El ruido del fondo de la sala resonaba en los oídos de Yoongi. No tenía ninguna gana de hacer aquello.
A su llegada de Polonia en mitad de la noche, la noche de Navidad, nada menos, había hecho todo lo posible por recuperar la normalidad. En Corea aún no se había hecho eco de los detalles sobre su aventura con Seokjin, y si alguien de su círculo más cercano había oído algún rumor, había tenido la sensibilidad de no decir nada.
Excepto su hermano. Hoseok había esperado a llegar a casa desde el aeropuerto para hablar, pero el instinto le decía que algo había ocurrido para que Yoongi hubiera vuelto corriendo a Seúl.
Nada más quedarse a solas, Yoongi se vino abajo y le contó todo, cómo había cometido el error de enamorarse de un hombre al que jamás podría tener. Y como siempre, su hermano lo comprendió. Le ofreció un hombro en el que llorar y también algunas respuestas apropiadas en los momentos apropiados, pero en ningún momento se comportó como si creyera que Yoongi había sido un tonto por acostarse con Seokjin.
Hoseok fue también quien lo animó a dedicarse, en cuerpo y alma, al trabajo para olvidar, cuando lo que Yoongi quería era hacerse un ovillo bajo las mantas y no salir en uno o dos meses.
Y así era como había terminado entre bastidores, en el club de campo de Gabriel's Crossing. Mucho antes de partir hacia Polonia, había ayudado a ultimar los detalles de la subasta de solteras que se celebraría en Año Nuevo, pero lo malo era que se había dejado convencer para ser "una de las solteras" que se subastarían y ahora había llegado el momento de cumplir su palabra.
La fiesta estaba en todo su apogeo. Otras seis mujeres habían salido ya a la pasarela, mientras los solteros aplaudían y hacían sus generosas ofertas. Quedaban dos chicas por salir y le tocaría a continuación.
Tragó con dificultad, al tiempo que inspiraba profundamente en un intento de no dejarse llevar por un ataque de pánico. Aquello no era lo que definiría como un agradable entretenimiento. Prefería quedarse entre bastidores en aquella clase de eventos. Ser el centro de atención, sobre todo teniendo en cuenta el escándalo que la perseguía últimamente, hacía que le temblaran las rodillas.
Una más y le tocaría el turno.
—Suga —le susurró la mujer que estaba echando una mano detrás de bambalinas—. Prepárate. Eres la siguiente.
Por un momento, se preguntó hasta dónde podría llegar sobre aquellos tacones de diez centímetros. Probablemente no muy lejos, pero era por una buena causa.
Inspiró hondo, deseando que no se tropezara con el bajo del vestido, y salió a la improvisada pasarela, entre aplausos y la voz del maestro de ceremonias que ensalzaba sus virtudes femeninas y resumía brevemente los detalles concertados con anterioridad, para la cita que tendría lugar con el agraciado ganador.
Se sentía como un animal en un zoo, expuesto a las miradas de todos, objeto de sus valoraciones. A medida que se fue acercando al final de la pasarela, el estómago le dio un vuelco cuando se dio cuenta de que nadie había ofertado por él.
«por favor que me trague la tierra».
Se detuvo al final de la pasarela y posó, más por vergüenza que por deseo de parecer una supermodelo. A excepción del maestro de ceremonias que preguntaba si alguien ofrecía algo por él, en la sala reinaba el silencio más absoluto. Parecía que los escándalos no se habían olvidado por completo aún.
Yoongi parpadeó varias veces seguidas, sintiendo las miradas de un centenar de personas clavadas en él como rayos láser. Ya iba a darse la vuelta, totalmente humillado para ocultarse tras el telón cuando una voz cortó el silencio desde el fondo de la sala.
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In the prince's bed [Jinsu]
Fiksi Penggemar"En cuanto el príncipe Seokjin vio a la seductora Suga, deseó que se convirtiera en su amante. Con la intención de tenerla en su cama antes de Navidad, el príncipe la tentó con una oferta de empleo en el palacio. Seokjin no se detendría ante nada p...