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Los jadeos no paraban de salir de los labios de Taeyong, causados por el exagerado malestar que le causaba el resfriado que había contagiado gracias a su amigo Yuta. Le dolía cada parte de su cuerpo y era incapaz de moverse.

—Jaehyun, Jaehyun... —lloriqueaba el mayor, cerrando los ojos con fuerza en un intento de disipar el dolor.

—Taeyong.

Ahí estaba. El pelinegro lo observó olvidándose de todo el sufrimiento que estaba sintiendo. Observó cómo se subía a la cama, acercándose a él a cuatro patas. Tan tentador.

—Cúrame —le pidió en el momento que sus manos podían reaccionar y tocar la electrizante piel de Jaehyun.

Y obedeció. Los labios adversos no tardaron en tomar los de él, suavemente. Pero quería más. Sus manos, ansiosas, tocaban la piel de su menor, y este pareció no tener dificultades para entenderlo porque ya había quitado su camisa y se encontraba besando la clavícula de Taeyong húmedamente.

Los jadeos ya no eran de dolor, sino de placer. El calor de su cuerpo ya no era secundario a la hipertermia de su cuerpo, sino por los toques y los besos de Jaehyun.

No sabía cuándo pasó, pero ambos estaban escasamente vestidos. Jaehyun mostraba sus apetecibles clavículas marcadas por la fuerza que usaba con sus extremidades para evitar dejar todo su peso encima de su cuerpo, su olor corporal lo embriagaba y lo dejaba completamente en el cielo.

—Jaehyun... no pares.

Ya ajeno a el proceso infeccioso de su cuerpo, empujó al chico para poder sentarse a horcajadas y frotarse contra su entrepierna. Aclaró mentalmente que su melodía favorita eran sus gemidos, que susurraban dulcemente el nombre del pelinegro.

—Taeyong...

Taeyong.

Taeyong.

Un corte en su respiración lo agitó. Despertó con sensación de falta de aire, e hizo grandes bocanadas en un intento de dejar de sentirse asfixiado. Estaba sudoroso, caliente y tembloroso. Sus débiles y frías manos apartaron el sudor de su frente, tosiendo a consecuencia del sobresalto.

Taeyong seguía jodidamente enfermo y sin Jaehyun.

Gruñó bajito, apartando una capa de mantas porque se sentía pegajoso con el sudor. No sabía qué hora era, pero estaba seguro de que no sería demasiado pronto, ya que no se sentía tan agotado como cuando despertó a las nueve.

Se quedó quieto, mirando el techo con un nudo en su garganta. Si no fuera que ya debería estar rojo por el sueño que había tenido y la fiebre, sabía que en ese preciso momento se hubiera sonrojado.

Arrugó la tela de su pijama nerviosamente, hecho bolita en su cama.

Recordaba haberse levantado hacía horas para poder beber agua, ya que la sed lo estaba matando.

Recordaba haberse envuelto por mil capas de mantas y acercarse a la puerta.

Recordaba haber visto ese sobre encima de su escritorio.

Recordaba haberla abierto cuestionándose qué podría ser.

Recordaba notar cómo su corazón se aceleraba frenéticamente tan solo leer el primer párrafo.

Recordaba haberse cuestionado si estaba vivo o muerto después de leerla toda.

Recordaba que, durante media hora, estuvo entre lloriqueando, enviando mensajes desesperadamente a Yuta, gritando, rodando por su cama, sintiéndose un maldito lío de emociones.

Blau ❜ ┊ jaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora