17. Baile de gala.

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Min Yoongi era un hombre ardiente y apasionado con un fuerte temperamento.

Tal vez pensara que se lo había quitado de encima, que podría mantenerlo a raya, pero su reticencia no había hecho más que intrigarlo todavía más.

A lo largo de las siguientes dos semanas, Yoongi trató de evitarlo todo lo posible, y lo trataba con seriedad profesional cuando no podía.

Seokjin , por su parte, hacía todo lo posible por quedarse a solas con él siempre que tenía ocasión, por tocarle la mano, el brazo o la mejilla y persuadirlo para que bajara la guardia y lo invitara a su habitación y a su cama.

Pero hasta el momento, se había mantenido firme en su determinación y no se había dejado seducir. Aunque tenía que admitir, por lo menos para sí, que no le estaba resultando fácil.

Seokjin era casi irresistible. Era atractivo y encantador, y si no le hubiera pedido que se acostara con él de aquella manera tan fría cuando se conocieron en Seúl, algo que seguía pareciéndole de lo más arrogante, probablemente ya se hubiera dejado seducir a esas alturas.

Triste, pero cierto, por no decir irónico. Si se hubiera molestado en cortejarlo desde el principio, habría conseguido lo que se proponía.

Muchos hombres lo consideraban hermoso, algo que a veces era una verdadera maldición para si, pero desde luego no era dócil.

Y además estaba la sensación de culpa permanente y la humillación provocada por el escándalo que había estallado en torno a 'Suga' en Corea.

Había llamado a su casa varias veces desde su llegada a Polonia y todos y cada uno de ellos le había preguntado a su hermano cómo iban las cosas.

Hoseok había admitido que la gente seguía hablando, pero que los periodistas habían dejado de montar guardia en la puerta de su casa.

Sin embargo y pese a que la atención se hubiera disipado un poco, Yoongi sabía que había hecho bien en alejarse de la ciudad. Y estaba más decidido que nunca a no volver a ser la comidilla del barrio.

Se lo iba recordando con firmeza una vez más, mientras bajaba al vestíbulo.

En el tiempo que llevaba como invitado de la familia real, la decoración del palacio había pasado de prolijamente opulento, sencillamente desbordante, conforme se acercaban las fiestas de Navidad.

Habían adornado la escalinata con guirnaldas de acebo y hiedra que se enroscaban a todo lo largo del pasamanos. Coronas inmensas colgaban a ambos lados de cada una de las puertas de entrada. Y en el centro del vestíbulo se erguía un gigantesco pino, cubierto con adornos de oro y presidido por un angelito, también dorado, en lo más alto.

Los adornos navideños hacían que se sintiera más como en casa. Echaba mucho de menos a su familia, y le entristecía pensar que iba a pasar las Navidades lejos de ellos, pero lo reconfortaba verse rodeado por el bullicio.

Llegó sonriendo a la puerta principal donde Seokjin lo esperaba. Esa noche se celebraba la fiesta de Santa Claus en el hogar infantil, y había insistido en acompañarlo, pese a que el tenía que estar allí antes. El resto de la familia real llegaría más tarde.

Incluso la reina Hyuna había terminado por reconocer, no sin reticencia, lo mucho que se había esforzado con el proyecto de orfanato.

No es que se hubiera acercado a él a felicitarlo ni tampoco había cambiado su actitud hacia si, pero los pocos comentarios que había hecho sobre la gala habían sido fundamentalmente positivos.

Yoongi no dejó que se le subiera a la cabeza. Sabía que no le gustaba a la reina.

Tan pronto como llegó hasta él, un sonriente Seokjin lo tomó por el codo.

In the prince's bed [Jinsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora