25. Suite.

560 83 1
                                    


Seokjin y Yoongi se encontraron fuera del palacio a las siete en punto. El palacio estaba decorado con todo lujo de detalles, por dentro y por fuera, a la espera de la fiesta que daría la familia real, la noche de Nochebuena.

—Buenos días —dijo Seokjin.

—Buenos días.

—Me alegro que hayas decidido acompañarme a la reunión —le dijo una vez dentro  del  coche,  que ya  se  alejaba  del  palacio  por  el  camino  empedrado  de  la entrada.

—No me dejaste otra opción, ¿no crees? —replicó mirando por la ventana para evitar mirarlo a los ojos directamente.

—Siempre tienes opción.

Yoongi volvió la cabeza y lo miró a los ojos avellana.

—Pues en tu nota no me dio la impresión de que me pidieras que te acompañara.

—Temí que me dijeras que no, si te lo pedía —confesó.

—Claro que no te habría dicho que no. Siempre y cuando esta reunión tenga que ver de verdad con la fundación. ¿O acaso te lo has inventado para sacarme del palacio unos días? —preguntó tranquilamente.

Pasó un momento, antes de que Seokjin respondiera finalmente.

—Te aseguro que este viaje tiene que ver con la fundación y, aunque probablemente hubiera podido ocuparme yo solo, considero que tu presencia es importante. Creo que te alegrará haber ido.

Hizo una nueva pausa y dejó que el silencio se llenara de tensión, mientras le sostenía la mirada.

—Pero también me alegra poder sacarte del palacio y tenerte para mí solo. Creo que al final también tú te alegrarás.

Bajó la voz, hasta que su tono no fue más que un susurro cálido y meloso. Yoongi se dio cuenta de que había estado conteniendo el aliento, pero con gran esfuerzo evitó que Seokjin se diera cuenta.

Debería estar furioso. Seokjin lo estaba manipulando otra vez, empujandolo hacia el punto en el que quería tenerlo, para persuadirlo de que accediera a volver a acostarse con él.

Y si algo podía decirse de Kim Seokjin, sin temor a equivocarse, era que sabía lo que quería y no aceptaba un no por respuesta.

No quería aceptarlo, ni siquiera para sí, pero la verdad era que esa inquebrantable determinación suya para seducirlo hacía que se sintiera… especial.

No  tenía  la  intención  de  jugar  con  él,  de  convertir  eso… lo  que  fuera  que hubiera entre ellos, en un juego, pero de repente se dio cuenta de que se lo estaba pasando bien. Disfrutaba sabiendo que era deseado por Seokjin. A pesar de todo.

En vez de discutir o rendirse demasiado rápido, se encogió de hombros y dijo:

—Supongo que tendremos que esperar para averiguarlo.

El vuelo de un extremo a otro no duraba mucho, y fueron directos, desde la pequeña pista de aterrizaje privada, a la oficina en la que tendría lugar la reunión.

In the prince's bed [Jinsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora