La risa llenaba la habitación entera y hacia que todo se sintiera menos pesado y más flexible. He de admitir que no me había sentido tan adolorida desde que Zhaarí se aprovechó de que aún no dominaba bien las peleas y me dejó todo el cuerpo hecho añicos, eso sí fue un desastre.
¡Vamos Erika, mueve los pies!
¡¿A eso le llamas golpe?!
¡Pon fuerza en los brazos!
Los gritos de Zhaarí llenaban la sala de entrenamiento. Aun cuando se encontraba en el extremo más apartado podía oírla como si estuviera junto a mí. Cada movimiento que hacía ella lo criticaba y me hacía dudar más y más de lo que hacía.
—No sé qué haces aquí—habló el guardia con el que me encontraba peleando—Deberías estar tejiendo algo, princesita—se burló sin dejar de evitar mis golpes
Era un chico alto y con el cuerpo suficientemente trabajado para lucir atractivo, sin embargo su cara no lo era tanto. Tenía varias marcas en el rostro, algunas de peleas y otras tantas de aquella horrible etapa llamada adolescencia. Sus ojos eran de un brillante tono ámbar y su piel de un moreno tostado, color que adquirió en sus largas horas bajo el sol vigilando la fortaleza desde las alturas. A diferencia de los demás, él no tenía esa actitud de superioridad conmigo, simplemente le gustaba fastidiarme durante las practicas.
—Cierra la boca, Staen—solté con enfado. Mi voz sonaba cansada y agitada. El chico sonrió y me atrapó del brazo
—¡Cuidado abajo!—gritó antes de patearme el pie. Sentí mi espalda chocar contra el suelo y dejé escapar un suspiro—Gané, preciosa, me debes un día entero de guardia—se burló en mi cara mientras era fulminado por mis ojos
—Para la próxima tú serás el de abajo—le amenacé al tiempo que me incorporaba, sin ayuda de él claro. Una sonrisa pícara se dibujó en su rostro al tiempo que arqueaba las cejas y me miraba de pies a cabeza
—Lo esperaré con ansias
Un gruñido se escapó de mis labios logrando que el chico soltara una risa. Staen se alejó de mí al ver a Zhaarí acercándose con cara de pocos amigos.
—Esa fue tu peor demostración—se burló con aquellos ojos azules fríos como el hielo—No sé cómo es que te atreves a llamarme maestra—bajé la cabeza y froté mi cabello para aplacar el dolor un poco
—Me defendí muy bien, y casi ni me golpeo—me excusé como una pequeña niña siendo regañada por su madre. Los ojos de la chica me miraron con enfado y no me quedó de otra que volver a bajar la cabeza—La próxima vez lo hare mejor, lo prometo
—Realmente lo espero así, sino considerare estos últimos ocho meses como una pérdida de tiempo—suspiré con alivio de no tener más regaños y bajé de la zona de prácticas
Zhaarí me entregó la tela que usaba para secar el sudor de mi cuerpo, aunque para ser más precisa, me la arrojó a la cara. Me molestó un poco el gesto pero en teoría me había ganado ese trato al no pelear al nivel que ella me exigía siempre. Retiré la toalla de mi rostro justo a tiempo para ver entrar al soldado de melena gris y ojos verdes.
—¿Qué haces aquí muchacho? Estos son mis dominios—Azsael arqueó una ceja ante la bienvenida de la pequeña Zhaarí y sonrió levemente.
Dato curioso número uno: La sonrisa de Azsael es inexistente, y los únicos que la han visto son su familia y Jolin
Dato curioso número dos: La pequeña sonrisa es bastante tenebrosa y amenazante
Desvié la mirada con la intención de no mirar aquella escalofriante imagen de Azsael sonriendo a medias. Lucía como un pervertido o como un asesino a punto de abrirte la garganta. Daba miedo.
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Atrigeos II : Espectro
Fantasía● Libro Dos ● Un año a pasado desde que Erika cruzó un viejo atrigeo hacia Anorith, donde descubrió que su padre es el Rey y encontró amigos que nunca pensó tener. La esencia de aquel vehnthura aun permanece dentro de su cuerpo y sigue sin poder co...