no de la misma forma del que ella lo hacía pero temía que su novia tonta no fuera tan tonta.

Le prometió a Ave que cuidaría de ella, que no dejaría que nada le pasara, y si Emma se interpondría en ello no dudaría ni un segundo en hacer lo necesario.

—¿Te crees muy lista, niña tonta?

—¿Y tú muy macho, niño rico?

Shawn la tomó por sus hombros y la azotó contra la pared. La chica cayó al suelo y maldijo un par de veces, no creía lo que había hecho, ni ella ni él.

Emma no era tonta y sabía que algo iba mal, quién no lo haría y mucho menos cuando te dan un collar en forma de cruz después de que te piden que le cubras una coartada.

—Dime que hiciste —murmuró la chica en el piso, echa bolita como una niña pequeña temerosa del monstruo en su habitación.

—No tengo idea de lo que estás hablando —contestó Shawn cerrando las maletas de la chica.

—Shawn, ¿hiciste algo malo? —preguntó tomando de su tobillo.

—Emma, párate de una maldita vez y vístete.

—Solo dime sí hiciste algo malo —repetía la chica con la voz temblorosa.

—Emma, párate ya.

La paciencia de Shawn se agotaba rápidamente, cada día odiaba más y más a Emma mientras que amaba y amaba a Ave, eran tan similares físicamente pero solo eso, para Shawn no había nadie como su amada.

—¿Qué pasó esa noche? —seguía insistiendo.

—¡Te dije que te vistieras! —sujetó a la chica y la sentó sobre la cama. Su visión se volvió un poco borrosa, era como si estuviera en la gran acto de nuevo. Era como si Ave estuviera ahí, en ropa interior y cubierta de gotas se sangre, pronto le nació la sensación de querer bañarla, de querer quitarle encima todo lo que tenía, de lavar cada rincón de ella para que al final quiera limpia y pulcra de todo pecado.

¡Oh, amor! ;Shawn Mendes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora