13. Cena. sj

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Seokjin comprobó la hora por tercera vez en diez minutos. Estaba al pie de la escalera principal, esperando a Suga, mientras los demás aguardaban ya en el comedor para cenar.

Pero los minutos pasaban y ella no aparecía.

Al ver que una criada salía del comedor se le acercó.

-¿Podrías subir a la habitación de la señorita Suga y averiguar por qué se está retrasando tanto?

-Lo lamento, señor, pero avisó antes para excusarse y pedir que le subieran la cena a su habitación.

-¿Está enferma? -preguntó, frunciendo el ceño en señal de sincera preocupación.

-No estoy segura, señor. No dijo nada.

-Gracias -y con una inclinación despidió a la criada.

Tan pronto como ésta desapareció de la vista, se giró y subió las escaleras. A los pocos minutos estaba llamando con los nudillos a la puerta de Suga.

La oyó decir que esperara un segundo y al momento se abrió la puerta. Estaba de pie con un camisón corto azul turquesa y una bata a juego de un tejido que se le ceñía al cuerpo y Seokjin sintió que se le secaba la boca nada más verla.

Llevaba una especie de recogido flojo con la toalla en lo alto de la cabeza.

No pudo evitar abrir desmesuradamente sus preciosos ojos sorprendida, pero al momento los entornó molesta.

Notó entonces en que Seokjin tenía la mirada fija en el canal que se abría en la parte baja dando vista a sus piernas y se cerró la bata.

-¿Puedo hacer algo por ti? -preguntó en un tono, que con seguridad no sería el que habría que utilizar para dirigirse a un miembro de la realeza.

Seokjin contuvo la diversión que le provocaba la situación y la miró con expresión seria, las manos enlazadas a la espalda.

-Me han dicho que no ibas a bajar a cenar y he subido a asegurarme de que no te ocurría nada. ¿Estás bien?

La expresión de Suga se suavizó al oír sus palabras.

-Estoy bien, gracias. Decidí cenar aquí, para poder seguir trabajando.

-No has dejado de trabajar desde que llegamos del hogar infantil -dijo él, más como afirmación que como pregunta.

-Para eso es para lo que me contrataste -replicó con una pequeña sonrisa.

Se soltó un poco la bata esta vez un poco más de lo estava antes y Seokjin vislumbró nuevamente. Notó que su cuerpo se ponía tenso y empezaba a tener calor.

Entonces se aclaró la garganta, esforzándose por pensar en algo que no fuera desnudarla y hacerla retorcerse de placer bajo su cuerpo. Pero ante la incapacidad de hacerlo, asintió con brusquedad y se fue por donde había llegado.

No recuperó el sentido común hasta que hubo recorrido los dos corredores y bajado la escalera principal, y entonces pudo decidir lo que iba a hacer.

En primer lugar, fue al comedor, donde los demás miembros de la familia ya tenían la cena servida, y les dijo que no cenaría con ellos. A continuación se acercó a las cocinas del palacio y pidió que preparasen dos bandejas en vez de una y las subieran a la habitación de Suga.

Esperó mientras las preparaban y después acompañó al joven criado con el carrito. Suga abrió la puerta y frunció el ceño al ver que el criado iba acompañado por Seokjin. Dicho sea en su honor, Suga se contuvo hasta que el chico introdujo el carrito en la habitación.

El chico miró entonces a Seokjin, esperando a que éste le dijera dónde quería que les sirviera la comida.

-Está bien, Jongdae. Ya me ocupo yo. Gracias.

El joven inclinó la cabeza y salió rápidamente de la habitación, cerrando la puerta detrás de sí, y los dejó a solas.

Suga miró por encima las bandejas con las cubiertas de plata y el vino que reposaban sobre el carrito y clavó los ojos en él.

-¿No estarás pensando en cenar conmigo? -preguntó, sin molestarse en fingir un ápice de cortesía, mientras se cruzaba de brazos y tamborileaba el suelo impacientemente con la punta del dedo gordo. Estaba descalza y llevaba las uñas pintadas de rojo.

-Como tú misma has dicho, tenemos mucho que hacer, y coincido contigo en que cenar en tu habitación es una manera de seguir avanzando. Cenaremos en el balcón -añadió, empujando el carrito hacia la terraza-. Te gustará. Trae tus papeles, si quieres, y podemos discutir de los detalles mientras cenamos.

Suga no dijo nada, pero le hubiera dado igual que hubiera dicho algo. Concederle la posibilidad de responder era invitarla a negarse, y no tenía intención de aceptar más excusas.

Suga lo siguió hacia las ventanas francesas sin decir palabra, pero se detuvo antes de salir al balcón.

Todavía había luz natural, aunque empezaba ya a anochecer, y las brillantes tonalidades de la puesta de sol se apreciaban ya en el horizonte. La temperatura era normalmente bastante agradable en esa época del año, pero hacía algo más de calor de lo normal, por lo que Seokjin no tuvo reparos en sugerirle que cenaran fuera pese a ir vestida con un fino camisoncito de nada.

Y si tenía frío... se le ocurrían un montón de formas de hacerla entrar en calor.

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Mike;

Asies, escuchen W24
qué esperan 👺

In the prince's bed [Jinsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora