3. Príncipe «Jin»

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Recorrió el salón una última vez, despidiéndose de los invitados a medida que iban saliendo, y comprobó que nadie se dejara nada en el salón, antes de que llegara el personal del hotel a limpiar.

Recogió entonces su pequeña cartera de mano y se dispuso a marcharse repasando mentalmente cosas que tenía que hacer al día siguiente, cuando una voz masculina y profunda, lo llamó.

—¿Señorita Suga?

Yoongi se dio la vuelta y se encontró frente a hombre demasiado grande para su gusto.

Tragó con dificultad y a continuación estampó una sonrisa en los labios. El hombre era tan alto que lo obligó a levantar mucho el rostro para mirarlo a los ojos.

—¿Sí?

—Si tiene un minuto, a mi jefe le gustaría hablar con usted.

Inclinó la cabeza en dirección al fondo del salón, donde un caballero aguardaba sentado solo en una de las mesas vacías. Por lo que podía distinguir en la distancia, era bastante guapo. Y lo estaba mirando, fijamente.

—¿Su jefe?

—Así es, señorita.

Esa iba a ser toda la información que iba a conseguir de aquel tipo sobre la identidad de su jefe. Pero si había asistido a la cena benéfica, había posibilidades de que quisiera hacer una donación, y él siempre tenía tiempo para atender a aquéllos dispuestos a colaborar económicamente en una causa.

Y más aún cuando podía permitirse guardaespaldas propio o agente de la CIA o luchador profesional o lo que fuera…

—Por supuesto —contestó, manteniendo su actitud optimista.

El gigante se colocó de medio lado y le hizo un gesto para que lo precediera y lo escoltó hasta el extremo opuesto del vacío salón.

Los acompañaba el tintineo de la vajilla como sonido de fondo, mientras el personal de limpieza del hotel se afanaba en desmontar mesas, guardar sillas y retirar vajillas.

A medida que se acercaba al hombre que quería hablar con él, éste levantó una copa de champán y se la llevó a los labios.

Llevaba una chaqueta de color azul marino y corte impecable, aunque muy distinta a las de los demás invitados.

Definitivamente, era extrajero.

Comprobó entonces que se había quedado corto con de «bastante guapo». Era guapo como una estrella de cine, con el cabello castaño y unos asombrosos ojos color avellana, que parecían penetrar en él como si fueran rayos láser.

Yoongi le tendió la mano y se presentó.

—Hola, soy Suga.

—Ya lo sé —. replicó él, aceptando su mano. —Pero también sé que ese es su nombre prefesional, ¿me haria el agradable honor de decirme su nombre, bella dama?—.  Dijo aún sin soltarlo y de hecho tiró suavemente de él hacia si.—Tome asiento, por favor.

—Creo que no es necesario presentarnos, señor. Su… empleado me ha dicho que quería usted hablar conmigo.

—Si —replicó lentamente—. ¿Le apetece una copa de champán?

Abrió la boca para rechazar el ofrecimiento, pero el guardaespaldas o lo que fuera estaba ya sirviéndole una copa que dejó delante duyo.

—Gracias.

Pese a estar servidos los dos y que la velada hubiera terminado, el hombre permaneció allí sentado sin decir nada. Yoongi se removió incómodo en medio del silencio, y sintió que se le ponía la piel de gallina en los brazos.

—¿De qué quería hablar conmigo, señor…? —presionó , con cuidado de mostrarse tan educado como le fuera posible.

—Puedes llamarme Jin —respondió. El hombre tenía un ligero acento, tal vez la cadencia musical europea, pero Yoongi no lograba situarlo. —Jin —repitió, porque el hombre parecía esperar que lo hiciera

—¿Estás interesado, tal vez, en donar dinero para construir un ala infantil dedicada a los niños con cáncer? —preguntó decidido  de averiguar los motivos por los que quería hablar con él—. Si es así, puedo esperar mientras me extiendes un cheque ahora o, si lo prefieres, puedo ponerte en contacto con alguien de la organización para que te pongas en contacto con ellos personalmente.

Seokjin siguió examinandolo cuidadosamente cuando éste terminó de hablar.

Un sorbo más del caro champán y entonces dijo lentamente: —Estaré encantado de contribuir a tu pequeña… causa. Sin embargo, no es para eso para lo que quería que vinieras aquí.

La sorpresa hizo que Yoongi abriera los ojos un poco más, sólo una imperceptible fracción, pero trató con sumo cuidado de que no mostrar su consternación.

—Me hospedo en una suite en este hotel —prosiguió él—. Y me gustaría que me acompañaras. Me gustaría que pasaras el resto de la noche en mi cama. Si las cosas van bien y somos… compatibles, tal vez podamos considerar llegar a algún tipo de acuerdo.

Yoongi pestañeó varias veces, pero por todo lo demás se quedó completamente paralizado, rígido como un maniquí. No podría haber quedado más sorprendido, miles de recuerdos llegaron a su mente.

No sabía qué hacer. No sabía qué debería decir. Desde luego, no era la primera vez que le hacían ese tipo de proposiciones.

Jóvenes o viejos, ricos o pobres, los hombres se sentían indefectiblemente atraídos por él, y nunca le faltaban invitaciones a cenar, al teatro y hasta románticas escapadas a alguna isla privada.

Y, sí, era perfectamente consciente de que todos y cada uno de esos hombres albergaban siempre esperanzas de que la cena, el teatro o la escapada a un paraíso tropical les ayudarían a llevarlo a la cama.

Obviamente él fingia no saberlo para disfrutar de la comida gratis que no le venía tan mal, sacando después una excusa cualquiera consiguiendo no cumplir el proposito con el que fue invitado en primer lugar, con el fin de no revelar su pequeño secreto.

Pero ningún hombre le había pedido jamás tan descaradamente que se acostara con él.

Y estaba claro que el hombre que tenía delante lo sabía y opinaba que una 'mujer como ella' no se mostraría reacia a ese tipo de proposición indecente.

Bueno, pues sí que era reacio. Se sentía disgustado e insultado. Yoongi empujó la silla hacia atrás y se levantó, se colocó bien el abrigo sobre la espalda y los brazos, y apretó con fuerza la cartera de mano. Concentrándose en respirar, permaneció totalmente rígido, mirándole.

—No sé qué tipo de persona crees que soy, pero te aseguro que no soy de las que se van a la cama con un hombre al que acaban de conocer.

Lanzó una breve mirada de refilón al hombre que permanecía a la espera de órdenes a escasos metros.

—Tal vez tu guardaespaldas pueda encontrarte a alguna más dispuesta y mucho menos refinada, para que te acompañe esta noche. Eso si es que eres incapaz de buscarte un ligue sin ayuda.

Y diciendo esto, Yoongi se giró sobre los talones y salió del salón en dirección al ascensor.

¿Quién demonios se había creído aquel hombre que era?


Leer esto me
hace reír ksjdksjdksjd en
qué diablos pensaba,
Dios...

In the prince's bed [Jinsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora