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Últimamente las cosas entre él y Jaehyun habían cambiado bastante. El castaño parecía muy interesado en cada aspecto de la vida de Taeyong, tampoco le molestaba contarle sus cosas, pero cada vez parecía que lo quisiera conocer más. También sobre sus gustos, incluso, si alguna vez había tenido pareja o si tuvo el primer beso.

Y sí, Taeyong era más virgen que el aceite de oliva que tenían en un armario de la cocina. Tampoco había tonteado con alguien, ni alguien le había tirado los tejos. Esa era la causa por la cual se ponía tan nervioso cuando Jaehyun parecía estar... a saber qué con Taeyong.

Esa semana creyó que le habían cambiado su compañero de piso. Se acercaba a él sin venir a cuento, lo tocaba demasiado, probaba demasiado su paciencia y... lo miraba más, le decía más veces lo bonito que lo veía.

¿A qué estaba jugando? Taeyong no sabía si frustrarse, explotar de todos los momentos en que Jaehyun lo alteraba o huir.

Pero siempre terminaba con la tercera opción. El lunes de esa misma semana, Taeyong se duchó a última hora antes de irse a la universidad y justamente cuando iba a secarse los cabellos, apareció Jaehyun de la nada y le abrazó por la espalda, oliendo sus cabellos, y corroborando que olían estupendamente bien. Se vistió de manera rápida cuando logró desprenderse de él y se despidió sin volverlo a mirar. O, el día anterior, cuando estaba mirando una serie en su cama con su ordenador y Jaehyun se añadió, negándose a seguir trabajando, y se quedó dormido encima de él, después de haberse acurrucado por voluntad propia. Con todo el cuidado del mundo, lo apartó y fue a dormir en la cama del menor.

Ese día, estaba cocinando algo para cuando Jaehyun llegara de clases. Estaba preparando algo sencillo, un poco de ramen para ambos. Por el momento, tenía buena pinta y el olor era delicioso.

Escuchó las llaves abrir el cerrojo y se apenó haberse quedado dormido esa mañana porque no le gustaba no tener la comida preparada cuando él llegaba.

—Buenas tardes, Taeyong~ —saludó desde la entrada, gritando no muy alto.

—Buenas tardes, Jaehyun —revolvió el ramen con los palillos de metal, distraído—. ¿Cómo te ha ido la mañana?

—Bien, el profesor ha sido un muermo hoy, a veces las dos horas seguidas de teoría son algo pesadas —entró en la cocina, encontrándose con Taeyong de espaldas—. ¿Has dormido bien esta noche?

—No mucho —confesó encogiéndose de hombros, restándole importancia—. Ya descansaré esta noche.

—Ya claro, luego estás hasta las tantas mirando vídeos o con el móvil.

Taeyong notó cómo se acercaba, y se giró un momento, mirándole culpable.

—Sabes que tengo insomnio —murmuró, puchereando con una expresión de estar dolido.

—Voy a ir esta noche a tu cama para asegurarme de que descanses bien —terminó de acortar la distancia de ambos cuerpos, tocando su cabello para apartarlo y poder observar bien su perfil—. Hace días que te veo más cansado de lo normal.

Taeyong sonrió culpable, negando con la cabeza. Tomó un poco de ramen y lo sopló, para después acercárselo a la boca de Jaehyun.

—Está muy rico —afirmó después de probarlo, pasando su mano por la espalda de Taeyong y terminando de posarla en su cintura, en una especie de abrazo—. Hoy voy a comer a gusto.

El mayor ya no dijo nada más. El tacto de Jaehyun en esas zonas concretas le quitaban su capacidad del habla, porque toda su concentración terminaba residiendo en no sonrojarse, no reaccionar de una forma notoria, o no hacer el ridículo.

Blau ❜ ┊ jaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora