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La noche había pasado más rápido de lo que imaginé  y eso que a penas pude dormir un breve tiempo durante la madrugada, justo cuando el cansancio del día me ganó la batalla. Aunque era la cama más cómoda en la que había dormido, no podía sentirme cómoda de ninguna manera. Estaba aterrada.

Dos golpes suaves en la puerta me despertaron del sueño que a penas estaba conciliando, no tuve más que levantarme y abrir, una rubia bastante alta y de hermosa sonrisa me dió los buenos días.

--Mina buenos días-- sonrió amablemente.

--buenos días señora, digo Serena, espero haya dormido bien.

--Un poco si, gracias-- la invité a entrar y esta lo hizo colocando la bandeja de desayuno sobre la mesita de té-- aquí está su desayuno.

--¿Y Darien dónde está?

--salió a correr como todas las mañanas-- empezó a organizar el desayuno sobre la mesa.

--¿Què hora es, Mina?

--las seis de la mañana, el Señor dijo que la levantara temprano porque tenían muchas cosas que hacer-- mi corazón de bombeó con fuerza dentro de  mi pecho, pronto tendría que ver a un cardiólogo si sigo a este paso. Había olvidado el motivo de mi insomnio.

--¿Ocurre algo? ¿Todo está bien?.

--s-si, si, Mina, solo que es muy temprano-- mentira, yo era una chica que estaba acostumbrada a despertar con la puesta de sol. Pero no podía contarle nada, a nadie si soy más exacta.

--Bien, desayune mientras yo preparo su baño.

--No es necesario, yo puedo hacerlo.

--Es mi trabajo no se preocupe-- sonrió

--Pues entonces ordeno que no lo hagas-- le sonreí de vuelta.

--Como usted diga, es usted muy amable conmigo, Beryl era tan quisquillosa.

--¿Beryl?-- la incertidumbre se alojó enseguida en mi cuerpo y con la incertidumbre sembrada tomé asiento para desayunar, si podía claro.

--Creo que son cosas que el señor debe contarle, van a casarse y parece que usted sabe muy poco de su vida.

--entonces, dame tu, un poco de información-- traté de persuadirla.

--Lo siento Serena, es algo en lo que no puedo ayudarte ahora--  asenti, ya me ganaría pronto la confianza de Mina, ¿Quién es Beryl? Ese nombre ahora daba mil vueltas por segundo en mi cabeza.

--está bien, Mina, eso todo por ahora, anda a desayunar, quizá uno de estos días lo hagamos juntas.

--Está bien, nos vemos más tarde y si necesita algo no dude en decírmelo-- salió de la habitación y me detuve a mirar el exquisito desayuno continental, probé un poco de cada cosa y lo comí  todo, no se puede desperdiciar la comida. Me di un baño rápido y cuando bajé las escaleras se encontró con un Darien en ropa cómoda, un pantalón de chándal gris y una camisa tipo polo azul oscuro.

--Buenos días Serena, ¿Lista?-- sonrió

--Eso creo-- le devolvi una sonrisa nerviosa.

--Todo estará bien-- salimos de la mansión con rumbo a la clínica. Hablamos cosas sin sentido en el camino, sin mencionar que no hablamos mucho. En un abrir y cerrar de ojos el doctor Diamante estaba explicándome el procedimiento antes de empezar con la pequeña intervención.

--¿Estás lista entonces? No entiendo porque decidieron hacer las cosas así, van a casarse deberían hacerlo como todos los esposos que buscan tener hijos, además-- hizo una pausa --lo mejor de hacer crecer la familia es el proceso--. Dejó ver sus hermosos dientes blancos y me sonrojé.

--asi lo quiso Darien y yo estoy de acuerdo doctor.

--Bien, entra al baño ponte la bata y hagamos esto entonces-- Diamante  se levantó y llamó a una enfermera para que lo asistiera.

Solo obedecí, la sola idea de que el doctor viera mi intimidad me estaba matando de vergüenza, era algo que no sabía si podría perdonarle a Darien, aunque yo había aceptado eramos culpables a partes iguales, tomé aire y salió del baño hacia el consultorio donde la esperaba una camilla, vió a Diamante colocarse los guantes y a una mujer con cabellos cortos.

--Abigail, ella es Esmeralda, mi esposa-- la peliverde se presentó de manera animada.

--Hola, soy la enfermera jefe y socia de este hombre, ha y su esposa-- ambas sonreimos. Yo me senti un poco mas tranquila  al ver que eran una pareja de esposos, amables y que me inspiraban confianza.

Subí a la camilla y con la vergüenza intacta me dejé hacer, siendo sincera no senti mucho, solo como un tubo demasiado delgado entró en mi y depósito lo necesario para traer un hijo al mundo, todo fué más rápido de lo que pensé.

Descansé más de una hora, incluso hasta me dormí un rato   Esmeralda volvió, yo  me di un baño, me vestí de nuevo, a los pocos minutos Darien entró más animado de lo normal.

--Diamamte me dijo que todo había Sido exitoso.

--Recuerda que hay un cuarenta por ciento de probabilidad que no haya embarazo Darien Chiba-- interrumpió Esmeralda saludando al azabache con un beso en la mejilla.

--Lo sé, lo sé pero este no será el caso, ¿Lista, serena?-- sonrió y se acercó a mi, me prestaron una habitación para que pudieran arreglarte para la boda, Diamante, Esmeralda  y Lita serán nuestros testigos

--si todo está listo, vamos-- se despidieron y como Darien lo dijo, en una habitación había una chica esperándome para ayudarme a arreglarme, me despedí  de Darien y nos pusimos manos a la obra. Después de un rato ya estaba maquillada y peinada, pero me sorprendió el vestido que usaria, la estilista me dijo que el novio lo había escogido para mi sin duda era hermoso y me quedó perfecto. Un poco descubierto quizá, pero era tan delicado y elegante, que me dolía usarlo para una farsa como esta.

Me miré  en el espejo improvisado, y nunca me había visto tan hermosa como ese día. Tomé el ramo de rosas blancas y caminé hasta la habitación de mi madre, donde todos la esperaban, pero lo que volvíó mi loco corazón fue ver a Darien con un traje negro sin corbata, su cabello perfectamente peinado hacia atrás, aunque un mechón rebelde adornaba su frente y su mano extendida hacia mi, la cual no dudé en tomar.

El novio dejó un beso en mi mano y me atrajo hacia él --estás hermosa-- esta vez no mentía, yo lo estaba, miré al rededor para salir de mi ensoñación y vi a mi madre arreglada y bella, tanto como una mujer enferma podía estar, Lita, Esmeralda, Diamante y un juez, una linda mesa decorada y dos sillas.

La ceremonia fué lo de siempre, nadie se opuso, y el momento había llegado. Darien dejó una mano en mi cintura y con la otra tomó mi mentón atrayendo mi rostro hacia él --Lo siento pero es necesario-- susurró casi sobre mis labios y terminó de cortar la distancia que nos separaba uniendo así nuestros  labios en un beso lento y armonioso. Dejé las manos sobre los hombros de mi esposo y correspondi al tan anhelado beso, era mejor que en mis sueños, dulce, suave delicado, lo grabé a fuego para que no me olvidara, por si era el primer y último beso que nos daríamos.

Los aplausos de los que estaban ahi nos sacaron de nuestra burbuja, nos felicitaron y comieron torta y el brindis no podía faltar,  habíamos decidido que no viajar hasta confirmar si había un embarazo, así que pasarían la supuesta luna de miel en una Villa cercana.

Hagamos un trato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora