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Serena había decidido pasar por la compañía de su esposo esa tarde, tenia algunas dudas respecto a algunos movimientos bancarios que giraban en torno a la fundación, necesitaba un par de autorizaciones y unas cuantas firmas para la creación de una extensión del mismo. en fin, ya iba de camino por el centro de la ciudad, después de eso visitaría a su madre como lo hacia todos los días. aunque le preocupaba el hecho de que aún no le daban de alta, El doctor solo le decía que todo estaría bien, que era un proceso lento y que tuviera paciencia. en fin, sin darse cuenta había llegado al poderoso edifico en el que había sido humillada hace algunos meses. Su piel se erizó, pensó en que ahora todo estaba bien, pero.. ¿y si a darien no le gustaba que ella viniera?. ella ni si quiera le avisó que lo haria. Ya estaba ahí, era algo que averiguaria mientas caminaba por las escaleras de entrada.

Cuando entró el portero le pidió que se notificara, no podía entrar sin anunciarse. Se dió cuenta de algo, nadie la conocía ahí, por lo menos no el portero de la entrada, nadie sabía que era la esposa del dueño de ese lugar.

Molestia

Tristeza

Rabia

Eso era lo que sentía, pensaba que había traspasado la barrera que su esposo tenía al rededor de si mismo, ella siempre a estado en la superficie, flotando como un barquito de papel en un charquito de agua, ella solo dijo que era Serena Tsukino y debía entregar unos papeles importantes a la secretaria del presidente. Con una escarapela de identificación tomó el ascensor hasta el piso más alto, abrazando las carpetas y su bolso contra su pecho. Se miró en el amplio espejo en el ascensor.

No iba mal vestida, casual y cómoda, justo como le gustaba.

Un vestido color durazno y zapatillas altas, cabello suelto y poco maquillaje.

Sonrió para darse ánimos, tomó todo el aire que pudo y las puertas se abrieron anunciando su llegada y tropezando con Zafiro. Quién la abrazó con entusiasmo.

--cuñadita hermosa-- dejó un beso en la mejilla de la rubia y ella sonrió con alegría verdadera. --hace tiempo no nos veíamos, acabo de llegar de Berlin, sabes, negocios. ¿Vienes para lo del evento de las familias?.

Serens parpadeó varias veces sin comprender lo que el pelinegro le estaba diciendo.

--¿familias?, no se de que me hablas, pero me alegro que estés aquí.

--deberíamos almorzar emm mañana, hoy ya no puedo Sere,  pero pasé por donde mamá y te mandó algunas cosas, y que espera verte pronto.

--yo también lo espero, nos vemos en la casa de igual forma Zafiro--. Con un beso y otro abrazo se despidieron. Volvió que caminar por el pasillo, cuando vió el escritorio de Amy, no pudo evitar volver a sonreír y acelerar el paso hasta llegar a su puesto de trabajo.

--Hola Amy--  la rubia de ojos verdes no despegaba sus ojos del computador tecleando de forma acelerada.

--El señor Chiba está ocupado, si gusta esperarlo puede sentarse ¿necesita un café?.

-Amy, soy yo, Serena--. En seguida levantó la cabeza y se sorprendió ante el cambio radical que su antigua compañera de trabajo había tenido.

--¿qué te pasó? Te ves genial, ¿vienes que solicitar empleo de nuevo?.

--pasaron muchas cosas-- habló después del efusivo abrazo que se dieron-- ¿está tu jefe? Necesito hablar con él.

--está algo ocupado con la señorita Beryl, pidió que no lo interrumpieran pero puedes esperar haciéndome compañía-- la secretaria sonrió.

Hagamos un trato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora