11. Fláshes.

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Yoongi se despertó temprano al día siguiente, listo para empezar a trabajar.

Esperaba también encontrar tiempo para conocer algo más de la ciudad y alejarse todo lo posible de Seokjin. Era una amenaza para su paz mental, y cuanto menos tiempo pasaran juntos durante su estancia en la isla, tanto mejor.

Llegó al comedor portando un maletín con sus documentos. La familia ya estaba desayunando. Rápidamente colocaron un cubierto más para él y Yoongi disfrutó mucho de la comida, hasta que la reina quiso saber lo que pensaba hacer ese día.
Yoongi tuvo el convencimiento de que no le gustaba nada a la madre de Seokjin.

-Después de examinar más detenidamente las notas que Seokjin me ha facilitado, he pensado que comenzar por el orfanato sería lo más adecuado - respondió-. Se me ha ocurrido algo que se podría hacer de cara a las vacaciones navideñas que se acercan, y habrá que actuar con rapidez porque no queda mucho tiempo.

Si a la reina le agradó la respuesta de Yoongi, ciertamente no lo expresó. Fue Seokjin quien respondió en su lugar.

-Pediré que preparen el coche para ir a hacerles una visita -y diciéndolo, se levantó y se dirigió hacia las puertas dobles del comedor.

-¿Es que vas... a venir? -balbuceó Yoongi con el corazón en un puño. Lo último que quería era pasar el día con él.

Seokjin se detuvo delante de la puerta y se dio la vuelta para mirarlo.

-Por supuesto.

Yoongi tragó como pudo el nudo que se le había hecho en la garganta y trató de ignorar el calor que ascendía rápidamente por su cuerpo.

-No es necesario.

-Claro que lo es -respondió él suavemente-. Soy el responsable de la obra benéfica que se lleva a cabo en Polonia. Me tomo muy en serio mi responsabilidad y tengo la intención de trabajar de cerca contigo durante tu estancia en el País. Espero que no te importe.

Yoongi tuvo la seguridad de que lo último lo había añadido a propósito, por su familia, que lo miraba y escuchaba con suma atención.

Porque estaba claro que aunque le importara, como de hecho ocurría, le iba a dar igual.

Lo cierto es que de haber estado solos tal vez se lo habría discutido, pero no tenía intención de montar una escenita delante de toda la familia real.

-No, no me importa en absoluto -se obligó a decir, pese a que tenía la boca seca.

Seokjin dibujó una sonrisa, que le decía que sabía lo mucho que le había costado consentir en que lo acompañara.

-Nos vemos dentro de un rato en el coche entonces -murmuró, y acto seguido salió de la habitación.

Diez minutos más tarde, se alejaban del palacio en el asiento trasero de un lujoso sedán negro. Según el mapa de la isla que había estado consultando la noche anterior, el orfanato no estaba lejos.

Yoongi se sentía feliz contemplando el paisaje que iba pasando por su ventanilla, mientras repasaba mentalmente los planes que tenía para el hogar infantil. Debería haberse imaginado que Seokjin no le permitiría encerrarse en sí mismo mucho rato.

-Cuéntame más cosas sobre lo que se te ha ocurrido para el orfanato y las Navidades. Me sorprende que ya tengas un plan, sin conocer el lugar siquiera.

Apretando los documentos sobre las rodillas, Yoongi apartó la mirada de la ventanilla y se volvió hacia él.

-He podido hacerme una idea general del hogar infantil con el expediente que me diste ayer, y el tipo de evento que tengo en mente es algo que ya he hecho antes. Pero me parece que funciona muy bien y siempre se consigue la participación de la gente.

-Parece prometedor. ¿De qué se trata?

-Básicamente, hablamos de dar una pequeña fiesta en la que Santa Claus visita a los niños y les entrega regalos. Invitamos a la prensa y a los vecinos. El objetivo es llamar la atención hacia el orfanato, recordar a la gente que los niños están solos y muy necesitados, no sólo en vacaciones, sino durante todo el año.

Seokjin asintió y frunció los labios perdido en sus pensamientos.

-Interesante. ¿Y quién se encargará de proporcionar los regalos, dado que aún no se han puesto en marcha medidas para recaudar fondos?

Yoongi sonrió.

-Tú.

Seokjin levantó una ceja en señal interrogativa y Yoongi se apresuró a explicar lo que quería decir.

-O más bien, la familia real. Nos aseguraremos de informar de ello a la prensa, lo cual incidirá en tu familia muy positivamente. De hecho, si todo va según mis planes, tal vez consideres la posibilidad de patrocinar el acto todos los años. En Seúl, la fiesta de Santa Claus y los regalos ha quedado instituida y se celebra todos los años con mucho éxito, por cierto.

Inclinando la cabeza hacia él, Seokjin dijo:

-Estoy seguro de que mi familia estará encantada de colaborar.

El coche se detuvo delante del hogar infantil. Un segundo después, el conductor rodeaba el vehículo y abría la puerta por el lado de Seokjin. Éste se apeó y fue recibido por un aluvión de flashes, que le explotaban en la cara.

Yoongi se había deslizado por el asiento para salir detrás de él, pero en vez de aceptar la mano que le tendía, levantó el brazo para cubrirse del cegador ataque.

-¿Quién es toda esa gente? -le preguntó.

Seokjin se inclinó hacia él para estar más cerca y que nadie le oyera.

-Miembros de esa prensa de la que hablabas hace un momento. Suelen seguir a los miembros de la familia real allí donde van.

Le tendió nuevamente la mano y añadió:

-Vamos. Es hora de entrar. Ya te acostumbrarás a su presencia.

Yoongi no estaba tan seguro.

Si sólo momentos antes se encontraba feliz y ansioso por comenzar a trabajar, en ese momento temía salir del vehículo y tener que enfrentarse a los fotógrafos que rodeaban el coche como buitres.

Ya había tenido bastante en su casita en Seúl.

In the prince's bed [Jinsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora