Caminamos en silencio. El sol comenzaba a ocultarse y la temperatura pasó de la calidez al frio en un instante. Tener el cabello mojado no ayudaba en nada a que mi cuerpo se mantuviera caliente, pero todo era debido a la prisa con la que Azsael me había sacado de la habitación. Al parecer Dabin tenía prisa en expresar su enfado.
Conocía exactamente la razón por la que había solicitado mi presencia en la sala del trono. Seguramente Armin le informó de mi salida con Garret y eso no debería tenerlo contento, y era obvio que quería ponerme en mi lugar antes de la cena, solo para ponerme a prueba. Cuando discutía con él no solía asistir a las reuniones a los días siguientes, que me diera otro de sus sermones ahora era para retarme a faltar a la cena de esta noche. Una idea tentadora pero no debía adelantarme a los hechos.
A mi lado, Jolin caminaba con su brazo entrelazado al mío. El hecho de que estuviera a mi lado con la sonrisa de siempre me alegraba. Haber podido arreglar las cosas con él era la razón por la que no estaba tan enfadada por las exigencias de Dabin. Perderlo hubiera sido demasiado doloroso para mí, considerando que ya lo sentía como un hermano. Frente a nosotros, Azsael se mantenía en silencio como era normal en él. El soldado apenas había detenido su mirada en nuestros lados entrelazados antes de darnos la espalda. Que no dijera nada no me sorprendió, aunque quizás esperaba alguna palabra para Jolin, pero seguramente eso sucedería cuando estuvieran a solas, lejos de mis ojos curiosos. Al parecer Azsael no quería dejar ver su lado humano frente a mí.
Las puertas de la sala del trono aparecieron frente a nosotros. Al vernos, saludaron respetuosamente a Azsael, quien les ordeno que abrieran las puertas para nosotros. El brazo de Jolin desapareció en el instante en el que quedamos a la vista de Dabin. Que lo hiciera no me molestaba, pero hubiera preferido que no tuviera que ser así. Si a Dabin le molestaba que Jolin y yo fuéramos amigos era problema suyo, no tenía por qué inmiscuirse.
Con la mirada firme avancé hasta quedar frente al trono del Rey de Neurin. Por su expresión supe que estaba molesto.
—Hola Dab...
—¡Te atreviste a salir sin mi permiso!—las puertas se cerraron estrepitosamente a mis espaldas consiguiendo asustarme. Esto era demasiado
Dabin se levantó de su asiento y bajó los tres escalones para acortar la distancia que nos separaba. Azsael y Jolin se hicieron a un lado permitiendo a Dabin quedar a tres pasos de mi. La dureza de su mirada era algo que pocas veces veía.
—Sabes perfectamente que no puedes dejar la fortaleza sin antes consultarme primero—soltó con la molestia brillando en sus metálicos ojos
—No veo cual es el problema, he salido en otras ocasiones al pueblo sin avisarte ¿Por qué ahora es diferente?—crucé los brazos sobre pecho ganándome una mirada de desesperación de su parte—Estas exagerando un poco las cosas
—No me vengas ahora con esa actitud irreverente—desvié la mirada incapaz de soportar aquel drama—Mentiste al soldado para que te permitiera salir. Fingiste frente al príncipe de Salirena. Te arriesgaste a estar a solas con él. Pudiste haber sufrido un ataque en su presencia ¿Qué crees que habría pasado?
—Eso es lo que te molesta—solté ofendida. Dabin llevó una mano a su frente y cerró los ojos. Estaba llegando a su límite—Lo que te molesta es que pude haberte dejado en ridículo frente a uno de tus invitados
—¡Él pudo haberte atacado!—Dabin bajó las manos y me miró con temor. Era los mismos ojos con los que mamá me veía después de haberme lastimado por estar de desobediente. Enojo y miedo—Azsael y Jolin pueden acompañarte por que ellos saben de tu condición, además son soldados, podrán protegerte en caso de que alguien intente algo en tu contra—estaba preocupado. De verdad preocupado
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Atrigeos II : Espectro
Fantasy● Libro Dos ● Un año a pasado desde que Erika cruzó un viejo atrigeo hacia Anorith, donde descubrió que su padre es el Rey y encontró amigos que nunca pensó tener. La esencia de aquel vehnthura aun permanece dentro de su cuerpo y sigue sin poder co...