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—Quiero un privado —dijo alguien detrás de Emma. El sonido de la música era terriblemente alto y hacía que la rubia se llenara de jaquecas constantemente. Pagaría por conseguir un trabajo en alguna biblioteca, pero oh, cierto, no tenía dinero.

—Claro, ¡Oye, Denver, cumple las fantasías del chico! —gritó Ave dándose la vuelta y sosteniendo un vaso en sus manos. Hizo contacto visual con la persona en el taburete y casi deja caer dicho objeto.

—Pero contigo, cariño —sonrió Shawn de forma coqueta.

Rápidamente la imagen de Emma sollozando le vino a la cabeza. Debía sacarla de esto o la culpa la consumiría más de lo que ya lo hacía.

—No deberías estar aquí, hay policías en mi edificio las veinticuatro horas de los siete días de la semana. No lo arruines.

—Me encanta cuando te enojas, pero no me encantan este lugar, es repugnante—cambio su sonrisa coqueta por una mueca de asco repentinamente—. Si ocupabas dinero solo debías pedírmelo.

—Si, claro y cuando me preguntaran —paró su hablar y se acercó más a él para darle inicio a su murmuro agresivo—. Y cuando me pregunten qué de dónde saco dinero qué contestare, ¿qué me lo da mi novio el psicopata?

—¿Soy tu novio? —dijo con una risita coqueta.

—Vete a la mierda, Shawn.

—Escúchame bien, Ave —alcanzó a pescar su muñeca y exitosamente logró que tirara el vaso—. Si crees que voy a permitir que me hables y me trates de tal manera estás muy equivocada, recuerda que yo soy Shawn Mendes, y tú, tú solo eres una chica corriente trabajando en un lugar igual de corriente, así que cuida tu puto tono si no quieres que sea yo quien vaya a la estación de policía y cuente mi versión de la historia.

La expresión de Ave era todo un caso, merecía un retrato. Era terror, sorpresa, enojo, y más. Era cierto, las miradas, de forma cliché, mataban.

—¿De qué mierda estás hablando?

—¿Pensaste que era tan estúpido? Sé bien que tu plan de repuesto es entregarme y lavarte las manos tú sola, pero no, eso no sucederá, porque, antes de que se te olvide, soy yo el que tiene el dinero para pagar un abogado, y lo digo de forma humilde porque, seamos sinceros, soy yo el que tiene dinero para comprar la libertad, y tú no —dijo casi como si lo disfrutara.

—Oh, no, no seas tan arrogante, cariño, que te puedes ahogar en tus propias palabras —respondió Ave terminando con la sonrisa de Shawn.

Lo tomó de la mandíbula de forma brusca y se la jaló tal y como él hizo con su otra muñeca.

—No te confundas, no es tu dinero, es el dinero de tus padres, de tu padre. ¿Tú crees cubrirá tal cosa? Ya eres todo un adulto, ¿que no, Shawnie? Es la reputación de él y luego la tuya, ¿cuál crees que va salvar primero?

—Jodete, zorra de mierda.

—Ay, cariño, pero no te vayas —dijo irónicamente viendo cómo se iba.








—No digas nada, oye, oye, no digas nada tonto —dijo Will al primer paso que dió Ave en el apartamento.

—¿Qué está pasando?, ¿Katherine?

—¡Ave!, te estábamos esperando —saluda con entusiasmo fingido el hombre en la mesa sujetando con una mano una tasa de café y con la otra apoyándose en la silla para levantarse.

—Detective Hollander, pensé que ya no lo veríamos mas por aquí —dice Ave dejando su bolsa en uno de los sillones y tallando sus ojos debido a el horario que manejaba. ¿Por qué solo conseguía trabajos nocturnos?

¡Oh, amor! ;Shawn Mendes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora