・ᴗ・ ⤹❤︎ˀˀ . ੈ♡˳

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En ese soleado pero frío lunes, Taeyong andaba intranquilo por el pasillo de su universidad, dirigiéndose a las zonas de información dónde se colgaban los diferentes anuncios de esta o de los estudiantes. De sus hombros colgaba su mochila, sencilla y de un color oscuro que no era llamativa para la vista. Y así lo prefería Taeyong; accesorios, ropa, cualquier cosa que fueran simples y oscuros para evitar miradas furtivas hacia su dirección. Su carácter reservado y su capacidad de pasar desapercibido por su calma y silencio ayudaban a que pocas personas se fijaran en él. Odiaba tener la mínima atención encima. Él quería estar solo, que nadie se diera cuenta de su presencia. Quería que lo dejaran en paz.

Pero la noche anterior... se había olvidado poner la lavadora. Y la poca ropa que tenía (lo poco que salía de casa no necesitaba demasiada) estaba por lavar. Ese día hacía frío, y le apetecía resguardarse en una sudadera, para poder esconder la cabeza en su capucha. Su sudadera negra estaba manchada, tenía otra gris con un dibujo de Totoro que no le apetecía llevar por el simple hecho que se sentiría observado y se había despertado bastante ansioso, así que no quería correr el riesgo de crearse más ansiedad, y la única sin ningún tipo de frase o dibujo en ella era uno de color azul claro.

Estuvo prácticamente diez minutos de esa mañana cambiándose de sudaderas y mirándose al espejo, odiando tener esa sensación de que no le quedaban bien; todas eran al menos una talla más grande que la suya y cuando pasaba épocas con la ansiedad social disparada o la autoestima muy baja sentía que todo tipo de ropa no le favorecía.

Se terminó masticando su labio inferior con los nervios rebosando por sus poros, poniéndose la sudadera de color azul intentando ignorar la sensación de estar llamando la atención.

Se odiaba. Odiaba su ansiedad social. Odiaba esa preocupación excesiva y exagerada de creer que todo el mundo lo miraba, lo juzgaban. Odiaba sentirse inferior que los demás. Odiaba tener poca autoestima. Odiaba no quererse a sí mismo. Y odiaba no ser capaz de mejorar.

Tenía las hojas impresas guardadas en su mochila, y no era lo único que llevaba encima; pensamientos de sentimientos de inutilidad, tristeza, de frustración y de baja autoestima rondaban por su cabeza, susurrándole que era horrible, que no valía para nada, que iba a quedarse solo, que nadie lo iba a querer y menos si no se quería él mismo.

¿Cómo hacerlo si se veía penoso cada vez que se miraba en el espejo?

Siempre había sido pálido, las marcas del acné, causadas por su carácter nervioso y ansioso que conllevaba tocarse los granos (y también carcomerse sus uñas), adornaban ligeramente sus mejillas, y desde hacía años sus ojos siempre eran acompañados por ojeras.

Padecía de insomnio, y no descansaba muy bien. Ese día tenía bastante sueño, por la tarde tenía las clases completas así que se prometió ir por la mañana a la universidad, además que las calles estarían libres de adolescentes, y eso era uno de los aspectos que más ansiedad le daban. Se libraría de ir hacia el edificio con las calles repletas de estos.

Para intentar relajarse, había decidido escuchar a Charlie Puth para sumergirse en su mundo.

En ese mundo lleno de lamentos donde él no era absolutamente nadie.

Pero... era el único lugar dónde se sentía bien. Y era curioso cuando ahí se recordaba cada día lo inútil que era.

Los días que no estaba lo suficientemente mal como para ser duro consigo mismo, se las pasaba pensando e imaginando historias entre las parejas tanto reales como ficticias de sus series, grupos o animes favoritos. El último mes había estado leyendo fanfics y comics fanmade de la pareja entre Kageyama y Hinata de Haikyuu!! y se imaginaba en la situación de Hinata.

Pero no creía tener tanta suerte como ese personaje; Taeyong desgraciadamente vivía en ese cruel mundo real.

Y antes de poder terminar de recordar todo ese cúmulo de ideas que se repetían una y otra vez, llegó a una de las paredes repletas de hojas de anuncios, alumnos que ofrecían clases a otros de grados más pequeños, también más ofertas para compartir pisos.

Genial, tenía competencia. Estaba claro que cualquier persona con dos dedos de frente no elegiría a Taeyong por nada en el mundo. Sí, era ordenado, pero era muy difícil mantener una mínima conversación con él.

Con el ceño fruncido, asegurándose que no había mucha gente a su alrededor, se recolocó bien los auriculares en sus orejas y sacó una de las hojas de su mochila. Rescató una chincheta que se encontraba desolada y la usó para pinchar el papel y fijarlo en la superficie de corcho. Para asegurar que más gente lo fuera a ver, colgó otro a la otra punta.

Suspiró, sin saber qué le creaba esa acción; si tranquilidad o ansiedad.

Ya no importa. Lo has hecho. Mamá estará orgullosa.

Sonrió suavemente. Lo había conseguido.

Giró sobre sus talones, encontrándose contra la pared de un pasillo a una pareja abrazándose y picoteándose sus labios con pequeños besos. Era una pareja adorable... lo sería aún más si fueran entre dos chicos, y más lo sería si no fuera que la chica había cogido interés por otra persona, escondiéndoselo a su novio. Curioso que lo supiera Taeyong, el chico más asocial de la universidad y no su pareja, pero lo había escuchado de la mejor amiga de ella; Chaeyoung. Y, sorprendentemente, la persona con la que Dahyun había empezado a fijarse era una chica. ¿Cómo se atrevía cuando tenía de novio uno de los chicos más bonitos de toda la universidad?

O eso pensaba Taeyong. Y no románticamente, porque sabía de sobras que ese chico era hetero y como mucho llegaría a cruzar algunas palabras con él. Sus mundos eran muy distintos. Ellos populares, con amigos en prácticamente todas las clases, todo el mundo los conocía. Luego estaba Taeyong, que en clase solamente se llevaba bien con un chico japonés llamado Yuta. Ambos eran mucho de estar en su mundo, por eso apenas quedaban fuera de la universidad, pero se hacían compañía en las comidas y entre clases.

Taeyong sacudió su cabeza. No le importaba nada la vida de Dahyun ni la de su novio. Aunque le diera rabia esa situación, y que sintiera que no mereciera esos hoyuelos tan adorables de él, no era de su incumbencia.

Por esa dirección estaba el otro lugar para colgar anuncios, así que cubrió incluso su flequillo con su capucha azulada y escondió sus manos en los bolsillos de la sudadera. Sus pasos lo desplazaron por el pasillo hasta cruzarse con ellos. Ambos lo miraron y Taeyong se encogió incómodo, acelerando inconscientemente el paso hasta desaparecer de sus vistas.

—Este chico es muy raro... tiene pinta de nerd —rio levemente Dahyun, volviendo a fijar su mirada en los ojos de su novio.

—Yah —el chico borró su sonrisa, mostrando molestia por el comentario que había soltado con un puchero—, no digas eso. ¿Te gustaría que a ti te juzgaran por la apariencia?

—No lo decía en el mal sentido, pero tiene pinta de estar encerrado en casa con las consolas y esas cosas —enredó más sus brazos alrededor del cuello del más alto, robándole un pequeño beso—. Ese chico no parece tener amigos. Siempre tiene mala cara y no habla con nadie, siempre está solo, o con el japonés. Qué triste debe estar... ¿no crees?

Ambos miraron hacia la dirección de Taeyong. El novio de Dahyun se quedó fijándose en él más segundos que ella, y luego la miró a los ojos antes de volver a besarla.

—Supongo... —fue lo único que respondió, con la figura y apariencia del chico con la sudadera azulada rondándole en su cabeza.

(*゚ー゚)ゞ

Blau ❜ ┊ jaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora