5. Carta.

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Una semana después.


-¿Yoongi? ¿Hay alguien ahí?

Yoongi oyó la voz de su hermano en el piso de abajo y le alegró poder tomarse un descanso. Llevaba toda la tarde sumido en los detalles de un acto que estaba organizando.

Desde que Hoseok se casó, Yoongi no lo veía tanto como antes.

Se levantó de la mesa y encontró a su hermano echando una ojeada a la pila de correo amontonada junto al arreglo de flores frescas situado en el centro de la mesa redonda del vestíbulo.

Parecía agotado.

Al oír que Yoongi se acercaba Hoseok levantó la vista y puso los ojos en blanco.

-Un periodista trató de pasar detrás de mí la barrera de seguridad -le espetó, haciendo un gesto con la mano en dirección a la puerta principal-. Estaba acampado fuera, esperando.

Yoongi se acercó a abrazar a su hermano y frunció un poco el ceño.

-Lo siento. Creía que a estas alturas el asunto ya no les interesaría.

-No es culpa tuya -dijo con un suspiro, devolviéndole el abrazo-. Y tarde o temprano, perderán el interés y se irán a molestar a otra parte.

-Bueno, ¿y qué haces por aquí? -preguntó con tono distraído, pensando aún en el periodista.

Una cosa era que lo acosaran y molestaran a él por culpa de sus estúpidos actos, y otra muy distinta que metieran a su familia en el escándalo.

-Como Jungkook no vendrá a casa a cenar porque tiene una reunión tarde, he venido a verte, y comer algo contigo. Por no mencionar recoger el correo que aún me envían aquí -dijo metiéndose un par de cartas en el bolsillo. Hacía un año que ya no vivía allí, pero el proceso de cambio de dirección llevaba su tiempo, y de vez en cuando todavía llegaban cartas para él.

-La cena se servirá a las siete, como siempre, y que yo sepa, todo va bien por aquí, estaba trabajando en la organización de un acto benéfico, para recaudar fondos en un refugio para animales.

-¿Nos invitarás a Kookie y a mí?

-Por supuesto.

-Parece que alguien te envía algo importante -dijo su hermano, haciendo un gesto hacia la carta situada encima de todas las demás.

Yoongi tomó el grueso sobre y leyó la dirección del remitente, estampado con un relieve en un tono azul oscuro en un sobre de gran calidad:

S.A.R.* Príncipe Kim Seokjin, Reino de Polonia.

-¿Su alteza real? -preguntó Hoseok-. ¿En serio? ¿Un príncipe te envía una carta?

-Eso parece -contestó él, abriendo el sobre. Leyó por encima el membrete oficial y el texto cuidadosamente escrito en la parte superior. Y lo releyó, el corazón acelerado-. Oh, Dios mío -dijo con un hilo de voz.

-¿Qué?

-Este tal príncipe Seokjin quiere que vaya a su reino y me encargue de supervisar todas sus organizaciones benéficas.

Ambos leyeron la carta nuevamente. El príncipe comentaba, con toda clase de alabanzas, los logros conseguidos por Yoongi, en su caso Suga, en algunos de sus proyectos, y hacía hincapié en lo mucho que podría ayudarle tenerlo en Polonia.

Había incluido en el sobre las copias del contrato y esperaba que lo leyera y considerara seriamente aceptarlo.

Yoongi separó la carta de acompañamiento y leyó el contrato de una página. Señalaba brevemente cuáles serían sus responsabilidades y obligaciones, si decidía aceptar la oferta de la familia real, así como las obligaciones de ésta hacia él.

-¿Crees que es legítimo? -preguntó Hoseok.

-Supongo que no me costaría mucho comprobarlo -respondió.

Ambos se dirigieron al despacho de Yoongi, que se puso a buscar entre sus listas de invitados, mientras su hermano hacía una rápida búsqueda en Internet.

-Aquí está -comentó Hoseok cuando los dos descubrieron casi al mismo tiempo que Kim Seokjin era un príncipe real, y que Polonia existía de verdad.

Según los datos de Yoongi, otro miembro de la familia real, el principe Taehyung, había asistido a una de las últimas galas benéficas que él había organizado.

-¿Qué vas a hacer?

-Responder, por supuesto, y agradecerle su generosa oferta, pero no creo que pueda aceptarla. Estoy inmerso en mi próximo evento, y falta muy poco para Navidad. No quiero pasarla lejos de mi familia.

-No te culpo, pero tienes que admitir que es una oferta muy halagadora.

Extremadamente halagadora, pensó Yoongi, mirando una vez más el membrete real de la carta. Le daban ganas casi de pasar el dedo por el nombre del príncipe. Estaba claro que no le iba a resultar fácil redactar una carta de rechazo.

-Pero tal vez...

Yoongi miró a su hermano. -¿Qué?

-Sólo pensaba que, tal vez, este trabajo en Polonia sea exactamente lo que necesitas.

-¿Qué? -Yoongi frunció el ceño.

-Las cosas no te están resultando precisamente sencillas por aquí en estos momentos. Un periodista acampa delante de la casa, ese cretino de Park sigue llamándote, y... bueno... -apartó la mirada y su voz se suavizó ligeramente-. He oído que la gala de la semana pasada no salió tan bien como en otras ocasiones.

Yoongi inspiró profundamente, tratando de no dejarse abrumar por el dolor de oír a su hermano recitarle sus defectos.

Hoseok le pasó el brazo por encima de los hombros en señal de apoyo filial y continuó:

-Estaba pensando que, si te fueras de aquí un tiempo, a un lugar donde nadie pudiera encontrarte, todo se olvidaría. Y para cuando vuelvas, podrás seguir con tu vida como si nada de esto hubiera pasado.

-Pero estaría lejos de ustedes también -murmuró -. En Navidad.

-Podrías volver antes de las fiestas. Pero aunque no lo hagas, sólo son unas vacaciones. Siempre quedará el año próximo -lo abrazó y añadió-: No quiero que te vayas, sólo digo que, tal vez, deberías pensar en ello y decidir qué es lo mejor para ti. Creo que a papá no le molestará.

-Lo pensaré -prometió Yoongi, consciente de que su hermano tenía razón.

Tal vez la mejor manera de dejar atrás todo el escándalo levantado en torno a su persona fuera huir a otro país.




*S. A. R. son las siglas que se
usan en España para "Su alteza
real", en los países que aún
mantienen reinos vigentes
cambia según el idioma y
pues yo decidí que usar aquí
estás siglas estaba bien uwi

In the prince's bed [Jinsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora