꒰ᵕ̈˳೫˚∗꒱↷ 💌

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La encimera estaba repleta de alimentos e ingredientes que Taeyong iba a usar para su bibimbap; una de las razones por las que decidió mudarse a un piso cerca de su universidad fue su gran habilidad para cocinar; desde pequeño siempre había sido un niño curioso, le gustaba mucho aprender y leer, y en su casa siempre había libros de cocina y prácticamente se los sabía de memoria. Un día, insistiéndole a su madre, empezó a cocinar con ella y desde ese momento no hubo semana en la que no cocinara con su ayuda. Cuando ya cumplió los dieciséis años, ya sabía hacer él solo algunos platos y sus padres no necesitaron cocinar tanto como lo hacían antes.

A parte de su predilección ante la cocina, actualmente sabía hablar cuatro idiomas; el coreano que era su lengua natal, el chino, japonés e inglés que aprendió tanto en la escuela y también por internet.

Pero... todo y Taeyong sacar buenas calificaciones, causar siempre orgullo en sus padres, nunca terminó de ser feliz. Todos sus hobbies lo llenaban, le hacían distraerse... distraerse de esa tristeza que era causada por el acoso que siempre había recibido en la escuela y el instituto y los pocos amigos que había hecho al largo de su vida.

Tampoco se quejaba. Sí, ahora que tenía veinte años apenas vivía como una persona normal por culpa de sus trastornos de ansiedad, la que más le agobiaba era la social. Pero estudiaba lo que amaba (veterinaria), sus padres lo adoraban y siempre se aseguraron de darle todo lo que necesitaba, incluso un piso que desearon que fuera compartido. Pero llevaba seis meses sin encontrar uno.

Pero eso cambiaría justo en el momento que recibió una llamada de un número desconocido, en el momento que cortaba la zanahoria. Tan sobresaltado lo dejó leer "número desconocido" en la pantalla que se cortó con el cuchillo y lo dejó caer al suelo.

—Por favor que no sea una broma telefónica, que no sea una broma telefónica... —gimoteó tomando rápidamente un pañuelo para tapar el corte que había empezado a sangrar, y con la mano libre (y temblorosa) terminó por contestar después de necesitar tres largos segundos para hacerse con la idea de que iba a hablar con un desconocido a través del teléfono; ¿había comentado que le daba mucha ansiedad hablar por teléfono?—. ¿S-sí?

Hola... ¿eres Taeyong? —era la voz de un chico joven, y estaba seguro de que la había escuchado antes. Seguramente era alguien de la universidad.

—Sí, ese soy yo —respondió con un tono bajo, andando nerviosamente por la cocina, de un lado para otro. Se dio cuenta que no había dicho nada más y notó su rostro arder, ¿cómo demonios lo hacía para avergonzarse tanto como para sonrojarse a través de una conversación telefónica?

Llamo por el anuncio que colgaste en la universidad, sobre el piso compartido —siguió el chico después de notar esa pausa, y Taeyong dio gracias que no sonaba incómodo después de su contratiempo—. ¿Aún sigue vigente la oferta?

Dios, ¿ya ha llamado alguien? Si no ha pasado ni un día... se sorprendió el pelinegro, mordiendo una de sus uñas nerviosamente.

—S-sí, eres el primero que llama, de hecho —rio bastante flojito, sin atreverse a levantar más la voz porque temía que se le rompiera o le saliera un gallo; siempre le ocurría cuando intentaba comunicarse con los nervios saliendo de su boca.

Es que llevo varios meses buscando un compañero de piso porque no quiero que mis padres me sigan pagando lo que yo no me puedo permitir del alquiler, pero no encontré a nadie aún, ya que mi piso está a las afueras de la ciudad, y estoy un poco lejos para llegar —empezó a explicar con un deje de frustración en su voz, suspirando levemente—, así que decidí mirar ofertas para mudarme yo.

Taeyong no supo cómo reaccionar a todo lo que le estaba diciendo, el chico parecía tenerle una mínima confianza por estar contándole las razones de su necesidad de tener un compañero de piso, pero Taeyong recordó que no todos eran tan introvertidos como él, así que volvió a la realidad.

—Diría que te entiendo, pero yo no "trabajo" como tal... ayudo en el restaurante de mis padres —respondió Taeyong con tristeza, auto recordándose que necesitaba trabajar de otra cosa para dejar de sentirse tan molesto con ellos.

No creas que yo tengo un trabajo de diez, estoy trabajando como camarero en un bar de mil demonios, no pagan bien, pero algo saco... —la facilidad que tenía ese chico por hablar relajaba a Taeyong, el cual no dejaba de controlar si el corte seguía sangrando o no—. Me gustaría visitar tu piso si es posible.

—Claro... esta semana la tengo libre. Pero solamente por las mañanas, ya que tengo clases por la tarde —le avisó apresuradamente; la mayoría de los estudiantes tenían horario de mañana que de tarde.

Uh oh... yo voy por las mañanas —chasqueó la lengua, tomándose unos segundos para pensar—. ¿Es muy precipitado si voy esta noche? ¿O estás cenando? Es que las suelo tener ocupadas.

—¿Esta noche? —preguntó, asustado. En verdad no tenía problema, él era muy ordenado y su piso siempre estaba limpio y ordenado. Pero no esperaba que todo fuera tan rápido, él necesitaba tiempo para asimilar las cosas.

Si no puedes no pasa nada, lo siento —se disculpó apurado, al notar la sorpresa en el tono de voz de Taeyong.

—A-ah, ¡no, no! Por mí no hay problema... y ahora estaba preparando la cena. ¿Vas a tener tú tiempo para cenar? —le cuestionó, después de recordar que le dijo que vivía en las afueras de la ciudad.

No creo, ya cenaría cuando llegase a mi piso, después de hacerla —le respondió riendo, más relajado.

A Taeyong le sabía mal causar problemas a ese chico. No quería que se tomara tantas molestias sólo para ver su piso, así que mirando todos los ingredientes encima de su mesa pensó en algo.

Por favor, que no suene extraño, que no suene extraño.

—Ehm... —iba a llamarlo por su nombre, y se percató que ni se habían presentado. Bueno, él sabía que se llamaba Taeyong porque había puesto su nombre en los papeles que colgó—, una cosa. Si quieres, puedes llevarte lo que sobre de la cena. ¡Quiero decir! Suelo cocinar para dos personas, para no tener que estar cocinando cada día, ya sabes.

Oh, no tienes que tomarte tantas molestias, de verdad.

—Pero me sabe mal que estés sin cenar, de verdad no te preocupes. Eres tú que te estás tomando las molestias —insistió el pelinegro.

Bueno, ya lo hablaremos cuando llegue a tu piso. Ahora te abro por KakaoTalk, ¿me envías tu dirección?

—Sí, claro, lo haré cuando te agregue.

Gracias —dijo sinceramente el aún desconocido para Taeyong—. ¡Ah! Que no me he presentado, qué cabeza tengo. Me llamo Jaehyun.

¿Jaehyun había dicho?

¿El mismo Jaehyun que estudiaba derecho?

¿El mismo novio de Dahyun?

Ahora que ya sabía de quién era esa voz, ya se percató que sí, esa voz encajaba perfectamente con él.

—Es un placer, Jaehyun.

w(@。@;)w

Blau ❜ ┊ jaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora